Un proyecto internacional de investigación de tres años de duración y dirigido por dos académicos de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, ha descubierto que el ser humano tiene una tendencia natural a creer en dioses o agentes sobrenaturales, así como en la vida después de la muerte.
Según publica la propia Universidad de Oxford en un comunicado, el proyecto implicó a 57 investigadores, que realizaron más de 40 estudios independientes, en un total de 20 países.
Los países escogidos eran representantes tanto de sociedades tradicionalmente religiosas como de sociedades generalmente ateas. De esta forma, la investigación ha abarcado un amplio espectro de culturas y perspectivas.
A partir de los resultados obtenidos en dichos estudios (que fueron tanto analíticos como empíricos), los científicos concluyen que los seres humanos están predispuestos a creer en dioses y en la vida después de la muerte, y que tanto la teología como el ateísmo son respuestas razonadas a un impulso que es básico en la mente humana.
Estudio interdisciplinar
Los investigadores señalan que el proyecto no fue realizado para probar la existencia o no de Dios, sino para tratar de comprender si conceptos como el de la divinidad o la vida después de la muerte pueden ser enseñados o, por el contrario, son expresiones básicas de la naturaleza humana.
Con esta finalidad, “The Cognition, Religion and Theology Project”, como fue bautizada la iniciativa, aplicó una metodología multidisciplinar. La investigación ha combinado así en su desarrollo la antropología, la psicología, la filosofía y la teología.
Los hallazgos obtenidos serán publicados en dos libros escritos por Justin Barrett, investigador del Centre of Antrophology and Mind de la Universidad de Oxford y co-director del proyecto.
Por otra parte, Roger Trigg, también co-director del proyecto e investigador del Centro Ian Ramsey de la Facultad de Teología de la Universidad de Oxford, también ha escrito un libro titulado “Equality, Freedom and Religion” (“Igualdad, libertad y religión”), en el que ha aplicado los resultados de la presente investigación al tema de la libertad religiosa, según informa el propio Centro Ian Ramsey.
Omnisciencia y vida después de la muerte
La Universidad de Oxford publica que algunos de los hallazgos del “Cognition, Religion and Theology Proyect” han sido los obtenidos en estudios realizados por Emily Reed Burdett también de la Universidad de Oxford, y por el mencionado Justin Barrett.
En ellos, se constató que para los niños menores de cinco años es más fácil creer en algunas propiedades sobrehumanas que comprender ciertas limitaciones humanas.
Por ejemplo, en estas investigaciones se preguntó a niños pequeños si sus madres podrían conocer el contenido de una caja, al que en realidad ellas no tenían acceso. A la edad de tres años, los niños solían afirmar que creían que su madre –y Dios- podía saber siempre lo que la caja contenía.
A la edad de cuatro años, sin embargo, los niños comenzaron a comprender que sus madres no eran omniscientes, aunque continuaron creyendo en agentes sobrenaturales que podían conocer y saber todo, como Dios o los dioses.
Por otro lado, experimentos llevados a cabo con adultos, y dirigidos por Jing Zhu, de la Universidad Tsinghua de China, y Natalie Emmons y Jesse Bering, de la Universidad Queen de Belfast, han constatado que los individuos de muchas culturas distintas creen instintivamente que alguna parte de su mente, alma o espíritu vivirá después de su muerte.
La realización de estos estudios demostró que la gente es naturalmente “dualista” por lo general, es decir, que para la mayoría de las personas resulta fácil concebir la separación de la mente y el cuerpo.
Conclusiones
Según Justin Barrett, del análisis del porqué las creencias y las prácticas religiosas persisten en las sociedades de todo el mundo se desprende que los vínculos sociales que propician las religiones favorecen que los individuos cooperen como sociedades.
Por el contrario, añade Barret, “hemos descubierto que es menos probable que la religión prospere en las poblaciones de las ciudades de países desarrollados, en las que ya existen potentes redes de apoyo social”.
Roger Trigg, por su parte, señala que “hemos reunido un corpus de evidencias que sugieren que la religión es un factor común de la naturaleza humana, y que se produce en sociedades muy diversas. Esto supone que los intentos por suprimir la religión tenderán a tener una corta vida porque el pensamiento humano hunde sus raíces en conceptos religiosos, como la existencia de agentes sobrenaturales o dioses, y la posibilidad de que existan la vida después de la muerte o la vida antes del nacimiento”.
(FUENTE: tebdencias21.net)
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