Cuando se googlea el nombre Steve Sievold, lo primero que se dice de él es que es el autor de How Rich People Think, y es que nadie como él para saberlo, luego de entrevistar a más de 1200 millonarios en el mundo durante los últimos 30 años. Pero, además, también es un millonario cuyo consejo principal es que hay que dejar de decir que conseguir ser millonario está fuera de nuestro control, porque la verdad es que hacer dinero es un trabajo nuestro.
Sin embargo, considerando que hay muchos que quieren ser millonarios en la vida, también hay quienes quisieran saber qué tienen de especial aquellos que Sievold ha entrevistado, de qué madera están hechos, o qué tienen en común.
En una reciente nota en The Independent, Sievold destacaba que todos los millonarios que él ha conocido, son lectores activos, lo que les ha permitido autoeducarse, mediante la lectura.
Las hermosas bibliotecas que visten sus grandes casas, no son, aunque pudiera pensarse, decorativas, sino verdaderos centros de aprendizaje o refugios para la reflexión.
Esto significa que la mayoría no nació exitoso o rico, sino que se han educado para ser millonarios. Mientras la clase media se pierde en juegos virtuales, noticias de entretenimiento o deporte, o, simplemente mirando la caja boba, los millonarios leen y apuestan por adquirir más conocimiento, en lugar de volverse más entretenidos.
De acuerdo con Sievold, un genio de los negocios como Warren Buffett, pasa el 80% de su jornada de trabajo, leyendo. Alguien podría decir que lo puede hacer porque no tiene una opción mejor para ocupar su tiempo, pero no es así. Según este entrevistador, se trata de un hábito, tal como señalan otros autores cuando comparan el tiempo que pasan los ricos frente al televisor, respecto a las personas pobres.
Para esos millonarios, que no necesariamente han completado su educación formal, los libros son una forma de enriquecerse en conocimiento, incluso más que los títulos universitarios.
La pregunta que sigue es cómo hacer para que se lea más, si cada vez estamos más atrapados en los dispositivos tecnológicos, incluso mucho más que con el televisor. La respuesta tiene que ver en buena parte con lo que se puede hacer en casa, para estimular la lectura y también el rol que pueden jugar los municipios creando bibliotecas públicas donde chicos y grandes puedan gastar un tiempo productivo leyendo textos que enriquezcan su espíritu y su formación, pero sobre todo que permitan crearles el hábito de la lectura.
(FUENTE: proexpansion.com)
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