La neurociencia nos ha hecho ver que el amor puede verse como una droga, un cóctel neuroquímico, que altera nuestra percepción del mundo. Esta concepción del amor como un fenómeno neurológico tiene varias acepciones. Por una parte el enamoramiento, dicen los científicos, en su estimulante velocidad puede compararse con el consumo de cocaína. El amor, muestra un nuevo estudio publicado en el jornal Emotion, le da un sabor más dulce a la cosas, materializando la metáfora ampliamente difundida que relaciona al amor con la dulzura.
Investigadores de la Radboud University Nijmegen en Holanda se dieron a la tarea de probar si las metáforas utilizadas en el lenguaje para describir el amor asociadas con la dulzura podían aplicarse a la realidad. En el estudio se le pidió a estudiantes que escribieran una experiencia sobre el amor romántico, los celos o algo neutral. Luego los participantes tuvieron que probar Ribena Pastilles (dulces de goma agridulces) y chocolates Meji Morinaga (también agridulces). (Para perfeccionar el estudio los investigadores tuvieron que comer dulces por semanas hasta encontrar los que tenían un sabor equilibrado entre estos espectros de sabor).
Los resultados mostraron que quellos que habían imaginado y escrito experiencias románticas evaluaron las golosinas como más dulces que aquellos que habían escrito sobre los otros temas.
Se hizo otro experimento en el que se utilizó agua destilada en vez de dulces para ver si el amor no era un emoción que hacía que las personas fueran sensibles al ázucar. Los resultados mostraron que de nuevo el amor hizo que el agua–que supuestamente era una nueva bebida– supiera más dulce –aunque no tenía ningún sabor.
El hecho de que los celos no afectaron los sentidos, revela según los investigadores que las metáforas deben de ser profundas y apoyarse en experiencas. El vínculo entre el amor y la dulzura podría remontarse a la infancia, cuando los niños reciben dulces y leche de sus madres.
(FUENTE: diariouno.com.ar)
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