Diez millones de peregrinos hindúes y centenas de ascetas desnudos con el cuerpo cubierto de cenizas se bañaron este miércoles en las aguas sagradas del Ganges, en Haridwar, en norte de la India, con ocasión de una de las fiestas religiosas más importantes del mundo.
La fecha, determinada por los astrólogos, es el día del 'principal baño real' de 'Kumbh Mela', un rito religioso que permite a los hindúes lavarse de sus pecados e interrumpir el ciclo de reencarnación.
La fiesta conmemora una batalla de la mitología hindú en la que los dioses y los demonios se disputaba un cántaro que contenía el néctar de la inmortalidad. Según la mitología, durante la batalla, algunas gotas del néctar cayeron en cuatro lugares diferentes -Allahabad, Haridwar, Ujjain y Nasik-, por lo cual el 'Kumbh Mela' se celebran alternativamente en esas cuatro ciudades.
"Estar aquí en el día del principal baño real es el momento más importante de mi vida", dice Nijunj Beriwal, 51 años, oriundo del estado de Bengala Occidental, este de India, a miles de kilómetros de la ciudad santa de Haridwar, situada donde el río baja de las montañas del Himalaya antes de iniciar un recorrido de 2.500 km.
"Más de 10 millones de personas se bañaron el miércoles" y "más de 40 millones de peregrinos estuvieron en las explanadas que llevan al Ganges" desde el inicio de las festividades, que van del 14 de enero al 28 de abril, indicaron los organizadores. Camiones, autobuses y trenes repletos transportan a familias enteras, de todas las castas y tribus de la sociedad india, al sitio de 130 km2, donde participan en la ceremonia en un ambiente de fervor religioso.
Centenas de 'Naga Sadhus', ascetas que se consideran como los guardianes de la fe hindú y viven recluidos en las montañas del Himalaya, iniciaron su baño ritual en el mismo momento, blandiendo tridentes, espadas y bastones antes de zambullirse en el agua fresca del río.
Miles de espectadores, entre ellos muchos turistas extranjeros, contemplan el baño sagrado de esos hombres desnudos y cubiertos de cenizas que hacen gala de una larga barba y dedican su vida a la meditación. "Es desconcertante, caótico y maravilloso", dice entusiasmado Peter Hans, un alemán de 22 años. "Pienso que no hay riesgos porque la atmósfera festeja con calma, pero la policía es severa con la multitud", comenta Hans.
Un importante dispositivo de seguridad, que moviliza 16.000 policías, vigila el lugar, particularmente los accesos a los puentes, para evitar las avalanchas. En el año 2003, decenas de personas habían muerto aplastadas por un movimiento repentino de la multitud.
(FUENTE: AFP)
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