El Skirvin Hilton Hotel de Oklahoma City y su leyenda negra reaparecieron en el panorama NBA con la visita de los Lakers, trasquilados el pasado sábado por los Thunder: Lou Williams, el escolta del equipo angelino (con once temporadas de experiencia en la liga) se buscó su propio hotel y evitó quedarse en el que casi siempre ocupan los equipos visitantes cuando tienen que jugar en Oklahoma. La razón es un fantasma. Se llama Effie y todo aquel con cierta trayectoria en la NBA ha oído hablar de él.
Desde luego, que el Chesapeake Energy Arena sea una de las pistas más peliagudas de la NBA para los rivales tiene más que ver con Russell Westbrook y Kevin Durant que con Effie, pero hay muchos jugadores que aseguran que es un trago pasar por la ciudad y alojarse en el Skirvin. Caron Butler fichó por los Thunder en la temporada 2013-14 y tras once en la NBA. Su deseo, “que Effie se le aparezca a los equipos cuando vengan en playoffs”. Para él, un veterano con mil batallas encima, se trata de un personaje casi familiar: “Todo el mundo en la NBA ha oído hablar de Effie”.
En los últimos años (los Thunder llegan desde Seattle para la temporada 2008-09), se han sucedido los casos de fenómenos paranormales de los que han hablado jugadores que apenas duermen y rinden menos (¿?) en el Chesapeake por esa razón: sonidos inexplicables, puerta que se abren y se cierran de golpe en mitad de la noche, bañeras que se llenan de agua solas… En 2010 los Knicks culparon de su derrota en Oklahoma a una noche más propia de una novela clásica de terror gótico. Jared Jeffries aseguró que el hotel “estaba encantado” y que era “aterrador”. Y Eddy Curry reconoció que apenas había dormido un par de horas después de tener que irse a la habitación de Nate Robinson porque la suya le espantaba. Revelaciones similares hicieron posteriormente Taj Gibson y Derrick Rose (Chicago Bulls) que hablaba de una noche “terrorífica”. Jordan Hamilton (Denver Nuggets) dijo que el hotel le llenaba de pánico “cada vez que tenía que pernoctar en él” y los aficionados llegaron a pedir en las redes sociales que se pusiera a Kobe Bryant cerca de las habitaciones donde la presencia de Effie era más notoria. Otros lo han llevado con más tranquilidad. Cuando Miami Heat jugó la Final de 2012 ante los Thunder, Udonis Haslem aseguró que estaba a gusto en el hotel y que “ningún fantasma había llamado a su puerta”. Y Shane Battier incluso se lo tomó con humor: “Tengo un hijo de cuatro años y otro de uno. Estos viajes me dan la oportunidad de dormir que ahora mismo no tengo en mi casa, así que hará falta algo más que un fantasma para perturbar mi sueño”.
Desde la dirección del hotel se ha mantenido siempre una postura inocua. Ni confirman ni desmienten nada y parten de la base de que no creen que haya fantasmas ni que tenga sentido discutir cuestiones que tienen que ver casi con el folclore. Y se apoyan en que los deportistas suelen ser “especialmente supersticiosos”. Antes, los Spurs denunciaron asuntos sobrenaturales en el hotel Claremont, en California, donde se alojaron antes de visitar a Golden State Warriors: “Horrendo, se oían llantos de bebé en la habitación y no había nadie. Una locura”, llegó a decir Jeff Ayres.
¿Y quién es Effie? Pues, otra vez en la más pura línea del horror gótico, un ama de llaves de los primeros tiempos del hotel, que supera el siglo de existencia, cuyo pecado fue mantener una relación sentimental secreta con el que por entonces era el dueño, un hombre viudo. Cuando Effie se quedó embarazada, este ordenó que se quedara junto al bebé encerrada en una habitación de las plantas superiores, donde finalmente enloqueció y se lanzó por la ventana con su hijo en brazos. Desde entonces atormenta a los huéspedes, con especial predilección por los jugadores de la NBA… o sus periodistas más renombrados. Bill Simmons reconoció que pasó una noche en el Skirvin y que escuchaba llantos de bebé y otras voces inexplicables.
Los investigadores de lo paranormal, sin embargo, no dan mucha credibilidad a Effie: no han encontrado ninguna referencia documental a esa supuesta ama de llaves y consideran que, en una localidad tan pequeña como Oklahoma City, habría levantado una polvareda entre la prensa de la época que una mujer se hubiera lanzado al vacío con su bebé. Supuestamente desde la habitación 832, aunque otros aseguran que fue desde la décima planta. Curiosamente y después de las sucesivas reformas y modificaciones, no hay ya habitación 832 en el Skirvin…
(FUENTE: baloncesto.as.com)
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