Científicos del Wistar Institute, una organización independiente de investigación biomédica situada en Philadelphia (EE.UU.), han descubierto un gen cuya ausencia puede regular la regeneración de tejidos en los mamíferos, de forma muy parecida a como lo hacen las salamandras cuando pierden su cola. Es la primera vez que se observa algo semejante. Los investigadores se dieron cuenta de este increíble hallazgo al observar que ratones de laboratorio a los que habían amputado las orejas para identificarlos consiguieron hacer crecer la parte cortada y «tapar» los agujeros de forma espontánea en tan solo unos días. Los tejidos se regeneraron por completo, no había cicatrices ni rastro de marcas. Estos animalillos tenían algo en común, carecían del gen p21, lo que obligaba a sus células a comportarse de forma extraña, como si fueran células madre embrionarias en vez de células adultas. El descubrimiento, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), puede suponer una esperanza para un nuevo e impactante tipo de curación humana.
Durante mucho tiempo, se había creido que los mamíferos habían perdido este maravilloso potencial de curación durante la evolución, quedando reservado sólo para las criaturas como gusanos, esponjas o algunas especies de salamandra. A diferencia de los mamíferos típicos, que curan las heridas mediante la formación de una cicatriz, los ratones sin el gen p21 forman un blastema, una estructura asociada con un rápido crecimiento y diferenciación de las células, como se ve en los anfibios. Según los investigadores del Wistar, la pérdida de esta gen hace que las células de estos ratones se comporten como células madre embrionarias en vez de como células adultas. Y así ocurre el milagro.
Sin rastro de agujeros
El origen de este descubrimiento se remonta a 1996. Ellen Heber-Katz, profesora del programa de Oncogénesis Molecular y Celular en el Wistar Institute y responsable del estudio, probaba junto a sus colegas un experimento de autoinmunidad en laboratorio. Utilizaron unos ratones a los que abrieron las orejas como forma de identificación, para diferenciarlos del resto. Unas semanas después, los agujeros de las cobayas se habían cerrado de forma completa sin dejar rastro. El experimento quedó arruinado, pero los científicos se hicieron una nueva pregunta: ¿Cómo habían conseguido los ratones regenerar sus miembros? Los investigadores cartografiaron los genes que habían convertido a los ratoncillos en sus propios curanderos y comprobaron que se habían comportado de una forma muy particular. Cuando las investigaciones avanzaron, dieron con la clave: el p21, un regulador del ciclo celular.
«Al igual que un tritón que ha perdido un miembro, estos ratones remplazan los tejidos dañados con tejidos sanos sin ninguna señal de cicatrización», afirma Heber-Katz. «Aunque sólo estamos empezando a comprender las repercusiones de estos descubrimientos, quizás algún día seamos capaces de acelerar la curación en los seres humanos gracias a la inactivación del gen p21».
(FUENTE: abc.es)
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