Al menos tres solicitudes se reciben cada día. En total, ya son cerca de 5.000 en todo el país.
Con estructurados discursos bíblicos o simplemente dando testimonio de que su camino a la salvación lo marcará alguien de carne y hueso, con cédula de ciudadanía, cada semana llegan a la Dirección de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior entre 15 y 20 personas para registrar nuevas iglesias.
Esa es la dependencia oficial encargada de entregar las personerías jurídicas de las diferentes confesiones religiosas que existen en el país. La cuenta, desde 1994, va en 4.950 y sigue creciendo. Esas casi 5.000 iglesias se disputan hoy el fervor de los colombianos sin que haya, aparte del trámite de inscripción, nadie que las ronde.
Con la Iglesia católica golpeada por escándalos y la apatía de los creyentes, en muchas regiones se ve desde hace tiempo una explosión de nuevas confesiones. Nueve de cada diez son variaciones de cultos evangélicos.
“Es una realidad que los pastores han logrado acercar la Biblia a lo que viven los colombianos –dice Édgar Castaño Díaz, vocero de la Federación Consejo Evangélico de Colombia–. Pero somos conscientes de que hay iglesias muy improvisadas, de garaje, que hacen quedar mal a las otras”.
Hay de todo
Como en materia de religión no hay marcas registradas, basta una pequeña modificación frente a nombres ya inscritos para lograr el ‘bautizo’ oficial. “Lo único que impone la Ley 133 (que desarrolla el precepto constitucional de la libertad de culto) es que no se promueva la experimentación de fenómenos psíquicos, parapsicológicos, satanismo o prácticas mágicas o supersticiosas”, dice Janeth Muñoz, coordinadora de la Oficina de Asuntos Religiosos.
Los registros del Ministerio del Interior, que son públicos, dan fe de la variedad que impera en el país en esa materia. Así, EL TIEMPO encontró una iglesia en la que el pastor principal, el pastor vicepresidente, el tesorero y la secretaria general pertenecen a la misma familia.
El llamado a sus creadores llegó en julio pasado, cuando, según la solicitud de personería jurídica, el “Espíritu Santo habló” y les ordenó “trabajar por el establecimiento del reino (de Dios) en todos los estamentos de la sociedad”.
Otra iglesia registró que entre los principales requisitos para el cargo de auditor –el encargado de vigilar la veracidad de sus registros contables– estarían los mandatos de la primera carta de Timoteo: “Marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, que gobierne bien su casa y tenga hijos con sujeción a toda honestidad”.
El máximo organismo de esta última iglesia será un “consejo de ancianos”, designado por el pastor principal, quien, según el documento, tiene entre sus facultades “comprar, vender o gravar bienes y para celebrar contratos” por hasta 500 salarios mínimos mensuales (casi 300 millones de pesos) sin necesidad de autorización previa de los ancianos.
El asunto económico es uno de los más polémicos ligados a las nuevas iglesias, que, como la católica, están obligadas a declarar ingresos, pero no pagan el impuesto de renta ni el de patrimonio.
Para financiarse, además del diezmo, hay “contribuciones extraordinarias”, como las ‘primicias’ (el primer sueldo de cada año) o el ‘gran millón’, que consiste en que el devoto recibe un sobre para ahorros, que es devuelto a la iglesia cuando se completa esta cifra. Los programas en televisión y en radio también se financian con las contribuciones de los fieles. En algunos cultos, las personas pagan de acuerdo con el sitio de ubicación, especialmente durante las oraciones de sanación.
Los aportes en efectivo para muchas de estas iglesias son cosa del pasado. En consonancia con los nuevos tiempos, varias tienen poderosas páginas web en las que, además de ofrecer ayuda espiritual para “limpiar” el pasado pecaminoso de sus fieles, tienen habilitados portales de pago conectados a los principales bancos.
La cuestión del diezmo
En defensa del diezmo, el pastor Castaño Díaz asegura que la misma Biblia lo recomienda, aunque reconoce que hay quienes abusan de la figura. “Es una cuestión de principios. Una persona puede gastarse 50.000 pesos en trago y nadie cuestiona ese hecho; pero si entrega la misma cantidad a la iglesia, para sus obras, ¿entonces sí está mal?”, cuestiona.
La calidad de los pastores es otro punto en entredicho. Cada confesión tiene libertad para establecer los requisitos de las cabezas de su culto, y así como hay iglesias que exigen años de estudios teológicos y acreditaciones, para muchas otras es suficiente con que una persona haya sentido “el llamado de Dios”.
Como se trata de iglesias independientes en su inmensa mayoría, los creyentes que resultan víctimas de algún tipo de delito no tienen ante quién acudir, aparte de las instancias judiciales.
Esa es la situación que enfrentan hoy las víctimas del ‘pastor’ Álvaro Gámez, detenido en una prisión mientras es investigado por denuncias de abuso sexual a varias mujeres de su iglesia (Salem) en Pasto. Según la Fiscalía, bienes por unos 1.500 millones de pesos habrían desaparecido de las cuentas de esa congregación, con el fin de declararse insolvente en caso de demandas por los delitos del hombre que por varios años fue su guía espiritual.
La mayoría de las solicitudes se aprueban con la primera revisión
A pesar de la responsabilidad que, en teoría, implica la misión religiosa, tener iglesia propia en Colombia es fácil. No se necesita un número mínimo de fieles ni acreditar buena conducta o estudios religiosos. Basta con radicar unos estatutos que incluyan datos básicos sobre la sede permanente, el carácter general del credo, causales de suspensión y expulsión de sus miembros y algunos mecanismos de control internos. Es un trámite que no requiere abogado; incluso, el Ministerio tiene una guía para los que quieran ejercer activamente el derecho de libertad de cultos. Una vez se presentan los documentos, el Estado tiene un plazo de 60 días hábiles para decidir. La mayoría de solicitudes son aprobadas y una vez emitida la personería jurídica no hay cómo cancelarla.
El auge de cultos visto por expertos y líderes religiosos
El pastor Édgar Castaño Díaz, de la Federación Consejo Evangélico de Colombia, dice que la acogida de nuevas creencias se debe a que los pastores aplican la Biblia a la realidad de las personas: “Hablamos de pobreza, enfermedad, crisis económica, de la pareja; eso hace que la gente sienta que estamos cercanos a sus necesidades”.
Asegura que, en cambio, el papel de los sacerdotes católicos “se ha limitado a cumplir misa, alejándose de funciones de vocación”, lo que sumado a los escándalos de pederastia y homosexualismo ha contribuido a alejar a los creyentes de la religión tradicional del país.
De acuerdo con Castaño Díaz, debería existir un mayor control a la hora de crear iglesias, como exigir estudios teológicos al pastor, pagarle por lo menos un salario mínimo y exigir una sede bien acondicionada para el culto.
Mauricio Bernal, pastor de la iglesia Renovación, está de acuerdo en que debe haber un mayor control en la creación de nuevas iglesias. “Pasa que alguien que va a las congregaciones y después de un tiempo, con un par de cosas aprendidas, se va a abrir una iglesia sin la trayectoria que se requiere”.
Katerine Camargo, pastora de la iglesia Avivamiento, dice que el surgimiento de nuevas alternativas se debe a que el catolicismo “se alejó de la sociedad” en puntos como que el sacerdote no se puede casar, lo que según ella ha dado pie a los escándalos sexuales.
‘Renovación misionera’
Por su lado, el presbítero Hernán Rodríguez, decano académico de la Facultad de Teología de la Universidad Javeriana, cree que la razón del nacimiento de nuevas iglesias se debe a tres factores: el resurgir de una búsqueda espiritual de la sociedad, la falta de respuesta de la Iglesia católica a las nuevas expectativas de las personas y a un oportunismo de quienes ven en la creación de un grupo religioso la posibilidad de ganar dinero.
“Creo que algunos temas de moral sexual han cerrado el camino a muchas personas, como es la posición intransigente frente a la anticoncepción, y ha faltado una predicación más espiritual que moralista. La queja más frecuente con la Iglesia católica es la predicación”, dice el teólogo.
El arzobispo de Popayán y presidente de la Comisión Episcopal para el Diálogo y Ecumenismo, Iván Marín, afirma por su lado que algunos católicos se han ido de la Iglesia porque “no han cultivado suficientemente la fe y cayeron fácilmente” en las prédicas de otros credos.
Marín asegura que en algún momento la Iglesia católica se quedó sin hacer presencia en todos los sectores, pero afirma que la llegada del papa Francisco está marcando diferencias al devolverle al catolicismo su vocación misionera. Sobre las nuevas propuestas, el religioso dice que no se atrevería a hacer calificaciones globales: “puede que algunas nuevas iglesias sí tengan un deseo espiritual y hay otras que solo buscan beneficios y solo engañan”, afirma.
(FUENTE: eltiempo.com)
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