En las largas noches invernales hordas de monstruos recorren las calles de Austria, con los ojos inyectados de sangre, para ahuyentar a los malos espíritus.
En Schwadorf, cerca de Viena, los cuernos, los trajes y las campanillas lúgubres de estos personajes dan miedo. Aun así cientos de personas asisten al "Krampuslauf", desfile de criaturas demoníacas.
"Hacemos prosperar la tradición de ahuyentar a los malos espíritus asustándolos", explica con un látigo en la mano Ernst Eigner, un participante en el desfile.
Como miles de austríacos, este administrador de bienes cambió su traje y corbata por una velada de disfraces diabólicos.
"Nos las arreglamos para parecer crueles, pero nuestros látigos son de crin de caballo. La gente no siente prácticamente nada cuando le pegamos", asegura.
En Schwadorf el ambiente es festivo, salvo una niña que llora.
Seres híbridos
En los últimos años, el "Krampus" ha cobrado protagonismo. Atrás quedan los tiempos en los que estos seres se contentaban con apoyar a San Nicolás de casa en casa para "castigar" a los niños que se habían portado mal, cuenta la etnóloga Helga Maria Wolf. El personaje ya era popular en el siglo XVI.
En Austria existen otros seres tradicionales, los "Perchten", unos espíritus benéficos y maléficos encargados de ahuyentar al invierno, una tradición probablemente de origen pagano que se mantiene en algunos valles alpinos, como en Gastein, cerca de Salzburgo.
Con el tiempo los Krampus y los Perchten se fusionaron en "seres híbridos" bajo influencias de lo más variado: desde películas de terror al heavy metal, observa Wolf.
La cantidad de grupos (unos 850) y de "Krampus" (alrededor de 10.000 aparte de los "Perchten") obliga a las autoridades a extremar la vigilancia, porque con frecuencia se registran incidentes.
El anonimato propiciado por las máscaras y el consumo de alcohol degeneran a veces en peleas o en agresiones sexuales, como la sufrida recientemente por una joven en Zell bei Ebenthal, en el sur del país.
Preocupados por su reputación, representantes de algunas asociaciones se manifestaron a cara descubierta a finales de noviembre en Klagenfurt, en Carintia, para denunciar cualquier amalgama entre ellos y "casos aislados".
Por decisión parlamentaria, los desfiles de monstruos están exentos de la aplicación de la ley que prohíbe taparse el rostro, una de las medidas de lucha contra la amenaza terrorista.
'Contrapeso a la mundialización'
Además de los Krampus, las peculiaridades regionales se han puesto de moda en el país, como la Lederhose (calzones cortos de cuero) que visten incluso los jóvenes.
"Se observa una vuelta a las raíces no sólo en los trajes sino también en las expresiones locales o las denominaciones de origen. Es un contrapeso a la mundialización, aunque el fenómeno ha comenzado en los años 1970", analiza la etnóloga.
Con su carácter transgresor y lúdico, los Krampus también se enmarcan dentro de la muy contemporánea "cultura del ocio y de la fiesta", a la que añaden "el placer de sentir miedo", afirma.
Lejos de la simple fiesta de pueblo, los desfiles pueden convertirse en verdaderos espectáculos comerciales como en Schladming, en el centro del país, donde alrededor de 8.000 espectadores desembolsan hasta 15 euros cada uno para admirar a 800 monstruos.
Algunos austríacos desarrollan sin embargo un verdadero "trauma" hasta el punto de tener miedo de la llegada del invierno, afirma la terapeuta Andrea Hammerer. Según ella, "el ruido de las campanas entra directamente en el inconsciente".
Lukas, de 13 años, un Krampus de Schwadorf, no tiene este problema. "Cuando era pequeño tenía un poco de miedo " pero "después me convertí en uno de ellos".
(FUENTE: teletica.com)
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