Un hombre de tez morena desenfunda un machete que afila en el piso y lo desliza lentamente por su lengua. Se escuchan, las vibraciones de los tambores batá y los cantos comienzan.
El ritmo de la percusión se vuelve veloz y el hombre grita, mientras agita el cuerpo. La gente alrededor asegura que se le ha manifestado un santo. Como todos los turistas que vinimos a visitar el Callejón del Hammel, uno de los barrios artísticos con mayor influencia afro-cubana de La Habana, me encuentro sorprendido y excitado. Supuestamente la religión de este pueblo es católica, pero el sincretismo con las tradiciones africanas son tan fuertes que se puede ver a los mismos fieles realizando este tipo de ritos.
De pronto una mujer vestida de blanco, con collares multicolor en el pecho, se acerca y me comparte de su jícara un trago de ron; con una voz muy baja me explica que sólo se trata de una representación de santería: "aunque sea un espectáculo, la energía que desprenden los bailes y los cantos es real; incluso, algunos de los artistas que representan a los dioses Orishas pueden llegar a ser poseídos", asegura.
África en América
Año con año, visitantes de todo el mundo acuden a la isla para conocer los misterios que encierra este culto, al que muchas veces se le ha confundido con vudú o magia negra. Pero más allá de ser un atractivo turístico, la Santería constituye la filosofía de todo un pueblo.
Comenzó como un secreto entre los esclavos provenientes de África, que resistieron a la imposición religiosa que la colonia española mantenía en Cuba; con el tiempo, ambas se fusionaron dando como resultado un sincretismo especial.
De este contacto surgieron deidades novísimas, consecuencia de las identidades entre los dioses africanos y los nombres de los santos católicos. Por ejemplo, San Antonio, es representado por Eleguá, el dueño de los caminos; San Francisco de Asís, es identificado con Orúmbila, que personifica la sabiduría y la posibilidad de influir sobre el destino, y así sucesivamente.
Son 20 los Orishas más importantes; cada uno tiene un poder en específico, una función asignada, son representados con distintos colores, se les rinde culto particular. Pueden describirse como personalidades con características divinas, pero también humanas.
$anto, $anto, $anto
El primer paso es contactar con verdadero santero y en esto hay que tener precaución para no caer con charlatanes, ya que es usual que falsos ministros se disfracen, pongan su negocio en cualquier esquina y le chupen la sangre a cualquiera que tenga más de 10 dólares.
Como primer paso, el santero o babalawo debe hacer una tirada de caracoles, para que revele al consultante cuál es el Angel Guardián (Orisha) que le corresponde y establezca así su protección en todas las situaciones de su vida. Si el cliente está de acuerdo en seguir el rito, se le preparará en los días subsecuentes una ceremonia para que el santo se le presente e indique cómo debe guiar sus pasos para abrir el entendimiento y encaminarse hacia una vida sin trabas.
Claro, que no es cosa fácil. El involucrado debe cumplir con ciertos requerimientos, como disponer de siete días en La Habana, en una atmósfera de ron, tabaco, comida, rezos, sacrificios y tambores, el santo "bajará", revelando el pasado, presente y futuro del cliente. Los costos giran en torno a la importancia del santo y puede ir de los 500 a los 3,000 dólares.
Habrá que agendar una libreta de misas y ceremonias, vestir colores blancos durante un año, no salir de casa durante 3 meses, no rasurarse y no tener sexo durante determinado tiempo, entre algunas otras restricciones. Lo esencial será comprar animales para sacrificar, cáscaras, semillas, hierbas, cuentas y collares de colores, velas, mascadas y tambores.
(FUENTE: milenio.com)
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