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martes, 15 de junio de 2010

Una miraba a la magia tradicional sudafricana


¿Problemas en el amor? ¿Teme a la mala suerte? ¿Preocupado por la cosecha de este año? Tranquilo, no es nada que no se pueda resolver con un murciélago disecado, un cráneo de mono o un cuerno de antílope.

La medicina tradicional sudafricana sigue muy vigente en el siglo XXI y por pocos dólares se pueden conseguir exóticos remedios y misteriosas pociones para enfrentar enfermedades y problemas de toda índole. Eso sí, con la ayuda de un experto y acudiendo al lugar indicado.

El mercado de Faraday, ubicado en el centro de Johannesburgo, tiene esos llamativos productos y muchos más.

Algunos son inimaginables, como una iguana de más de un metro de largo secándose bajo el tórrido sol de mediodía.

Yo trabajo aquí desde hace años y cualquier problema que tenga se puede curar con nuestra medicina, dijo Mamiyeni, una oronda mujer de 67 años que hace preparaciones a base de hierbas, vestida con un traje turquesa y un tradicional pañuelo africano color crema ne la cabeza.

A este curioso centro de medicina alternativa, llamado por los locales ezinyangeni –el lugar de los curadores–, acuden desde hace más de dos décadas los artífices de esta tradición africana para intercambiar recetas y conseguir los raros ingredientes necesarios para sus preparaciones.

Cientos de personas trabajan en esta particular farmacia al aire libre, en su mayoría apostados en el suelo, donde muestran su mercancía en viejas mantas o resguardados en puestos improvisados, mientras compradores y curiosos se pasean por el área de unos mil metros cuadrados.

Algunos de los vendedores muestran recelo ante el visitante y se niegan a contestar preguntas o revelar los condimentos de los preparados que ofrecen. Otros reciben a los turistas con amplias sonrisas y se muestran dispuestos a compartir sus conocimientos. Pero no todos sus secretos.

Los remedios no son nada sin un buen especialista que los aplique. En Faraday hay varios tipos de doctores: los curanderos que utilizan preparados a base de animales; los inyangas, quienes usan hierbas para las recetas, y los sangomas, expertos en comunicarse con los espíritus ancestrales y leer el futuro lanzando huesos de animales.

Memba, un inyanga de 52 años que utiliza todo tipo de tubérculos, raíces, hojas y flores secas para sus preparaciones, acude a comprar materia prima para otros negocios que tiene con su familia en el resto del país.

Este sanador tradicional explicó que todas las partes de los animales se aprovechan, ya que cada una se utiliza para una medicina distinta.

Por eso se ven huesos de todo tipo, destacó el escuálido curandero, cuya barba sin afeitar dejaba entrever una blanca sonrisa.

Una mano de mono, por ejemplo, sirve para hacer un polvo que, mezclado con las hierbas adecuadas, es arrojado a las tierras en el momento de la siembra para asegurar una buena cosecha.

Las recetas del mercado incluyen pastas para superar problemas sexuales, diabetes, dolores musculares y hasta dolores de muelas, según aseguran los diferentes carteles en la entrada principal.

En muchos puestos se ven botellas de vidrio, que originalmente albergaron bebidas de cola, whiski o amarula, clásico licor que se produce en el país, con pócimas de diferentes colores y texturas, algunas líquidas y otras viscosas. Uno de los preparados más populares es la becka, especie de zanahoria pequeña que se pica para alejar a los malos espíritus, explicó Memba.

Polvo de huesos y vegetales blancos

El inyanga relató que la becka se potencia con polvo de huesos u otros vegetales blancos, ya que éste es el color que representa la pureza y que da mejores resultados para espantar a los malos espíritus.

A pocos pasos de allí, un grupo de obreros comía con avidez un guiso de cabeza de oveja, mientras una señora esperaba pacientemente que le despacharan unas rodajas de piel de serpiente en una bolsa de plástico celeste.

Otra preparación común para la buena suerte es una mezcla de hierbas con pezuñas de búfalo.

El cliente lego no siempre se va con respuestas. Una vendedora, que no quiso decir su nombre, se negó desconfiada a revelar el origen de unos gigantescos huesos que adornaban su puesto, pero aseguraba tener una poción secreta para solventar problemas sentimentales por tan sólo 40 rands (unos seis dólares).

Entre extraños colores de sacos llenos de poderosas hierbas ancestrales y pieles de serpiente, un mono disecado con el cráneo rebanado y la tapa de los sesos colgando atrae la mirada estupefacta de los transeúntes no habituales.

Pero Memba tranquiliza a los visitantes. No, yo no hago nada para hacer el mal, aseguró.

(FUENTE: lajornada.unam.mx)

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