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sábado, 20 de febrero de 2016

La convivencia hace que los cuerpos de la pareja sean más similares, según un estudio


Vivir en pareja bajo el mismo techo implica compartir experiencias y tener un proyecto común. Pero no solo eso. También puede suponer compartir comida, actividades deportivas, horarios de sueño y cuarto de baño, por no hablar de la saliva o incluso de cepas de virus de la gripe o del resfriado.

Sea esto una experiencia placentera, o no, siempre tiene consecuencias directas sobre el cuerpo humano. Un estudio publicado en la revista «Nature Inmunology» ha llegado a la conclusión de que la convivencia hace que los cuerpos de ambas personas tiendan a parecerse. En concreto, los sistemas inmunológicos comienzan a hacerse similares.

«Las variaciones del sistema inmune tienden a reducirse en un 50 por ciento (en personas que conviven), lo que es un efecto extremadamente profundo», ha dicho Adrian Liston, investigador de Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica. «Es un efecto mayor del que ves cuando una persona envejece 40 años».

Después de tomar muestras de sangre de 670 personas, de entre 2 y 86 años, los científicos contaron el número de células inmunes de ellas en 54 estados de activación distintos. Después, tomaron muestras de la cuarta parte de esas personas durante un período de seis meses para seguir la evolución de sus sistemas inmunes. Además, evaluaron la respuesta de sus células de defensa después de las infecciones.

Después de todo esto, observaron que aquellas personas que convivían tendían a tener sistemas inmunes más similares, sobre todo a causa de la adopción de dietas y estilos de vida comunes, un fenómeno conocido como «concordancia de pareja». Además, dado que es muy probable que las personas que vivan en una misma casa tengan los mismos niveles de exposición a sustancias tóxicas o a niveles de polución, sus sistemas inmunes también sufren unos niveles similares de «agresión».

Los bebés: conductos de microbios
Los microbios también tienen un papel muy importante en la homogeneidad de los sistemas inmunes. Las bacterias y hongos que se acumulan en las superficies de casa, facilitan que la flora intestinal adquiera ciertas similitudes. En el caso de que una pareja viva con sus hijos, resulta que los pequeños pueden convertirse en «conductos microbianos», auténticas autopistas que transportan la suciedad desde el hogar a los padres.

«No es muy agradable imaginárselo, pero la forma más sencilla de transmitir la flora intestinal es a traés de la ruta oral-fecal, y ambos padres tienen la tarea de cambiarle los pañales al bebé», ha dicho Liston en «New Scientist». Los besos y la lactancia son otras formas mucho más agradables, pero también efectivas, para compartir la microbiota.

¿Compartir sistemas inmunes y microbios es malo? Depende. En opinión de Valerie O’Donnell, otra investigadora que ha participado en el estudio y que trabaja en la Universidad de Cardiff: «Puede ser malo o bueno en función de cómo converjan (los sistemas inmunes)». Algunos cambios hacen a las personas más sensibles a las infecciones, o al contrario, pueden fortalecerla. Sea como sea, compartir, microbios y sistemas inmunes, es vivir.

(FUENTE: abc.es)

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