¿Dónde viviré? ¿Tendré trabajo? Estas eran las preguntas que Anna planteaba hace escasos días a Shema, profesional de la lectura de las palmas de la mano (quiromancia), y representante de un negocio en crecimiento en Nueva York, sobre todo en tiempos inciertos como este principio de 2010, con la primera economía del mundo todavía despertándose de la crisis.
Los adivinos, que en muchos casos tienen formación universitaria, proliferan tanto en oficinas especializadas como en templos de ocio nocturno de Manhattan, que se rinden a la predicción del futuro como una fórmula más para atraer a la clientela. Shema trabaja en 169, un bar abierto hace 80 años, perteneciente al músico de Nueva Orleans Charles Hanson y situado en el Lower East Side, uno de los barrios que más se está revalorizando en la Gran Manzana. Sentada delante de la barra, ante un cartel que reza Palm Reading, espera a los noctámbulos, tantos a los practicantes de la fe en la lectura de la mano, caso de Anna, como a los escépticos que se resisten a utilizar sus servicios, pero que acompañan a sus amigos. El cliente, mientras escucha música en directo y toma una copa, paga cinco dólares por conocer una pistas básicas, bastante genéricas, sobre su personalidad. Si el interés es mayor y se quiere profundizar en el pasado y en el futuro, al mismo tiempo que se realizan preguntas a Shema, la tarifa crece de forma instantánea hasta los quince dólares. Finalmente, la lectora de manos reconforta a la cliente, diciéndole que tendrá trabajo, que dará a luz a tres hijos y "que viajará mucho", segundos antes de grabarle su número de teléfono en el móvil, por si "en el futuro" necesita nuevas consultas o "hablar un rato".
Esta escena, que contemplé en directo, es un ejemplo de que la lectura de la palma de la mano o de las cartas del tarot ha ganado nuevos adeptos tras la recesión económica más grave que Estados Unidos ha sufrido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Empresarios, intermediarios financieros de Wall Street, desempleados (el país cuenta con 14,9 millones de personas sin puesto de trabajo) o personas inquietas por su futuro laboral recurren a los servicios de predicción del futuro para saber qué les sucederá con su vida profesional, olvidándose de otras inquietudes que en el pasado eran el principal nutriente de los adivinos, como el éxito en las relaciones amorosas.
El colectivo cuenta con otros exponentes destacados como Theresa Schilizzi, que trabajó durante 23 años en Wall Street y que, desde hace 16 años, se dedica a la lectura de mano, cobrando 50 dólares por 30 minutos o 100 dólares por una hora. Schilizzi, propietaria de la compañía Empowering Transitions, presenta un programa de radio semanal, que se emite todos los martes por la noche en la emisora Ask1 Radio, especializada en la predicción de futuro. La página de la red social Tweeter de Ask1 cuenta con más de 35.000 seguidores.
Roxanne Usleman es otra profesional que en los últimos tiempos se ha enfrentado a cuestiones económicas, como "¿debo fusionarme con esta compañía?" o "¿tengo que incorporar un socio a mi empresa". Usleman cobra 130 dólares por sesión en su oficina situada en el acomodado barrio de Chelsea. Otro de los profesionales que se ha beneficiado por la crisis es Derek Calibre, que, desde su apartamento del Upper West Side, asegura que realiza unas cinco lecturas de cartas del tarot al día, el doble que antes de la recesión. Sus clientes pagan 120 dólares por consulta. Rosanna Schaffer-Shaw, que opera con el nombre artístico de Fahrusha, también se ha acostumbrado a las preguntas sobre el mercado laboral. Schaffer-Shaw, que tiene un blog propio sobre actividades paranormales, recibe a sus clientes en su oficina del East Village, dispuesta a despejar todas sus dudas.
Los profesionales cuentan con una patronal propia, American Association of Psychics and Mediums, que está intentando mejorar la imagen de sus afiliados, que no quieren ser vistos como unos adivinos, sino como unos expertos en la predicción de futuro. Para conseguirlo ha creado un un código ético de obligado cumplimiento, que tranquiliza a los nuevos fans de la quiromancia.
(FUENTE: blogs.expansion.com)
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