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A más de 100 años de su primera aparición sobre un marco de metal grabado por José Guadalupe Posada, La Catrina, imagen asociada con la muerte, sigue reinventándose en los sueños de diseñadores cuyas colecciones no han cesado de reflejar el orgullo por su identidad.
Algunos de sus mejores representantes en el ámbito nacional se suman a las fiestas de la primera semana de noviembre.
Más allá de crear una pieza folclórica, el hilo conductor del creativo chiapaneco Francisco Cancino es la posibilidad de investigar en el textil y ocuparse de formas que, por su calidad y estructura, compitan en materia de diseño con la propuesta internacional.
La pieza elaborada por él es un vestido de talle alforzado en colores inspirados en la quietud de campos salpicados de cempasúchil aterciopelado.
Giovanni Estrada y José Alfredo Silva, de la firma Trista, interpretan al legendario personaje a partir de una fórmula dividida en dos mensajes.
El primero remite a la luz mediante un estampado realizado a mano, reflejo de un paisaje tan imaginativo como en reposo. La oscuridad, negra y contundente, aparece seductora en transparencias donde se hace visible el cuerpo femenino, envuelto en plisados y subrayado el talle por la fragilidad de hilos que penden sobre el pecho.
Un tercer tributo, el de Carla Fernández, consigue elevar la geometría a la cúspide. Con dos piezas sastreadas bajo la inspiración bicolor y un par de collares de barro negro de Oaxaca, la autora homenajea el trabajo artesanal en lana a través de la imagen de una Catrina oscilante en el tráfico de cualquier ciudad de moda.
El maquillaje y el peinado, a cargo de Gloria Torres, destacan con sutileza y precisión los rasgos de un personaje que, en medio del drama, relata la fiesta de diseño de sus autores.
(FUENTE: vidayestilo.terra.com.mx)
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