Una mujer de 80 años, en noviembre de 2010, fue echada de su comunidad acusada de ser la responsable de las enfermedades de varios jóvenes, y los accidentes vehiculares de camiones en una comunidad del municipio de Ayopaya.
“Vieja, sabemos todo, todito nos han avisado, el yatiri nos ha dicho que había habido un laiqa (bruja)”, “de una vez la haremos desaparecer”, recuerda la mujer (este medio, guarda en reserva el nombre por seguridad de ella) de las palabras de sus vecinos en una reunión comunal. “Yo no sabía nada, nadie me ha avisado y en cuanto llegué a la reunión empezaron a decirme todo eso”, relata en el idioma quechua.
Cuenta que gritos como “¡La haremos desaparecer!” instigaban constantemente a la concurrencia. “El dirigente ha dicho: ‘Cuando pase el ayuno la vamos a quemar, y si sobrevive la enterraremos”, dice.
En dicha reunión los vecinos la acusaron, la denunciaron ante toda la comunidad, la insultaron, la juzgaron y sentenciaron por realizar “brujerías” con claras amenazas de muerte. La declaración de un yatiri (brujo) fue suficiente para los dirigentes de esta comunidad que convencieron de la acusación a todos los habitantes.
“Yo no sé qué es justicia comunitaria, por la tele nomás he visto que a plan de garrote los matan, o si no los queman”, señala. Atemorizada por las intenciones expresadas en la reunión, huyó, pero los dirigentes enviaron a una persona en moto para que la llevara de regreso. “Amarrándole de sus trenzas en la moto la vas a hacer volver”, señala.
No la encontraron y llegó hasta Quillacollo donde permaneció un mes, durante ese tiempo se refugió en las casas de algunos conocidos. Finalmente recurrió a las autoridades en la oficina de enlace de la Alcaldía de su municipio, y no recibió ninguna atención.
“Los vecinos la acusan de bruja, dicen que ella había echado huesos de muerto en el camino y que por eso ocurren los accidentes de los camiones”, informa la responsable de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia del municipio, Karina Salazar, quien también atiende el Servicio Legal Integral Municipal.
Salazar, señala que en este caso, cada uno defiende su posición y acusa al otro, uno por humillaciones y maltrato, y el otro por brujería. “No hay forma de probar la brujería, y lo único que podemos hacer es llegar a una conciliación”.
La agredida cuenta que permaneció durante todo el día en la Alcaldía, y al no recibir atención acudió a la Policía, y llevó una notificación a su comunidad, notificación que le fue arrebatada por el alcalde comunal. Al día siguiente cuando retornaba a Quillacollo, la hicieron regresar de medio camino, y reunieron a todas las personas donde la hicieron beber un preparado con orina y otras yerbas, le arrebataron su ropa y la hicieron caminar descalza sobre un preparado de sal. Temerosa por su vida, obligada, firmó un acta, redactada por el oficial de Registro Civil y el secretario de Actas, donde confirmaba que era bruja, y se comprometía a nunca más regresar a su comunidad.
Indignación e impotencia
“Bruja, laiqa, jallpas oqharishanqui, carros volcachishanki, tukuy imasruashanki” (Bruja, hechicera, las tierras estás levantando, autos estás volcando, todo estás haciendo) fueron las palabras que sentenciaron a la anciana y ser despojada de su comunidad, de todos sus bienes, y de su dignidad ante la comunidad.
“Ellos (los dirigentes) son hartos, me dijeron que tienen a 3 abogados, y yo ni a un testigo puedo conseguir”. Dice que en la comunidad fijaron una multa de Bs 500 a quien pretenda testificar en su favor.
La mujer quiere volver a su comunidad y recuperar el respeto de su colectividad y familia, ya que todos la señalan como “laiqa” (hechicera). Al no recibir respuesta de sus autoridades, inició un proceso judicial y sólo encomienda su vida a Dios. “Tatay Dios, si aqna kani chayqa, qhuchuway kunkayta, kawsayniy qopuyqi. ¿Imapaq noqa sirviyman chay chhika millay sutiyoqri"?. ("Padre Dios, si yo soy así como me acusan, tú córtame el cuello, te doy mi vida. ¿Para qué voy a servir con ese nombre tan feo? (bruja)"), exclama impotente.
(FUENTE: opinion.com.bo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario