Once albañiles que trabajan en un barrio en construcción en la ciudad de Pinto, departamento Aguirre, viven desde hace dos semanas su peor pesadilla. Aseguran que una fuerza desconocida los atormenta cada noche, sacudiéndolos en sus camas, golpeando durante toda la madrugada puertas y ventanas o moviendo objetos ante sus ojos.
El fenómeno fue mantenido en secreto hasta el miércoles, cuando decidieron pedir ayuda para ir a dormir en otro lugar para terminar con las terroríficas madrugadas, hostigados por algo que no pueden explicar, pero que no les permite descansar y que asocian con prácticas diabólicas, sustentadas en intimidantes mensajes que encontraron en las paredes de uno de los cinco dúplex que están construyendo.
Todo sucede cuando cae el sol, en la última ampliación del barrio Islas Malvinas, en una cuadra de viviendas que, curiosamente, quedaron sin terminar hace aproximadamente dos años, cuando otros albañiles abandonaron la obra que ya estaba ejecutada en un 80%.
“Llegamos el miércoles 25 de mayo, habíamos venido de Monte Quemado. Nos bañamos y nos acostamos temprano porque estábamos cansados por el viaje. Preparamos las camas en el mismo lugar donde trabajamos. Cuando todavía no estaba dormido, algo me agarró del hombro y me sacudió fuerte. Eran como las ocho de la noche”, relató a EL LIBERAL Luis Acosta, del barrio Campo Contreras de la capital santiagueña, al igual que el resto de sus compañeros.
Ése fue el inicio de una verdadera película de terror. Todavía temeroso, a pesar de que pasaron casi quince días de aquel suceso, recordó: “Me asusté mucho y después de la tercera vez me pega el sacudón crucé a la cama de mi compañero, porque ya me había dado cuenta de que no era una broma de los changos. Había una luz en el pasillo que nos alumbraba y te puedo asegurar que no había nadie más en ese lugar”.
Prosiguió: “‘Alguien me ha tocado’, les digo a Sergio y César, que estaban en la misma pieza, y como no podía estar del miedo, me crucé a la cama de Sergio, pero después, como a las 2.30 ó 3 de la madrugada, algo sujetó fuerte a Sergio contra la cama, estando al lado mío. Él, cuando logra gritar, esa cosa lo suelta de golpe y entonces él me abraza temblando. Rato después se sentía como si estuvieran hachando afuera de la casa, y así durante toda la noche”.
En el interior santiagueño se escuchan muchas historias de aparecidos y figuras extrañas que atacan a las personas, aunque generalmente se habla de lugares apartados y con una o dos personas como víctimas.
Pero lo curioso de este caso es, precisamente, que los involucrados son muchos sujetos, entre muchachos que apenas pasan los 20 años y otros que ya están por los 50, y que aseguran haber presenciado y sentido físicamente la fuerza de algo que los aprisiona y les impide pedir auxilio.
“Antes ocupábamos tres dúplex para estar más cómodos, pero ahora estamos amontonados en dos. Nadie quiere quedarse solo”, dijo César Ledesma, que una noche vio cómo el crucifijo que le había enviado su familia se deslizaba por la pared, junto a su cama, hasta quedar oculto detrás del colchón.
“En la casa que utilizamos como depósito hay ruidos todas las noches, como si alguien estuviera golpeando los tablones y las herramientas, pero esa casa está cerrada con llave”, afirmó el capachero en un alto que hizo con sus compañeros para contar su calvario.
(FUENTE: elliberal.com.ar)
No hay comentarios:
Publicar un comentario