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lunes, 29 de noviembre de 2010

Encontrado el disco de un cantautor abducido por extraterrestres


En el universo del coleccionismo melómano existen los discos raros, los muy raros y los marcianos. A este último grupo es al que pertenece, incluso terminológicamente, UFO (1969), el maravilloso e ignorado debut de Jim Sullivan, un cantautor californiano de sangre irlandesa que solía cantar cada noche en un bar de Malibú. Casi nadie prestó atención entonces, ni durante los 41 años siguientes, a esas 10 canciones de folk-rock psicodélico tituladas con las siglas en inglés para designar a los ovnis. Pero aún más intrigante resulta el destino último de su creador, que desapareció sin dejar rastro en el desierto de Nuevo México. Sus más fieles devotos lo tienen claro: Sullivan fue abducido por extraterrestres.



Compositor emocionante y taciturno, de voz no menos hermosa que la de Tim Hardin, el inquietante Jim Sullivan bordeó el reconocimiento durante toda su vida para no conseguirlo jamás. Apareció de modo fugaz en Easy rider, la mítica película de los jipis moteros, y participó en el espectáculo de José Feliciano. Deslumbró al actor Al Dobbs, que creó para él un sello discográfico (Monnie Records) y le contrató a los mejores instrumentistas. Asombra comprobar que UFO se registró en compañía de The Wrecking Crew, los legendarios músicos de sesión de Phil Spector: Don Randi, Earl Palmer y Jimmy Bond, que también ejerció como productor y arreglista.

Nadie escuchó el absorbente material de UFO, apenas 29 minutos de folk-rock con arreglos orquestales que encantará a los seguidores de Fred Neil, David Axelrod o Scott Walker. Nadie hizo caso tampoco al segundo elepé de Sullivan, rubricado en 1972. Y por eso a nadie extrañó que en 1975, con su matrimonio a punto de resquebrajarse, Jim agarrase la guitarra de doce cuerdas y las llaves de su Volkswagen para poner rumbo a Nashville, donde intentaría despegar como músico de estudio.



La policía de Santa Rosa le detuvo el 5 de marzo en la autopista mientras conducía dando bandazos. Sullivan estaba sobrio y prometió a los agentes que descansaría en el motel La Mesa. A la mañana siguiente retomó su camino. Dos días más tarde, el Volskwagen apareció abandonado a 42 kilómetros de allí, sin rastro de su ocupante. En el vehículo y la habitación aparecieron la cartera de Jim, su ropa, su guitarra y varios ejemplares de su segundo disco. Él, sin embargo, se volatilizó. Ni los esfuerzos del sheriff local ni los de su familia sirvieron para hallar una sola pista. Los periódicos del condado también se hicieron eco del enigma hasta que, desanimados por la ausencia de novedades, olvidaron el caso.

Las canciones de UFO trataban de ovnis, desiertos y carreteras. Y al máximo responsable del sello Light in the Attic, Matt Sullivan (sin relación con el músico), le impresionó conocer el contenido de una conversación entre Jim y su representante. “Si alguna vez tengo que desaparecer, me adentraré caminando en el desierto y no regresaré nunca más”, le confesó el cantautor a Robert Ginter.



Barbara Sullivan, la mujer de Jim, dice que no se sorprendería “lo más mínimo” si mañana viese aparecer por la puerta al autor de UFO. No parece una opción muy probable, pero el tema que daba título a aquel álbum extraterrestre le situaba deambulando mentalmente entre las estrellas. Y resulta irresistiblemente atractiva la imagen de un Sullivan sonriéndonos desde algún confín alienígena, ahora que, por fin, hemos descubierto su inmenso talento. Aunque sea con cuatro décadas de retraso.

(FUENTE: blogs.elpais.com) 

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