Las calles están pobladas de toda forma de ganarse la vida. Una de ellas, junto con los que leen las “cartas”, se encuentran hombres y mujeres que “curan” del susto a las personas, especialmente niños, con la antigua práctica de la “chupada”.
En Huancayo, los encontramos en el pasaje Coz en las inmediaciones del Mercado Modelo y junto al templo de La Inmaculada. Ellos están sentados sobre una banquita, con un balde de flores y yerbas remojadas a su lado y entre manos una botellita con los secretos de los siete espíritus, esperando a sus ocasionales clientes.
Las calles están pobladas de toda forma de ganarse la vida. Una de ellas, junto con los que leen las “cartas”, se encuentran hombres y mujeres que “curan” del susto a las personas, especialmente niños, con la antigua práctica de la “chupada”.
En Huancayo, los encontramos en el pasaje Coz en las inmediaciones del Mercado Modelo y junto al templo de La Inmaculada. Ellos están sentados sobre una banquita, con un balde de flores y yerbas remojadas a su lado y entre manos una botellita con los secretos de los siete espíritus, esperando a sus ocasionales clientes.
La gente, ya sabe, especialmente las madres de familia que llevan a sus pequeños para este tratamiento ambulatorio con el pago solidario de cincos soles, o con lo que tenga en el bolsillo, porque se trata de un acto humanitario.
ABUELITA Y SU HIJA. Numerosas madres de familia, sosteniendo en sus brazos a sus bebés: pálidos, ojerosos amarillentos y rostros demacrados, llegan al pasaje Coz, para ser curados del susto con una tierna “chupadita” por la abuelita Eladia Suárez Vilcapoma (98) y su hija Nilda Orihuela Suárez, quienes utilizan una técnica especial.
Y en la esquina de Omar Yali y Huamanmarca está Martín de la Cruz, un pintoresco longevo de 83 años, nacido en Cuenca-Huancavelica.
Martín primero saca la Biblia y reza, luego empieza a “chupar”, y al final le sirve una copita de cordial, un remedio preparado a base de hierbas.
CÓMO LO HACEN. Estos curanderos, que generalmente son mayores de edad, toman un sorbo del agua convenientemente curada y van chupando al paciente empezando por la cabeza, continúan por
los brazos, pulmones, corazón, barriga, piernas, terminando en los pies.
A medida que van avanzando arrojan el agua al suelo en medio de oraciones e interjecciones. Generalmente el agua es más salada pese a la poca sal que contiene, lo que a su entender quiere decir que ha salido el susto del cuerpo.
A continuación, le dan de beber algo de la pócima del balde para que el enfermito se recupere interiormente, si no está “ñatido” o le ha agarrado el “chacho”; entonces, habría que hacer otro tratamiento como la “pasada” de huevo, el “pago” a la tierra, un “baño” de flores o la “juveada” de cuy.
¿Qué es el susto? Los niños siempre están propensos al susto, en la casa, la calle o la escuela. También cuando alguien como dicen le han “ojeado”. Algunos porque se han caído.
SÍNTOMAS. Los niños Lloran, no puede dormir, se sobresaltan, tienen los ojos hundidos, no tienen hambre y enflaquecen. Las madres ya lo saben, por eso, inmediatamente acuden al”chupador” para una “chupadita”. Esta es una forma de la medicina tradicional o casera en los pueblos que no entienden los “doctores” ni las farmacias, ni las boticas. Aquí no hay consultas, recetas, ni medicinas de marca o básicas.
También los papás y las mamás lo hacen. Ud. también puede ser un “chupador”, la única condición es que tenga algo de “chamán” y un espíritu fuerte para vencer a los malos espíritus como lo tienen los curanderos de la calle Ica, en Huancayo.
ABUELITA. Eladia Suárez tiene 93 años y el segundo domingo de mayo cumplirá 93 años, y lleva 70 años curando bebés.
(FUENTE: diariocorreo.pe)
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