El presidente estaba preocupado por sus súbditos porque según los magos fuerzas oscuras los hechizarían. Por eso, Alhaji Yahya Jammeh, temido gobernante de 1,7 millones de gambianos, envió a las ciudades y pueblos a sus "Green Boys", sus fieles milicianos.
Encabezados por soldados con uniformes rojos a los que se habían cosido pequeños espejos y caracoles y acompañados por tambores, los "Green Boys" (llamados así por su afición a vestirse y pintarse la cara de verde) capturaron a los sospechosos.
Las personas aterrorizadas fueron llevadas a lugares desconocidos, tuvieron que desnudarse y tomar malolientes mezclas de hierbas que alteraban los sentidos. Durante la caza de brujas murieron hace un año al menos seis personas según la organización Amnistía Internacional, un episodio relativamente pequeño de la cruel realidad de las supersticiones africanas.
En África las religiones naturalistas, cultos y la magia siguen teniendo un papel muy importante. En Sudáfrica, según las encuestas el 80 por ciento de la población negra tiene plena confianza en los "sangomas", los aproximadamente 200.000 curanderos y magos que hay en el país.
La mayoría promete a cambio de 20, 25 o 40 dólares "el regreso del ser amado", "crecimiento del pene", "ganar la lotería" o "la cura de todos los males".
La cosa se vuelve muy peligrosa cuando un curandero como Nganga Sainabu asegura en su anuncio que su "muti", su pócima, "purifica la sangre", en un país con millones de infectados con el virus del SIDA a los que les da falsas esperanzas.
Los "sangomas" son muy importantes en Sudáfrica, funcionan como curanderos, psicólogos y videntes. Incluso el presidente del país, Jacob Zuma, de la etnia zulu, es asesorado por "sangomas", aunque es de esperar que no toma "mutis".
Esas pócimas siguen causando muertes en el país. Muchos africanos creen en el poder curativo de los órganos o partes de los genitales de las personas, en especial de los niños.
A principios de mayo se halló en Germiston (provincia de Gauteng) el cadáver de una pequeña cuyo rostro y genitales estaban cruelmente mutilados. Las noticias sobre este tipo de asesinatos conmocionan una y otra vez a la opinión pública.
También en otros países los niños son víctima de la caza de brujas y la superstición. En los estados nigerianos de Akwa Ibom y Cross River fueron asesinados miles de menores por sus parientes que los creían embrujados.
Un papel destacado lo tuvieron sectas protestantes que torturaron y mataron a los niños "sospechosos", según la BBC. En total se cree que sucumbieron a la caza de brujas unos mil niños. Miembros de la secta trataron incluso de poner explosivos en una conferencia en Londres de protección de los menores en Nigeria.
En la República Democrática del Congo entre 25.000 y 50.000 niños fueron repudiados por sus propias madres en 2006 por sospecha de estar embrujados. También en Sudáfrica se estima que decenas de mujeres acaban al año en la hoguera por presunta brujería. Hay incluso pueblos-refugio donde las mujeres acusadas viven con sus hijos en la mayor de las miserias, pero seguras.
De Congo y Ghana llegan a menudo noticias de hombres y jóvenes que son castrados para utilizar sus penes en pócimas. A su vez, muchos de los "cazadores de penes" son linchados por los habitantes. En Kenia fueron quemados por una muchedumbre furiosa en 2008 once presuntos brujos.
Los albinos son muchas veces víctima de la persecución de los hechiceros, sobre todo en Tanzania y Burundi, porque se cree que los órganos y miembros de estas personas con problemas de pigmentación traen riqueza y suerte.
El presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete, condenó ya en numerosas ocasiones los ataques. Tan sólo en este país, donde las partes del cuerpo de un albino se venden hasta por 75.000 dólares, han sido asesinados desde 2007 unas dos decenas de personas. En su esfuerzo por protegerlos Kikwete nombró incluso a un albino como ministro.
Durante el Mundial de fútbol la superstición también tendrá seguro su espacio. Muchos jugadores africanos confían en los rituales secretos, algo que no se oculta. "Tenemos proyectos especiales", dijo riendo hace poco el ex entrenador de la selección Jomo Cosmos al ser interrogado sobre las posibilidades del país en el partido inaugural contra México.
"Cuando los jugadores entren al estadio y vean la nube de humo, no pensarán que se trata de un incendio...", comentó en alusión a la tradición de sacrificar antes del partido un pollo y quemarlo.
Pero muchas veces la superstición no es tan inocua. El escritor y filósofo congoleño Valentin Yves Mudimbe cree que la creencia en los hechiceros forma parte de las causas del atraso del continente.
(FUENTE: elpais.cr)
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