Unos creen en ellos ciegamente, otros los señalan de charlatanes. Entérese de la forma en que los médiums ven la vida y la muerte y de cómo viven con lo que ellos consideran "facultades espirituales".
Siendo apenas una niña, Ayda Luz Valencia llegó angustiada del colegio a contarle a su mamá que acababa de ver un terrible accidente en el cual había muerto un señor atropellado por un carro. La versión que nadie más pudo comprobar quedó como la aterradora historia de una niña con mucha imaginación. Una semana después, cuenta, increíblemente el hecho ocurrió tal cual su relato.
Los impactantes episodios no le causaban ningún temor a la joven y con el paso del tiempo, lejos de desaparecer, se volvieron más frecuentes, por eso la familia Valencia pensó que lo mejor era llevarla a un psiquiatra. Nadie descartaba que tuviera un problema psicológico. Para sorpresa de todos, hasta el médico terminó convencido de las particulares habilidades de su paciente.
Al estudiar enfermería y trabajar en un hospital, las percepciones de Ayda Valencia se hicieron incontrolables. Asegura que veía cómo iban a morir sus pacientes y luego podía sentir dolores y temores ajenos. La mejor decisión, entonces, le pareció dejar su trabajo y estudiar astrología, acupuntura, quiromancia e investigando qué pasaba con la energía cuando la gente muere.
Fue el primer paso para el comienzo del consultorio de Ayda Valencia, hoy conocida como la espiritista de famosos como Carolina Cruz. La médium es experta en posar ante las cámaras, procura verse siempre bien por fuera y para estarlo también por dentro rechaza el alcohol, las drogas, los medicamentos, el cigarrillo y la carne roja.
Lee a Paulo Coelho y pertenece a la Liga de Bolos de Bogotá, con la cual entrena tres o cuatro veces a la semana. Profesa ser católica, "de una fe impresionante", estudió en un colegio de monjas, y cuenta que a través de ese "barbado hippie" fue que conoció a Dios. De hecho, en su pequeño consultorio al norte de Bogotá hay cuadros de Jesús en todas las paredes, con mensajes como "Jesús, en ti confío". Contrastan con imágenes esotéricas, cuarzos y velas aromáticas.
Valencia sabe que muchos ponen en duda su labor, pero ella asegura: "No se necesita creer, la energía está ahí. La gente dice que no cree en Dios, pero le pasan sucesos en la vida tan importantes que aprenden a creer en algo".
Lo cierto es que su teléfono no para de sonar. Atiende 30 personas al día y siempre hay más en espera de un cupo en la agenda. Valencia dice que la mitad de sus visitantes son mujeres y la mitad hombres que quieren muchas veces saber si apostarle o no a un negocio importante.
Dice que no "ata a ningún ser querido", como prometen algunos; que no hace trabajos oscuros y que en cambio sí atiende a personas con estrés, con depresión, y hasta ayuda a sanar enfermedades graves. Hace canalizaciones a personas que buscan a familiares desaparecidos o a quienes quieren saber cómo están o cómo murieron sus seres queridos.
¿Y cómo logra esa comunicación? La explicación de la médium es que las personas son campos energéticos compuestos de átomos. "Cuando alguien muere, deja el vehículo que le prestaron para moverse, el cuerpo, pero la condensación de energía queda ocupando un espacio. La conexión es muy bonita porque se ayuda al familiar a soltar el recuerdo de los ultimas momentos".
Para la espiritista, después de la muerte viene un trascender con una sensación de bienestar que no se siente en este "plano". Según ella, la persona que fallece ve su cuerpo sin vida y en la primera etapa de la muerte se pueden encontrar con familiares que ayudan a cruzar la primera puerta, el famoso túnel o la luz.
Después de estar en contacto con lo que para muchos son espeluznantes experiencias, Valencia vuelve a su casa muy tranquila, toma un baño con sal marina y ve a sus tres hijas que, asegura, heredaron sus "poderes".
(FUENTE: elespectador.com)
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