Esta es una nota sobre monstruos, pero monstruos verdaderos. Criaturas que alguna vez pisaron o nadaron en la Tierra y, menos mal, no llegaron hasta nuestros días. Tres de ellos, sin embargo (y vaya uno a saber por qué), se convirtieron en estrellas del cine y la literatura. ¿Quién no recuerda a King Kong con Jessica Lange asustada y rodeada por una manota peluda? ¿Y a Nessie, la criatura de un lago escocés, en El lago Ness? ¿O al calamar gigante, terror de los barcos, en La venganza del Kraken? Bueno, todos ellos existieron. Y como la realidad suele superar a la ficción, los verdaderos fueron más terroríficos y sanguinarios.
“Obviamente, fue a través de la ciencia que se demostró que esas criaturas vivieron alguna vez: la ciencia nos ha ayudado a encontrarlos, a ubicarlos en el tiempo y a estudiarlos”, le comenta a Viva Benjamin Radford, un investigador estadounidense que se convirtió en el buscador de monstruos (criptozoólogo) más famoso del mundo.
“Es interesante ver cómo en la época anterior a que la investigación ampliara nuestro conocimiento del mundo, las personas tomaban como ciertos algunos mitos”, agrega. Y es verdad: como prueba están los dragones, los centauros y los unicornios, entre otros.
Lo que ocurre ahora, además, es que hay algunas creencias como las del dinosaurio vivo, gente que aún piensa que algunas de esas bestias, como Nessie, todavía están allí, ocultas en algún lugar, aunque de ese monstruo, por ejemplo, no haya reportes desde 2011. Entonces buscan al Yeti (en 2013 se demostró que es una especie de híbrido entre oso polar y oso pardo) o al Chupacabras (en la mayoría de los casos investigados, terminó siendo un perro o un coyote), o al Nahuelito, que viviría en la Patagonia, en el Nahuel Huapi (desde 2009 no hay registros de avistamientos). “¡A los humanos les gustan las buenas historias, por eso triunfan las leyendas!”, advierte Radford.
Larga vida al rey Kong. El simio más famoso del cine es el primer monstruo que la criptozoología encontró. En la pantalla lo vimos casi invencible, luchando hasta el final, pegándoles a los helicópteros como si fueran mosquitos. El verdadero vivió hace un millón de años en lo que hoy son los territorios de China, India y Vietnam y se extinguió hace 100 mil años. Era el Gigantophitecus, el simio más grande de la historia (un orangután, en vez del gorila Kong). Según informa el Centro Senckenberg de Evolución Humana y Paleoambiente en la Universidad de Tübingen y del Instituto de Investigación Senckenberg en Frankfurt, desapareció por su incapacidad para adaptarse a los cambios. Medía más de 3 metros y pesaba entre 200 y 500 kilos. Sus fósiles fueron descubiertos por el paleoantropólogo Gustav von Koenigswald en 1935 (justo, la primera King Kong se estrenó en 1933); los encontró en medio de una colección de huesos de una farmacia china. “Desafortunadamente, hay muy pocos hallazgos fósiles de Gigantopithecus, sólo se conocen unos dientes grandes y huesos de la mandíbula inferior, pero sabemos que era vegetariano”, explicó Hervé Bocherens, del Centro Senckenberg de Evolución Humana y Paleoambiente de la misma universidad. “Nuestros resultados indican que los grandes primates sólo vivían en el bosque y obtenían sus alimentos de este hábitat”, explica Bocherens, y agrega que “el Gigantopithecus era exclusivamente vegetariano: comía bambú, básicamente, pero también otras cosas”.
Kraken, el terror de los mares. Las primeras señales del Kraken se encuentran en la mitología nórdica. De hecho, kraken es una palabra noruega que significa monstruo marino legendario. El biólogo español Angel Guerra, autor de varios libros sobre los “gigantes de las profundidades”, le cuenta a Viva cómo ese animal pasó de lo mitológico a la realidad: “La leyenda comenzó con los romanos y siguió viva hasta que, en 1857, se descubrió que el Kraken, en realidad, era un calamar gigante. Empezaron a aparecer varios ejemplares varados en las playas, incluso en el siglo XVI llevaron uno al rey de Dinamarca oliendo a muerte. El mito lo crearon los escandinavos en la Edad Media y fue el biólogo danés Japetus Steenstrup el que, a partir de unos trozos guardados en el Museo de Historia Natural de Copenhague, convirtió a esa bestia en el príncipe de los calamares (Architeuthis Dux) y lo describió como un cefalópodo (animal con tentáculos/pies en la cabeza). De ser una leyenda pasó a considerarse un animal real”.
En 2013, más allá de las conclusiones del biólogo Steenstrup, se hallaron vestigios de uno de los ejemplares más grandes. El investigador del Mount Holyoke College, en Massachusetts, Estados Unidos, Mark McMenamin, mostró pruebas sobre la existencia pasada de un enorme monstruo de más de 30 metros de largo, parecido al Kraken. Según informó el portal Discovery News, la más valiosa y significativa de las evidencias sobre esta criatura era la punta de su pico con forma de diente. “Es la parte más densa del cuerpo de un cefalópodo y la que tiene más probabilidades de conservarse en el registro fósil”, comentó con entusiasmo el paleontólogo McMenamin en el canal de televisión Discovery.
Hoy existen varios calamares gigantes que sobrevivieron en el tiempo a ese monstruo de 30 metros. En 2012 se logró una de las primeras filmaciones con detalles del cuerpo estilizado de uno de ellos. ¿Por qué no se había encontrado antes? El biólogo Angel Guerra lo explica a Viva: “El calamar gigante vive en profundidades de entre 250 y 1.500 metros, y el de la Antártida entre 800 y 1.500 metros. Se han hecho intentos de filmarlos desde 1996 en Azores, luego en Australia, Nueva Zelanda, y hasta en Asturias (2001 y 2002), pero sólo se ha conseguido una buena filmación en Japón, en 2012, gracias a un mini submarino tripulado que los grabó a 630 metros bajo el nivel del mar”.
McMenamin sigue convencido de que existió la bestia colosal de 30 metros de largo cuyos tentáculos, tranquilamente, podrían haber hundido barcos, como en los relatos de Julio Verne. Le dijo a Viva que “las fauces le servían al animal como una herramienta eficaz para acabar con sus presas”.
Nessie, el del lago. La leyenda del monstruo del Lago Ness nació hace 81 años, cuando el cirujano R. K. Wilson tomó una foto que sorprendió: un animal gigantesco de cuello largo asomando de las aguas. En 1994 se demostró que la foto era un fraude. Pero a nadie le importó. El mito vive. El inglés Steve Feltham es uno de los buscadores más aguerridos de Nessie. Sus ganas de encontrarlo aparecieron cuando tenía apenas 7 años.
“Fue este monstruo el que sedujo mi imaginación. Es un enigma que siempre quise develar. Sólo tengo un interés pasajero por el Yeti, Pie Grande y otros misterios criptozoológicos, pero no me enganché con ninguno”, le relata a Viva. Y agrega: “La respuesta a mi misterio está en una masa de agua de 37 kilómetros de largo por 1,6 kilómetro de ancho. La buscó fervientemente desde 1991”.
¿Pero Nessie existió alguna vez? Si es como todos lo imaginan, de cuello largo y aletas muy grandes, sí. Vivió hace unos 199 millones de años. Y era verdaderamente monstruoso. Nadaba en varios océanos del mundo y hasta había un ejemplar en aguas antárticas.
Los ejemplares más grandes podían superar los 20 metros de largo. Tenía dientes cónicos, carnívoros y se alimentaba de otros reptiles marinos más chicos e incluso, de otros de su misma familia.
Feltham, que tanto lo busca, dice que la gente asocia a Nessie con uno de esos gigantes marinos, pero que, en realidad, lo que ven algunos observadores del Lago Ness puede ser “un pez gato con el cuerpo encorvado. He tenido que cambiar mi opinión poco a poco. Sin embargo, el misterio del monstruo durará para siempre y seguirá llevando gente hasta Escocia”.
La lista de bestias que fueron “desenmascaradas” podría continuar, pero a pocos les importa. La fuerza de una leyenda es más poderosa y nadie podría erradicarlos de la cultura popular. De hecho, según algunas corrientes psicológicas, viven en nuestra mente y nos ayudan a crecer, a superar miedos y a sentir que ellos son los monstruos y no nosotros.
(FUENTE: clarin.com)
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