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jueves, 5 de diciembre de 2019

Magia negra en el cajón de un juez ¿Qué tan difundida es esta práctica en Chile?


Que en una oficina de un ministro de la Corte de Apelaciones se encuentren objetos como fotos y figuras del diablo, velas y una fotografía de una exministra de la Corte llena de alfileres, causa sorpresa. Así ocurrió con el allanamiento que se realizó en la causa por investigación de corrupción en contra de Emilio Elgueta, ministro de la Corte de Apelaciones de Rancagua.

¿Magia negra en pleno 2019? Al parecer la creencia en ese tipo de aspectos es algo extendido en la sociedad chilena. Es lo que indicó el Estudio Nacional de Opinión Pública en cuanto a la Religión, del Centro de Estudio Públicos (CEP), que señaló que un 61% de los chilenos dice creer en el “mal de ojo”.

Otro sondeo realizado por Conicyt en 2018, muestra que el 65,2% de los chilenos reconoce creer en los milagros, que los espíritus existen (50,5%), que algunos números traen suerte (37,1%) y que algunas personas usan poderes psíquicos o un sexto sentido para comunicarse (38,6%).

Desde la Colonia
La tradición chilena con lo que podría denominarse como “hechicería” es antigua. Fernando Valenzuela, director de Sociología de Universidad Andrés Bello (sede Viña del Mar), ha estudiado el tema, e indica que esos antecedentes se encuentran en prácticas prehispánicas de culturas amerindias, que fueron interpretadas desde la mirada occidental.

Es por esa razón, explica Valenzuela, que no puede datarse su origen. “Son prácticas culturales prehispánicas (y que mutaron a lo largo de los siglos desde el período colonial) que fueron entendidas como hechicería por miembros de una cultura que marcaba como apropiado sólo lo que era sancionado por sus autoridades eclesiásticas, legales, médicas o de otro tipo”, indica. Así, según su investigación sobre la brujería en Chiloé, hay autores que han encontrado antecedentes de “asociaciones de brujos”, en dicho territorio ya en la época colonial.

¿Qué función tenía? En su estudio Valenzuela propone que al menos las prácticas de hechicería que son descritas en los procesos judiciales realizadas por una asociación de brujos en Chiloé a inicios del siglo XX, eran usadas para restaurar el equilibrio de un cosmos que se articulaba siguiendo las leyes de la reciprocidad. Esta restauración podía lograrse en dos dominios distintos, dependiendo de las cadenas causales involucradas: en el dominio de lo “natural” o en el de lo “moral”.

“Del lado ‘natural’, los actores consideran que la hechicería ayuda a reestablecer el equilibrio del cuerpo en su entorno natural: se busca sanar la dolencia en el supuesto de que no es señal de una venganza social. Esto se condice bastante con lo que en la cultura occidental se entiende por medicina”, dice Valenzuela.

Por otra parte, del lado “moral” los actores consideran que la magia ayuda a reestablecer el equilibrio del entorno social. “Esto ocurre porque se cree que ante quiebres de la reciprocidad (por ejemplo, alguien que tiene de más no lo comparte, o alguien quita lo que no debe, ya sean víveres, animales o parejas), el brujo puede causar una enfermedad que se comprueba en el cuerpo de la persona”, explica Valenzuela.

De ese modo, si los remedios que apuntan a la dimensión “natural” no tienen efecto, se asume que lo se observa es un “mal tirado”: brujería que causa un daño en el cuerpo por represalia frente a un quiebre en las relaciones de reciprocidad. “En este segundo escenario, la brujería también era utilizada para resolver dicho mal y tomar venganza“, dice Valenzuela.

Pensamiento mágico
Mariano Ruperthuz, director del Magíster de Psicología de la Universidad Diego Portales, indica que el pensamiento mágico está mucho más presenten en la vida de las personas de lo que se cree. “No está exento de la vida común, es el pensamiento fantástico que se manifiesta, por ejemplo, cuando se acumula el loto”, explica.

Que ese hallazgo sea algo que se discuta, dice Ruperthuz, es por la tradición católica que existe en Chile. Es cosa de ver, indica Ruperthuz, que existen muchas prácticas culturales que se inscriben dentro de lo mismo. “Existen ciertas zonas de la ciudad en que están las animitas, está el hilo rojo que se le pone a los niños para que no los ‘ojeen’, son practicas mágico religiosas que conviven, para algunos son intolerables, para otros, en este caso en pleno 2019, son una práctica”, detalla.

Para Humberto Lagos doctor en sociología, abogado y experto sectas, efectivamente todo el tema de las creencias populares es algo que está siempre presente en la sociedad. “El tema de la brujería es algo que se ve frecuentemente. En Salamanca, por ejemplo, los habitantes hablan de la presencia de los brujos y de los aquelarres anuales“, indica.

Corresponde a una expresión de la cultura popular, en la que aparecen ciertas ritualidades que se aprecian desde el mundo colonial en adelante, dice Marcial Sánchez, doctor en historia y especialista en temas de iglesia. “Dentro de la hechicería existe la invocación a un ente de mal a una persona con el fin de provocar daño. En ese contexto la iglesia asume que el mal existe, es ahí donde aparece esa figura de exorcistas, en Chile existen exorcistas, sacerdotes preparados para enfrentarse al mal”.

En el caso de fotografías con alfileres, corresponde a lo que se conoce como vudú, que tiene origen africano y es animista, es decir confiere a los objetos alma. Además, dice Sánchez, es teista, ya que cuenta con deidades. “El vudú sostiene qué hay una realidad que rige el universo sobrenatural, pero que no es accesible al ser humano por lo qué hay un intermediario llamado loas que es una deidad y a ella solo acceden los houngan que son los sacerdotes, que contactan al loas para que hable a través de ellos. Cuando se hace el mal se denomina bokar y ahí aparecen los muñecos que ya vendrían desde el mundo griego”.

Hablar de vudú, brujería y magia negra, es hablar de términos similares, explica Lagos. Se habla de “hacer el mal”, dice, y en todas ellas hay códigos y símbolos que le dan coherencia. “Hay grupos que hoy practican esos rituales y curiosamente dentro de ellos se encuentran integrantes que son desde sectores populares hasta sectores con más educación“, explica.

Creencias que en Chile están tomando más fuerza, señala Lagos, por la mayor presencia de migración haitiana. “Es parte de su cultura, no son todos los migrantes, pero quienes lo hacen guardan hermético silencio sobre porque son prácticas que algunas de ellas son delitos, como el tema de por ejemplo de profanar tumbas en los cementerios, y esto pasa en Chile”.

Esto es algo que no debería sorprender en el mundo actual, que es un mundo en donde también se vive lo mágico y lo ritual, agrega Sanchéz. Se vive lo mágico y lo ritual, dice, en el mundo del cine, por ejemplo, donde se exacerban las situaciones. “Lo que sí, no podemos relacionar el mundo masónico con este tipo de mundo, porque el mundo masónico es un mundo que tiende a que efectivamente haya una paz en el universo  a la luz de su propia formación, son incompatibles”.

En el caso de Elgueta, la Masonería lo expulsó y señaló que “tomará todas las medidas que sean necesarias, para sancionar las conductas reñidas con la ética, la moral, la probidad y la legalidad, que se perpetren distorsionando o abusando de las prácticas fraternales que enorgullecen a nuestra Orden”.

No es extraño entonces que esas prácticas se realicen en el Chile actual. Pero otra cosa, dice Ruperthuz es que el juez en el tribunal dictaminara en base a la magia negra, “no se condice con las pruebas racionales de ponderar un debido proceso, eso es otra cosa”.

(FUENTE: latercera.com)

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