Las leyendas se reinterpretan. Cualquier estudioso del folclore se da cuenta de ello. Las historias se cuentan, se transforman y se dan la vuelta mil veces. Cuando pasa de un medio a otro, sin embargo, parece que hay una brecha que hace que la nueva reinterpretación sea válida, y la original pasa a un plano de hemeroteca del que sólo se le rescata en ocasiones especiales. El proyecto de la bruja de Blair fue uno de esos casos.
La historia de unos chicos, perdidos mientras investigaban una leyenda, parece formar parte de un creepypasta moderno, o como se llamaba aquello en la era antes de internet, una leyenda urbana. La diferencia es que en vez de leerla o escucharla de boca de algún sabio del pueblo, tenemos acceso al vídeo con la parte más terrorífica de la historia. Todo había quedado grabado. Sin embargo, ese metraje encontrado tenía poco sentido sin toda la parafernalia que rodeaba a la historia. Vamos, la propia mitología que los propios chicos explicaban e investigaban.
Dicha leyenda contaba que en el invierno de 1785, Elly Kedward, una inmigrante irlandesa, fue desterrada de la ciudad de Blair después de que varios niños de la localidad la acusaran cuando, después de haberles invitado a su casa, les sacara sangre. Los padres de los niños la expulsaron del pueblo por practicar la brujería. Los aldeanos la ataron en un carro y la empujaron a los bosques en pleno invierno. Los habitantes de Blair pensaron que habría muerto de frío y volvieron a sus vidas.
En Noviembre 1786, la mitad de los niños del pueblo, incluidos los que delataron a Elly, desaparecieron sin dejar rastro. Ante el temor de una maldición, los habitantes de Blair abandonaron el lugar y juraron no volver a pronunciar más el nombre de Elly Kedwards. Esta es, a grandes rasgos, el inicio de la leyenda de la Bruja de Blair en la que creen los personajes de la película. Es curioso que aún haya gente que cree que la leyenda existía en realidad, que eran cuentos de la zona. Muchos pensarán que el engaño de los artífices de la película es brillante, pero la propia disposición a creer ese tipo de historias está también arraigada en la cultura americana. Por ejemplo, la historia de la Bruja de Bell, cuyas coincidencias con la leyenda de Kedward no son demasiadas, pero sirvió como base de la nueva historia el mero hecho de su existencia y su popularidad.
Aunque lo más interesante de la leyenda de la bruja de Bell es que sí tiene una base real. La primera referencia del embrujo de la bruja de Bell data de 1886 por el historiador Albert Virgil Goodpasture en su Historia de Tennessee en la que explicaba como la familia de John Bell, tras instalarse en una nueva granja, comenzaron a experimentar fenómenos típicos de poltergeist: la leche se derramaba, desaparecía azúcar de los tarros y algo abofeteaba a los hijos y niños pequeños mientras una voz se reía del miedo y sufrimiento de la familia. Los ataques fueron tan famosos que gente de otros estados viajaba kilómetros para presenciar alguna manifestación.
Todas los ataques se achacaban a una entidad espiritual que tenía voz y atributos de mujer. Se la llamó la bruja de Bell y algunos sostenían haberla tocado y hablado con ella. Se creía que podía ser el espíritu de Kate Batts, una vecina malhumorada y anciana a la que John Bell habría estafado en una pugna de tierras. Cuando murió, juró que se vengaría de Bell y su descendencia. En la guía básica de Tenessee de 1933, se daban más detalles de sus ataques a la familia, como que le lanzaba platos a los Bell y la tenía tomada, sobre todo, con su hija Betsy. Por las noches chillaba para evitar que la familia pudiera descansar.
Tan conocida fue la historia en sus días que, incluso el futuro presidente de Estados Unidos Andrew Jackson quiso acercarse con sus hombres a la granja de los Bell para investigar si lo que decían que pasaba tenía base real o era una farsa. Al parecer, nada más entrar en el pueblo se les apareció, bloqueando la caravana en la que se movían. Esa misma noche, la bruja se encontró con Jackson, que decidió poner pies en polvorosa de la zona.Tras muchos años de tormento, John Bell cayó gravemente enfermo en 1820, y cuando murió en diciembre, se cuenta que el espíritu cantaba de gozo durante su funeral, atribuyéndose su muerte. Después de aquello, la bruja se fue, prometiendo que volvería en siete años. Pasado ese tiempo se le apareció al hijo de la familia para revelarle profecías sobre la Guerra Civil y las dos Guerras Mundiales. Actualmente, se cree que la bruja habita una cueva de los terrenos circundantes y los descendientes de los Bell afirman que siguen notando su presencia (hasta han hecho un reality sobre el tema).
Obviamente, toda leyenda tiene sus teorías para desmontarla. La más conocida es la que sugiere que todo fue una argucia de Richard Powell, profesor de Betsy Bell y Joshua Gardner, de quien estaba enamorado la hija de los Bell. Al parecer, el profesor estaría enamorado a su vez de la muchacha y querría tratar de fastidiar su relación con Gardner. Así se explicaría que la mayoría de trucos fueran hacia la chica y el muchacho, con la intención de asustarlo. Por esta u otras causas, el joven rompió con Betsy y esta acabó con su profesor. Aunque esta teoría no explica muchas de las manifestaciones de la bruja.
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