¿Qué tan complejos pueden ser los procesos que determinan el movimiento del tiempo y por consiguiente, afectar de una forma u otra, al destino?, en realidad esta es una gran interrogante aún sin respuesta clara: en el mundo de lo insólito y lo misterioso, nos topamos con diversos tipos de misterios referentes al tiempo: tenemos los Ooparts (los “objetos fuera del tiempo”), esos raros “flashes” que hemos vivido todos y que nos hacen al parecer, dar un súbito salto en el tiempo hacia el futuro y al pasado a la vez (los famosos “Dejá Vu”), y también tenemos casos como las puertas dimensionales y otros lugares donde el tiempo parece no comportarse de la manera habitual.
Todos estos sucesos extraños, verdaderos quebraderos de cabeza, nos llevan a dudar acerca de que si el tiempo corre en una velocidad y dirección constante y en la imposibilidad, o más bien en la posibilidad, de poder “romper las reglas” a voluntad o incluso, ver con estupor cómo el destino “se tuerce” solo y de maneras inexplicables: en esos casos, se les denomina “casualidad” en muchas ocasiones,… o se considera el estar frente a un hipotético “salto de época”; un extraño tipo de revolución del destino por adelantado: yo prefiero solo denominarlo enigma, y este caso que paso a relatar, considerado único en la historia de la música, lo hace convertirse en todos y ninguno a la vez: un “Oopart musical”, un “Dejá Vú” del mundo del rock, un extraño retorcijo del destino y que ocasionó –ya sea por genialidad o predestinación-, el enigma de enigmas de la historia de la música mundial.
Durante la década de los ‘60s del siglo pasado, la moda del incipiente rock inglés y norteamericano arribó a Latinoamérica, casi de inmediato tuvo adeptos y surgieron bandas prestas a emular a sus pares que daban la nota en el hemisferio norte: era normal escuchar a grupos mexicanos, argentinos, chilenos y peruanos repitiendo en perfecto inglés sus ritmos y letras; el rock era y debía ser en inglés y hacerlo en español aún era una herejía, hasta que apareció un grupo no muy conocido –y que siguió siendo desconocido para el mundo por décadas posteriores-, que cambió esto, siendo los primeros hispano cantantes en rock, sin bulla ni alharaca y que crearon un verdadero quebradero de cabeza con su impresionante e insólita performance.
Es como si en plenos modositos años 60’s, y en medio de románticas tonadas color pistacho, que hablaban de amor y de playa, Dios decidiera entregar a la Estrella Ajenjo, la llave del Abismo del Rock pasado, presente y futuro y liberara de golpe en medio de esa Lima aún cucufata y cucufateante, a la Bestia del Abismo: Los Saicos; ¿por qué referirme de este grupo y su genial música con una analogía del Apocalipsis?, pues por que cayó en la movida musical de la época, igual a como nos caerá un día, el día Juicio Final: nadie estaba preparado realmente para su arribo, ni en el Perú ni en el mundo,… y es que esta es la única forma de explicarse cómo fue posible que Los Saicos crearan de golpe y en la friolera de apenas 12 composiciones, unas canciones, ritmos y letras que crearían un género agresivo y contestatario, ¡que aparecería “oficialmente” 10 años después!!!
Para la historia, el punk apareció en Inglaterra y Estados Unidos a fines de los ‘70s e inicios de los ‘80s; recién bien entrados los ‘90s, y luego del re-descubrimiento de los Saicos, se considera ahora que fue la primera banda en dar inicio al género punk, título que aún se disputa con “The Trashmen” y su single “Surfin’ Bird” que fue lanzado un año antes de la creación “oficial” de la banda peruana,...
Pero Los Saicos peruanos, ¡tocaban “punk” en 1964 …. y un año antes que incursionaran internacionalmente en el mundo “The Beatles”!!!!,… y aún así, el grupo peruano no están hoy por hoy (al menos no de manera oficial), incluidos en el Olimpo de los Dioses del rock.
Este grupo es, por tanto, un misterio dentro de un enigma, una inexplicable “oteada musical” al futuro lejano, ocurrida en los lejanos 60’s, una suerte de precognición musical,… una música totalmente imposible para la época.
¿Qué ocurrió en las mentes de Erwin Flores y Rolando Carpio (voz y primera guitarra respectivamente y compositores de las letras), y Francisco “Pancho” Guevara (batería), y César Castrillón (bajo), para crear tal tipo de obra maestra e inquietante?, está comprobado que los Saicos no tuvieron la típica influencia musical foránea de su época (se inspiraron algo en The Beatles y The Ventures en sus primeras épocas), ni tampoco adolecieron de las costumbres de los rockeros latinoamericanos de la década posterior, cuando copiaban descaradamente los últimos hits llegados por barco o avión desde Europa y Estados Unidos; simplemente, las posibles influencias musicales del momento (en el género garage band, el más cercano en el tiempo y en lo musical a Los Saicos), no estaban disponibles en ningún tipo de grabación en la Lima de 1964,… apelar a la genialidad, a la posibilidad de la mente humana de poder crear algo nuevo de la nada es la explicación más sencilla, pero yo creo que no se debería descartar otra hipótesis: la posibilidad de que los genios de Los Saicos lograron, en algún instante de la creación de sus composiciones, “conectar” con lo que se denomina el inconsciente colectivo:
¿Un imposible?, no lo es tanto: en todos los pueblos ancestrales y culturas de poder, la música es y ha sido utilizada desde los albores de los tiempos para “aperturar” la percepción sensorial de los individuos, logrando que el sujeto –o sujetos-, puedan acceder a otros planos de realidad, en los cuales las fronteras entre pasado, presente o futuro son bastante difusas. Los Saicos así, pudieron tal vez, generarse así mismos un “trance”, un “salto precognitivo”, por el cual “oír” música del futuro y luego poder utilizarla como inspiración. Un dato interesante avala esta teoría: en textos hindúes, se habla de que en varios estados de Iluminación espiritual uno puede lograr, y cito textualmente “…escuchar los sonidos de las diez direcciones, con el oído trascendental que habrás así logrado,…”.
Esta posibilidad no restaría en nada la genialidad de Los Saicos en su creación, sino que la acrecentaría, dado que, salvo en casos muy raros de músicos orientales y medievales que aseguran haber recibido inspiración musical de “las esferas celestiales”, esto se ha producido,… con la diferencia que este probable salto en el tiempo, rumbo hacia el futuro, solo ha sido evidente – y preservado en el vinil en su momento-, en la música de Los Saicos,...
Se ha denominado a la música de los Saicos de mil maneras: proto-punk, psychobilly, así como se les ha denominado patriarcas del rock latinoamericano, adelantados a su época,… pero no existe realmente una forma claramente definida y aceptada por todos, para clasificarlos, ¡y es que cómo poder clasificar una genialidad que sólo sería entendida y vuelta a escuchar casi 40 años después!, como dije, un Oopart en toda regla.
Incluso en su misma época, Los Saicos tuvieron que pasar por el trance de que su música y estilo no lograba ser entendido más que por sus fanáticos: en una entrevista reciente, César Ichikawa, voz de “Los Doltons” y contemporáneo a ellos, los definió: “…ellos eran los más,… innovadores,…”, y obviamente usó ese término dado que no había otro más “adecuado” para definirlos (dado en que los ‘60s sólo se les denominaba “locos”); los pocos vecinos que aún residen en su antiguo barrio de Lince, recuerdan cuando los Saicos “hacían su bulla” en el lugar.
Salvador Dalí se expresaba así acerca de cómo se debía crear una obra maestra: “...como una planta salvaje, déjala crecer y seguir el rumbo que guste; no le quites sus excrecencias. El primero fruto que dé, tómalo y degústalo crudo”, ¿habrá una mejor forma de referirse a las canciones de Los Saicos?, no lo creo y casi podría asegurar, que Dalí hubiese creado sin duda, inspirado con tan potentes letras, más de una alucinada y genial obra maestra.
Me dado el trabajo de escuchar las versiones actuales –covers que les dicen-, de “Demolición”, su composición-emblema, realizadas por otros grupos posteriores (incluyendo Café Tacuba, y la nacional banda Leusemia), siendo para mí una absoluta y total decepción: no pasan de ser tímidos gazapos sin ton ni son; aún ningún grupo ha podido crear una versión de “Demolición” o de “El Entierro de los gatos”, que llegue siquiera a ser pasable.
Sólo faltaría un vestigio aún esquivo para desentrañar el enigma de que si la música de Los Saicos: una grabación fílmica de sus presentaciones en vivo o en televisión en 1964; tras una apertura inicial del gobierno militar de 1968-1975 en el cual los Saicos tuvieron un programa semanal televisivo ("El Show de los Saicos", durante 1965), lo cual también le daría al grupo peruano el título de la banda de garage o garage band con mayor éxito mediático en su época,… y como lo he dicho, “su época”, sencillamente no era su época,…
Condenados como todo el incipiente rock peruano de la segunda mitad de los 70’s al ostracismo por ser catalogado como un género musical “imperialista y extranjerizante” para la mentalidad militar del gobierno, casi todas las filmaciones de sus presentaciones en televisión desaparecieron,… o tal vez no todas: aún los fanáticos de los Saicos buscan pacientemente alguna que haya sobrevivido hasta nuestros días; si apareciera alguna, podríamos ver hacia ese ahora para nosotros, pasado distante y dilucidar en algo este enigma: según los testimonios de la época, la reacción del público con respecto a su música era una suerte de “trance”, de “comunión”,… muy distinto a la histeria que generó la música de “The Beatles”, años después,… y algo similar a la que generaba la música psicodélica, casi una década después,… y que, caso curioso, aún sucede con los fanáticos modernos de Los Saicos, que se hallaban en el Limbo cuando estas canciones fueron creadas.
Descubrir un film de la época también sería un suceso genial e histórico, dado que una grabación de la época de Los Saicos, es lo único que la crítica internacional especializada pide, para declarar ya oficialmente a Los Saicos como “los padres del rock latinoamericano”, y probablemente, como los padres del punk a nivel mundial.
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