Los escritores lo tienen claro: la telepatía existe. El novelista inglés Ian McEvan sostiene que mientras transmite "pensamientos y emociones a cualquier invisible lector" está ejerciendo el envío de contenidos psíquicos entre personas sin intervención de agentes físicos conocidos. El estadounidense Stephen King, cuya densa obra es un catálogo de fenómenos paranormales, reduce el axioma a una pregunta y una respuesta: "¿Qué es la escritura? ¡Pura telepatía!".
Aunque no es aceptada por casi ningún científico —lo cual tampoco debe extrañar dado el empirismo que domina en el gremio—, la telepatía (del griego tēle, lejos, y pathéein, experimentar) como forma instantánea de percepción extrasensorial o cognición anómala es un caramelo demasiado dulce para que los artistas lo rechacen. Uno de los creadores más valientes de la historia, y también uno de los más agudos teóricos del arte, Vasili Kandinsky (1866-1944), abandonó la figuración para experimentar con la influencia de las figuras en los estados de ánimo y la espiritualidad en la pintura —"el color es un medio de ejercer influencia directa en el alma", decía—.
'Sentimientos que no tienen nombre'
Al igual que el maestro alemán, que en 1911 publicó el ensayo De lo espiritual en el arte [PDF] para proponer a los creadores "buscar sentimientos más sutiles que en la actualidad no tienen nombre", muchos otros creadores del siglo XX se dejaron mecer por la búsqueda de inspiración en la parte trasera de la mente, en los complejos, y no siempre fáciles de descifrar, signos del subconsciente o de los mundos paralelos al tangible. La exposición Cosa mentale. Les imaginaires de la télépathie dans l'art du XXe siècle (Cosa mental. Los imaginarios de la telepatía en el arte del siglo XX) explora las formas de arte basadas en la transmisión directa y no cognitiva del pensamiento y la emoción.
La muestra, en la sucursal del Centro Pompidou en Metz (Francia) hasta el 28 de marzo de 2016, no sólo destaca por la singularidad del tema y el abordaje —"una relectura de la historia del arte del siglo XX" concentrada en "una de las aventuras inesperadas de la modernidad: el arte telepático"—, sino por la amplitud —se muestran un centenar de obras de todas las disciplinas— y el reparto de creadores: medio centenar, desde Edvard Munch y Kandinsky a Joan Miró y Sigmar Polke.
'Más allá de los códigos convencionales'
El coordinador de la muestra, el profesor de Historia de Arte en la Sorbona y escritor Pascal Rousseau, dice: "Estos artistas proporcionan formas innovadoras de comunicación con los espectadores que nos llevan más allá de los códigos lingüísticos convencionales". Estamos frente a un destacamento de pintores, escultores, videoartistas y expertos en instalaciones que practican el arte paranormal, movido por la telepatía, las drogas expansivas, el aura psíquica...
"Esta fantasía de una proyección directa del pensamiento no sólo tuvo un decisivo impacto en el nacimiento de la abstracción, sino también el surrealismo (...) y las instalaciones inspiradas en la revolución de la tecnología de la información o el sonido", añade.
'Fotografías del pensamiento'
El recorrido es cronológico: comienza cuando en 1882 cuando el psicólogo inglés Frederic W. H. Myers introdujo por primera vez la telepatía en los círculos científicos y culmina con la actual "desmaterialización del arte" en las prácticas conceptuales. Entre ambos momentos, repasa desde las primeras fotografías del pensamiento, como llamaron a los encefalogramas en principio, hasta los múltiples caminos que abrió la insistencia de los surrealistas en mostrar en toda su transparencia la actividad real del cerebro gracias al automatismo creativo.
En 1924, cuando se publicó el Manifiesto Surrealista [PDF], la telepatía estaba lejos de ser considerada una "fantasía paranormal oscura" y los artistas se entregaban a prácticas como los cadáveres exquisitos o poemas al alimón, una forma combinatoria, grupal y sólo regida por el azar, de escritura o dibujo. "Siempre presente en el mundo de la ciencia ficción, resurgida en el arte psicodélico y conceptual entre 1.960 y 1970, la telepatía reaparece hoy en las prácticas contemporáneas del conocimiento compartido", explica el coordinador.
Visualización del pensamiento
Buena parte de la exposición está dedicada, en la sección Auras, a los intentos artísticos de "visualización directa del pensamiento y de los estados emocionales". Además de muestras pioneras de psicofotografías de Hippolyte Baraduc e imágenes de lo invisible de Louis Darget, que experimentaron con la posibilidad de ver a través del cráneo y retratar el cerebro y, por extensión, el pensamiento tras la invención, en 1895, de la radiografía, el área contiene obras de artistas que intentaron la representación de los estados emocionales y los patrones de pensamiento, entre ellos Kandinsky y sus primeros tanteos con la abstracción y los retratos psíquicos de Wilhelm Morgner y Jacob Bendien.
Completan la sección diez dibujos de las Pizarras negras de Rudolph Steiner, intentos de hacer capturas de pantalla de la actividad cerebral pintados por el fundador de antroposofía, la "ciencia de la mente" que fue una gran influencia en algunos abstractos, entre ellos una de las pioneras del movimiento, la sueca Hilma af Klint, de quien se expone una colección de acuarelas. Una instalación multimedia, creada especialmente para la exposición, del artista contemporáneo Tony Oursler, reinterpreta proyecciones mentales.
El 'mapa mental' de Miró
La sección Campos magnéticos muestra una serie de obras de Miró, en la que el pintor representa auras de colores, incluyendo un "mapa mental" de estados emocionales, una "fotografía de los sueños". En Expandir la mente, dedicada a la psicodelia y el arte influido por drogas, hay "instantáneas de pensamientos" de Ted Serios, vídeos de Jordan Belson y cuadros de, entre otros, John Baldessari y Polke.
La música está presente con obras del biomúsico David Rosenboom, que produce "sinfonías cerebrales" después de transcribir la actividad mental capturada por electrodos conectados a su cabeza. La exposición termina con una instalación del francés Fabrice Hyber, que permite a los espectadores a participar en una experiencia multisensorial en una cabina.
(FUENTE: 20minutos.es)
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