Papúa Nueva Guinea, un conjunto de islas situadas al norte de Australia, es una de las pocas regiones del mundo que continúa manteniendo una serie de arcaicas tradiciones arraigadas en sus creencias religiosas. La caza de brujas es una de ellas.
A través de esta práctica, las mujeres de Papúa Nueva Guinea sufren torturas y maltratos que las llevan a la muerte. Estas mujeres son culpadas de brujería en casos de muerte natural o fuertes enfermedades.
La situación ha llegado a tal límite que en una provincia del centro del país, Simbu, el pasado año han muerto alrededor de 200 mujeres víctimas de dichas acusaciones relacionadas con la magia negra. A estas agresiones se le suman numerosas torturas como marcas de hierro hasta que confiesan ser brujas, cortes con machetes o humillaciones ante al pueblo que desembocan en la muerte.
El australiano periódico The Global Mail ha recogido el testimonio de un misionero que ha vivido 40 años en Papúa Nueva Guinea. Este declara que los ataques son cada vez más violentos ya que anteriormente la población se conformaba con sacrificar a un animal para ahuyentar a los malos espíritus. Sin embargo, en la actualidad, esto no es suficiente. Las nuevas víctimas son mujeres inocentes.
Un claro testimonio de esta práctica, es el caso de Kepari Leniata. Ella era una madre de 20 años, acusada de brujería tras la muerte de un niño en un hospital local. Kepari sufrió torturas por la familia del niño hasta que confesó ser bruja. Después fue conducida a un vertedero, la rociaron con petróleo y la arrojaron a una pila de neumáticos en llamas.
(FUENTE: mirada21.es)
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