Luego de una investigación de un año y medio, en donde recurrió al Archivo Nacional, Biblioteca Nacional, Museo Juan Pablo II de Puerto Montt y con los relatos obtenidos de testigos directos, el antropólogo Wladimir Soto Cárcamo preparó su más reciente publicación sobre un tema que siempre genera curiosidad y que ha sido abordado en distintas plataformas nacionales e internacionales, pero a nivel local poco se sabía de algunos hechos que se relatan en el libro “Lo extraño es nuestro: El caso Pelluco 1965 y el encuentro que no fue en isla Tenglo 1978”.
Según reveló el escritor, “la línea de investigación se centró en la cultura ufológica, que tiene que ver en cómo la gente interpreta los avistamientos en el cielo, la reacción de los medios y la explicación de cómo se pueden haber producido, todo después de la segunda mitad del siglo XX; la interpretación que se da en los años ’60 es muy distinta a la de los ’70”.
El libro detalla que el primer caso, citado varias veces en Chile y en el extranjero, ocurrió en la madrugada del 30 de julio de 1965 en el balneario Pelluco. Cerca de las 0.45 horas testigos escucharon un ruido fuerte y persistente, una especie de avión y cerca de las 4.20 horas se acercó una luz desde Chamiza, algo parecido a un flash, que pasó sobre una casa habitada por la familia Pröschle, donde está la gran mayoría de los testigos. Ahí esa madrugada se desarrollaba un velatorio de una joven de 15 años de edad llamada Carolina que sufrió un trágico accidente, fue atropellada por un tren de carga.
Desde la cocina vieron una luz multicolor avanzando, pasando por sobre la casa, destello que se pierde sobre unos árboles cerca de donde había un hogar de menores en Pelluco.
La investigación analizó el contexto de cómo ocurrió la tragedia de la menor, lo cual da pie al velatorio y el posterior avistamiento y cómo eran las condiciones atmosféricas ya que el día anterior había llovido torrencialmente y en la noche el cielo se despejó, permitiendo apreciar el fenómeno.
A través de testigos se reconstruye lo que ahí ocurrió y cómo esto fue interpretado por los medios de comunicación, existiendo después teorías afirmativas y negativas, de las cuales también se habla en el libro.
El segundo caso trata sobre un fenómeno distinto, netamente cultural y de propagación de información. El 16 de septiembre de 1978, en la sección “Mundo espacial” de un programa radial nocturno de radio Portales, conducido por Patricio Varela, una persona llamada José Castro Barahona, llamó a la radioemisora. Contó que había vivido por 20 años en la isla Tenglo y le dijo al locutor que el 16 de septiembre a las 22.15 horas apareció un objeto en isla Tenglo, se cortó la luz en las casas aledañas y en el astillero Kochifas y bajaron unos seres relucientes y que le dijeron que le avise a todo el mundo que el día 30 de septiembre llegarían de nuevo para entregar un mensaje importante.
La investigación analizó cómo se generó el rumor, la llegada del locutor Patricio Varela desde Santiago y seudo especialistas en el tema, hasta gente aficionada que se instaló en el muelle frente a la isla Tenglo el 30 de septiembre. Finalmente nada anormal pasó ese día, excepto tres aviones Twin Otter que a la hora de la supuesta llegada de los extraterrestres, se vieron merodeando la isla Tenglo. “Al gobierno militar le interesaba mucho difundir otro tipo de información más lúdica y había gente que trataba de evadir la situación y buscar otras vías de escape, para arrancar de tanto terror y miseria”, comentó Wladimir Soto.
El hombre que llamó a la radio Portales nunca más apareció, lo trataron de ubicar pero nadie lo conocía en la isla.
Según Wladimir Soto Cárcamo en el primer caso del año 1965 se tratan de abrir los caminos para que exista una investigación más rigurosa “porque da para pensar que pudo haber existido un fenómeno físico que no se ha estudiado mucho y los relatos de los testigos son coherentes. En este suceso, hasta ahora no se había hecho un trabajo serio de investigación, no se había entrevistado a los testigos, no se conocía el lugar”.
En Pelluco la casa desde donde vieron el fenómeno aun existe, viven otras personas ya que la familia Pröschle la abandonó. Además de la muerte de la menor arrollada por un tren, en cuyo velatorio de madrugada se vio el destello pasar por sobre el inmueble, una semana antes había fallecido el padre de la joven por un infarto sufrido en su vehículo.
Una investigación de este tipo fue difícil para el antropólogo, porque ciertos testigos son reacios a hablar además de que la información entregada debe ser comprobable. La edición y publicación de “Lo extraño es nuestro: El caso Pelluco 1965 y el encuentro que no fue en isla Tenglo 1978”, que se encuentra a la venta en Sotavento Libros de Puerto Montt, es de factura independiente, costo asumido íntegramente por Wladimir Soto.
El escritor agradeció el apoyo que siempre le ha prestado la Corporación Cultural de Puerto Montt y deslizó una crítica constructiva hacia las instituciones de estudios superiores de la ciudad, donde falta una política editorial que incentive las publicaciones, tal como se hace en Osorno y Valdivia.
(FUENTE: cronicalibre.cl)
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