Richard Wiseman, profesor de psicología en la Universidad de Hertfordshire, realizó una investigación con todo el rigor de la ciencia acerca de la suerte, en la cual estudió los casos de más de 1.000 personas que parecían tener las peores de las fortunas.
De acuerdo con Wiseman, las personas sí pueden cambiar su suerte, ya que ésta no es algo paranormal, sino un hecho que se crea con pensamientos y actitudes ante la vida; para probarlo enseñó a las personas a cambiar su destino.
Al final 80% de las personas que siguieron los consejos de lo que Wiseman llamó La escuela de la suerte, dijeron que su panorama había cambiado. En promedio, estas personas estimaron que su suerte había aumentado en más del 40% y, además, eran más felices.
Los cuatro consejos de Wiseman para cambiar el destino son:
1- Maximizar oportunidades: Richard asegura que la gente afortunada actúa sobre las oportunidades que encuentra en su vida. Según Wiseman ciertos tipos de personalidades tienen más suerte, ya que tienden a crear escenarios que maximizan las oportunidades: más tiempo con los demás, posibilidades más interesantes. Las personas ansiosas tienen menos probabilidades de darse cuenta y aprovechar las oportunidades.
2- Escuchar las corazonadas: la gente afortunada actúa según sus intuiciones en muchas áreas de sus vidas. Casi el 90% de las personas afortunadas dijo que confiaba en su intuición cuando se trataba de relaciones personales, y casi el 80% aseguró que ésta jugó un papel vital en su carrera y en sus decisiones financieras. Y la intuición no es magia. Investigaciones han demostrado en diversas ocasiones que a menudo es válida. La gente con mala suerte suele no seguir su intuición ya que no sabe de dónde viene y se siente ansiosa por eso y por la decisión que debe tomar.
3- Esperar la buena fortuna: ser optimista. En promedio, las personas afortunadas pensaron que había una probabilidad del 90% de pasarla muy bien en sus próximas vacaciones, y una probabilidad del 84% de lograr al menos una de sus ambiciones en la vida. Y aunque pueda sonar ingenuo, resulta que mientras que los pesimistas ven el mundo con mayor precisión, los optimistas son más propensos a tener suerte porque sus ‘delirios’ o ‘autoengaños’ -si así lo quieren ver- los empujan hacia las nuevas oportunidades. Así que ser un poco iluso puede ayudar, porque el exceso de confianza aumenta la productividad, sesga positivamente, disminuye el estrés y aumenta la tolerancia al dolor, al tiempo que mejora el trabajo en equipo.
4- Darle la vuelta: la gente afortunada no siempre tiene suerte, pero maneja la adversidad de manera distinta a las personas con mala suerte y ve el lado positivo de la situación. Sobre todo porque estas personas están convencidas de que cualquier tropiezo en su vida traerá a la larga algo mejor y, en consecuencia, toma medidas constructivas para evitar más mala suerte en el futuro. Así que ante la decepción no hay que renunciar a un nuevo futuro ni encerrarse en casa porque eso no ayuda.
(FUENTE: elsol.com.ar)
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