Esteban Cruz, antropólogo e historiador, explicó en Mascotas BLU las razones del por qué los gatos negros son asociados con prácticas de brujería y todos los mitos “oscuros” alrededor de estos animales.
Explicó que en la época romana los egipcios les regalaban a los emperadores un gato como presente porque se pensaba que era de buena suerte, pero tiempo después el cristianismo empezó a generar en Europa varias “instituciones violentas para consolidar la sociedad, por ejemplo, la inquisición, y crean la idea que hay brujas y seres que pueden hablar con el demonio”.
“Es ahí en ese momento cuando se empiezan a ver gatos negros pintados por un montón de artistas. Los cuadros de Goya, por ejemplo, tenían monstruos, hogueras y brujas, y siempre al lado de ellas aparecía un gato negro, que representaba el demonio”, añadió.
Por eso, dijo Cruz, se crearon mitos a través de la historia que hablaban de una supuesta relación entre los gatos negros y lo diabólico, lo oscuro, lo del más allá y lo demoniaco.
La otra cara de la moneda
Agregó que, por su parte, en Irlanda e Inglaterra, los gatos negros siguen siendo vistos como animales de buena suerte porque la inquisición no alcanzó a llegar hasta allá en la edad media.
“Encontrarse un gato negro en estos países representa prosperidad. Un gato negro acostado a la cabecera de la cama, representa una vida más longeva, por ejemplo”, agregó el antropólogo.
Los rituales en la actualidad
Lamentó que en muchos lugares del mundo todavía se hacen rituales satánicos y de magia negra con estos animales.
“Hay una tradición llamada ‘La noche de San Juan’ y en ella se queman gatos negros en bolsas y se les pegaba porque se pensaba que así se acababa con el mal”, dijo.
Cruz fue enfático y contundente en rechazar estos actos, llevados a cabo principalmente en pueblos portugueses y españoles, y decir que “un gato no es de mala suerte”.
“Encontrarse un gato negro no es de mala suerte, es de mala suerte para un gato negro encontrarse con una persona ignorante”, sentenció.
(FUENTE: bluradio.com)
En el último párrafo podemos encontrar una gran verdad.
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