Hang Dong es una población de Tailandia, en el extremo norte del país, de mayoría budista, aunque con creencias un tanto particulares. Los habitantes del lugar están convencidos de que en las montañas viven espíritus malignos que se dedican a asesinar a los humanos para devorarlos. Por eso, todos los años tiene lugar allí el festival Pu Sae Ya Sae, destinado a saciar el apetito de estas criaturas.
Cuenta la leyenda que antiguamente había tres espectros guardianes que cuidaban las colinas: Pu Sae, su esposa Ya Sae y el hijo de ambos, Sudeva Rishi. Estos seres eran en realidad ogros sanguinarios que se alimentaban de hombres; tan insaciables eran que una vez intentaron comerse al mismísimo Buda. Naturalmente, éste les derrotó y les condenó a no volver a probar la carne de ningún ser vivo. El hijo se arrepintió y se convirtió en monje, pero los progenitores decidieron seguir viviendo en las montañas, pidiéndole a Buda que, al menos, les dejara probar un búfalo una vez al año. En principio el Iluminado se negó, pero los vecinos de la zona decidieron porporcionarles el animal de todas formas, temerosos de que volvieran a los viejos hábitos caníbales.
Precisamente en esto consiste el festival: es la entrega ritual del búfalo a los fantasmas. En su lugar, quien devora la carne es un chamán que entra en trance y dice estar poseído por ellos: mientras el pueblo reza, él arranca a dentelladas los trozos del bóvido y se bebe su sangre. El acto religioso, que tiene lugar con la luna llena del séptimo mes lunar, no atrae a demasiados forasteros, ni tiene reconocimiento de las autoridades turísticas estatales, pero entre los autóctonos la presencia es casi obligada.
(FUENTE: es.noticias.yahoo.com)
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