Urano y Neptuno no deberían ser como son si se hubieran formado siguiendo las mismas reglas que el resto de los planetas del Sistema Solar. De hecho, si procedieran de la misma nube de polvo de la que nacieron el resto de nuestros mundos vecinos, no habrían tenido, tan lejos del Sol, material suficiente para hacerse tan grandes. Y eso es un rompecabezas que desde hace décadas ha traído de cabeza a muchos astrónomos de todo el mundo.
Pero, ¿y si no se hubieran formado en la posición en que los vemos hoy? ¿Y si hubieran nacido mucho más cerca del Sol para luego migrar hasta sus destinos actuales, alterando en su viaje las posiciones y las órbitas de otros planetas? ¿O incluso devorándolos y robandoles sus lunas por el camino?
Eso es precisamente lo que, por lo menos en el caso de Neptuno, opina un grupo de investigadores encabezados por Steven Desch, de la Universidad Estatal de Arizona. Según recoge la revista New Scientist, Neptuno habría podido «devorar» en el pasado un planeta dos veces mayor que la Tierra y, además, apropiarse de su satélite natural. Eso serviría para explicar tanto el misterioso calor que irradia ese enorme mundo helado como la extraña órbita de su satélite, Tritón.
Ya en 2005, surgió la idea de que Urano y Neptuno cambiaron de posición durante la formación del Sistema Solar, hace casi cinco mil millones de años. Un equipo de astrónomos dijo entonces que, en ese escenario, los dos planetas se habrían formado mucho más cerca del sol para después emigrar hacia las regiones exteriores de nuestro sistema planetario. Una migración durante la que, según apuntó Desch en 2008, Neptuno habría conseguido devorar una hipotética «supertierra» dos veces mayor que nuestro propio planeta.
Y de paso, apropiarse de su satélite. Tritón, en efecto, que es mayor que Plutón, se mueve exactamente en dirección contraria a la rotación del propio Neptuno, lo que sugiere que no se formó a la vez que ese mundo gigante, sino que fue capturado por él.
Captura de Tritón
Pero para que Neptuno pudiera capturar a Tritón, el satélite debería de haber frenado drásticamente en algún momento. De otra forma nunca habría podido ser capturado. Y una forma de que se produzca ese «frenazo» es suponer que Tritón estaba asociado a otro planeta que se llevó una gran parte de su energía cinética tras el encuentro de ambos con Neptuno. Esa posibilidad fue apuntada por primera vez en 2006.
Sin embargo, para Desch ni siquiera esa explicación sería suficiente para explicar lo que vemos. Tritón, opina el astrónomo, debió de pertenecer a un planeta grande, por lo menos el doble que la Tierra. Y así lo ha manifestado en un estudio que acaba de presentar en el transcurso de la Conferencia de Ciencias Planetarias y Lunares celebrada en Houston, Texas. «Sería mucho más fácil capturar a Tritón si éste hubiera estado orbitando algo muy grande», asegura el científico.
Neptuno, además, habría engullido literalmente a esa «supertierra». Y el calor residual del impacto podría explicar por qué el gigante helado está emitiendo mucho más calor que su «primo» Urano, que tiene una masa y una composición muy similares a él.
(FUENTE: abc.es)
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