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martes, 25 de mayo de 2010

El mito del Ucumar, ¿el "Yeti" salteño?


En distintas partes del mundo se repiten los testimonios de homínidos que conviven con el hombre. La Argentina no está exenta de estas presencias. En nuestra región existe un humanoide que puebla desde la antigüedad. Quienes hablan de él lo llaman “el Ucumar”.

El lingüista boliviano Enrique Rocha Franz definió al vocablo “ucumar” como “hombre solo”. Según Rocha Franz, en el incanato -donde el hombre comprendía el mundo a través del socializado imperio andino- la peor de las penas para el ciudadano era el ostracismo. Se condenaba al transgresor a penar solitario por la selva. La gran extensión verde del Este era la frontera del hombre andino. Mas allá lo habitaban los salvajes y lo desconocido.

De allí la idea de que ese hombre tan social una vez expulsado de las grandes ciudades vallistas, en la selva volvía al estado de barbarie. Su cuerpo se llenaba de pelos, su habla eran gritos, mutaba en un ser inferior.
Tanto para los quechuas como para los aymaras y los pueblos intermedios, con esa y otras palabras de la misma fonética se le llama al “oso de anteojos” o Tremarctus Ornatus.

Este animal es el único plantígrado sudamericano y un ejemplo fenotípico de lo que la adaptación le hace a un cuerpo: el Ucumar es arborícola y se parece más a un primate que a sus parientes norteamericanos. Aunque está más relacionado con el oso panda que con el grizzli y dos círculos más claros rodean sus ojos, semejantes a los anteojos del mote. Antiguamente el oso Ucumar era numeroso y habitaba toda la región de Yungas, desde Venezuela hasta Tucumán. Su presencia en lo que hoy es el Parque Nacional Baritú está comprobada.

En el zoológico de Santa Cruz de las Sierras se encuentran varios ejemplares del oso de anteojos. Sus gestos simiescos y la altura que alcanza, la huella de cinco dedos, la costumbre de caminar tomados de la mano, el descanso en lo alto de las ramas, el cariño con la cría, son gestos que los asemejan a una persona. Ha sido un animal “totémico” para muchas etnias aborígenes, que evitaban su caza. Pero ello no lo salvó de la depredación. Se estima que hoy quedan unos 18.000 ejemplares en toda América del Sur y se considera una especie en “estado vulnerable”.

Por otra parte está el mito del “Ucumar” que llega a través de los relatos andinos. Quienes juran haberlo visto describen a un humanoide de gran tamaño, lleno de pelos, dueño de una fuerza sobrehumana. Dicen que en la noche se oye un grito venido de medio del monte. Suena familiar y quien lo escucha siente el impulso de seguirlo. Sin darse cuenta, el descuidado se adentra para siempre en el reino del Ucumar. En general la víctima es una mujer a la que el Ucumar someterá sexualmente y algún día robará los hijos de ambos hacia la espesura.

(FUENTE: eltribuno.info)

1 comentario:

  1. Lo del Yeti Salteño no es cierto en absoluto, es mi abuelita que vive por esa zona, ya la reconocí por la foto... Saludos Abue!!!

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