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domingo, 20 de noviembre de 2016

En el futuro, el fanatismo religioso será tratado como una enfermedad mental


Al escuchar fundamentalismo religioso seguro que piensas en alguna religión de medio oriente o agrupaciones radicales como el ISIS. Pero no. Kathleen Taylor es escritora e investigadora de la Universidad de Oxford, especializada en neurociencia. Según sus palabras: todo acto de radicalización a un culto o una idea, puede comenzar a tratarse como una enfermedad mental.

El contexto fue luego de que un asistente del Hay Literary Festival in Wales (festival que reúne escritores, poetas, científicos y comediantes) le preguntara sobre el futuro de la neurociencia. La respuesta de Taylor, según señala The Times London, fue nada menos que: “Una de las sorpresas podría ser ver personas con ciertas creencias como personas que pueden ser tratadas mentalmente”. Sutil. No obstante, fue enfática al mencionar que no se refería a “candidatos obvios como el radicalismo Islam”.

Esta no es la primera vez que Kathleen Taylor aborda temas religiosos como enfermedad mental. En el 2006 escribió “Brainwashing: The Science of Thought Control” (Lavado de cerebro: La ciencia del control del pensamiento). Un video explicando su libro.

Los estudios que vinculan al fanatismo religioso con enfermedades mentales no son nuevos en E.E.U.U. Stephanie Mihalas, profesora y psicóloga clínica de la Universidad de California de Los Ángeles, se ha dedicado a estudiar cómo afecta el fanatismo religioso en los niños y adolescentes. Mihalas explica que “si bien practicar la religión puede parecer algo positivo, esto podría ser algo negativo al llevarlo al extremo”.

“Los comportamientos ritualistas pueden reflejar una ansiedad en los niños y en determinados casos, no sería algo más espiritual que el lavado de manos frenético o temer a caminar sobre las grietas. Los niños temen si no obedecen las reglas religiosas a la perfección”, narra Carole Lierberman, psiquiatra de Beverly Hills.

Pero vamos, tampoco es para ponernos paranoicos. Así como una serie de investigadores del área de la psiquiatrica critican el fervor religioso, otros defienden los actos de fe como actos que podrían mejorar el bienestar. Por ejemplo Bill Hathaway, psicólogo clínico y decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Regent sostiene que “la religión, al relacionarse con los niños, provoca mayor autoestima, mejor rendimiento académico y menores tasas de consumo de drogas o conductas delictuales”.

(FUENTE: pousta.com)

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