La Iglesia católica prohibió a la feligresía esparcir las cenizas de los difuntos, pues dicha práctica, que se ha hecho común recientemente, contraviene los cánones tradicionales del cristianismo respecto a las exequias de los fieles difuntos.
De acuerdo con la segunda edición de El Rito de Exequias (2012), avalado por la Santa Sede y editado por la Librería Editora Vaticana, se estableció que los católicos no deben esparcir las cenizas de un difunto luego de ser cremado, ya que esa práctica es contraria a la fe cristiana.
En México, sacerdotes católicos consultados por Excélsior, dijeron que el texto en cuestión debe verse como una “recomendación” y no como un mandato o un dogma, pues aplica estrictamente para Italia, al ser producto de un acuerdo de la Conferencia Episcopal de ese país.
Los sacerdotes Hugo Valdemar, director de Comunicación de la Arquidiócesis de México, y Eduardo Hayen, director del semanario católico Presencia, de Ciudad Juárez, precisaron que para que se asuma como mandato irrebatible el no esparcir las cenizas de un difunto, falta que los apruebe la Sagrada Congregación para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano.
Valdemar Romero, dijo, sin embargo, que en México es “altamente recomendable” atender lo que estipula la nueva edición de El Rito de Exequias pues no puede permitirse entre los fieles católicos que siga en expansión la costumbre de arrojar los restos cremados de un ser querido al medio ambiente o, peor aún, convertirlos en “diamantes o amuletos”.
“Es un documento muy bien hecho, muy bien pensado, muy recomendable que otras diócesis del mundo pueden retomar. Da pauta sobre aspectos que en México aún no se han explorado a nivel de Conferencia Episcopal y en ese sentido es un adelanto.
“En México sería bueno adoptarlo porque se presta para la situación que se vive en el país. El esparcir cenizas, hacer diamantes, son cosas que los obispos italianos llaman como una especie de neopaganismo y no es aceptable para la Iglesia católica”, comentó el presbítero.
El Rito de Exequias, escrito en italiano, fue presentado en la sede de Radio Vaticana, tras una revisión de los textos bíblicos, y se ha incluido un apéndice dedicado por completo a los rituales mortuorios en el caso de la cremación.
Ángelo Lameri, de la Oficina Litúrgica Nacional de la Conferencia Episcopal Italiana, explicó que se ha colocado la cremación en un apéndice aparte para subrayar el hecho que, de acuerdo con los rituales fúnebres del cristianismo, los difuntos deben ser enterrados, pues al final de los tiempos volverán a la vida para el juicio final.
El esparcir las cenizas, por tanto, crea un dilema, para la resurrección corpórea integral, se infiere, de acuerdo con el documento.
“(La Iglesia) aunque no se opone a la cremación de los cuerpos cuando no se hace por odio a la fe, sigue considerando que la sepultura del cuerpo de los difuntos es la forma más adecuada para expresar la fe en la resurrección de la carne, así como para favorecer el recuerdo y la oración de sufragio por parte de familiares y amigos”, dice el texto.
El libro también señala que los ritos previstos en la capilla del cementerio o ante la tumba se pueden celebrar excepcionalmente en el lugar mismo de la cremación.
De igual forma, recomienda el acompañamiento del féretro a dicho lugar, y da una gran importancia a la afirmación de que “la cremación se considera concluida cuando se deposita la urna en el cementerio”.
Cabe destacar que las tres grandes religiones monoteístas del mundo: el cristianismo, el judaísmo y el islam, que tienen como origen al mismo Dios (al Dios del profeta Abraham) coinciden en que los creyentes deben ser enterrados.
En el caso del cristianismo y del islam, se cree en la resurrección de los muertos para el Juicio Final, luego del regreso de Jesús, a quienes los musulmanes denominan como el profeta Isa ibn Maryam (Jesús hijo de María), mientras que los judíos tienen la obligación de enterrar a los muertos en la tierra, ya que la Torá dice: “…pues polvo eres y al polvo volverás”. (Génesis 2:19).
De acuerdo con la historia de las religiones, la tradición de incinerar o cremar a los muertos está más asociada al Hinduismo y al Budismo, así como a ritos del lejano oriente, que creen en la reencarnación de los difuntos en otros seres vivos, así como en practicas animistas.
Aunque algunas legislaciones civiles permiten esparcir las cenizas de los muertos en la naturaleza o conservarlas en lugares diferentes al cementerio, “estas prácticas producen no pocas perplejidades sobre su plena coherencia con la fe cristiana, sobre todo cuando remiten a concepciones panteístas o naturalistas”, aclara el texto de la Iglesia católica El Rito de Exequias.
Cabe destacar que distintas diócesis de México han aclarado, a raíz de la información difundida en sitios web católicos, que las normativas del texto en cuestión aplican explícitamente para Italia, pues se trata de un libro auspiciado por la Conferencia Episcopal de ese país y que para el resto del mundo se debe ver como una “recomendación”.
El sacerdote Eduardo Hayen, director del semanario católico Presencia, de Ciudad Juárez, explicó en un escrito que correspondería a otras instancias del Vaticano establecer como mandato para todo el mundo católico el prohibir esparcir las cenizas de los difuntos.
“La Sagrada Congregación para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos es el organismo de la Santa Sede que regula lo que debe hacerse litúrgicamente en las exequias y en todos los sacramentos y eso aplica para toda la Iglesia universal”, indicó.
En México no existen normas, explicó el sacerdote, acerca de los ritos funerarios, “empiezan a surgir costumbres de esparcir cenizas, de hacer diamantes con ellas y colgárselos, repartir las cenizas entre varios familiares o guardarlas en casa, pero no hay nada normativo todavía”.
El presbítero destacó que la Iglesia católica sí permite la cremación, pues sólo es acelerar el proceso de descomposición mediante el fuego, aunque en el pasado había creyentes que lo consideraban algo sancionado por la fe o sacrílego.
Al respecto, el sacerdote Hugo Valdemar Romero, de la Arquidiócesis de México, dijo que debe reconocerse a los obispos italianos retomar los primeros cánones del cristianismo respecto a los ritos de las exequias, ante distintas modas.
—¿Estas nuevas directrices sobre el rito de exequias no causan polémica entre la población, cuando es sabido que la sociedad en general está cada vez más apartada de los cánones que establece la Iglesia?— planteó Excélsior.
—Es una normativa para los fieles cristianos, quien no es fiel cristiano va a hacer lo que guste. La Iglesia no puede meterse con los no creyentes, que hagan lo que ellos quieran. Pero que quien se diga católico no puede estar haciendo ese tipo de prácticas paganas, como esparcir las cenizas o convertirlas en una joya, porque es contrario a la doctrina católica, comentó Valdemar.
Sin embargo el sacerdote Hayen, sí dejó claro en su escrito que aunque el asunto del destino final de las cenizas, no está normado dentro de la fe católica, sí existen sugerencias al respecto.
“Hay lugares especiales para los difuntos, como son los cementerios, como son las iglesias que ahora tienen nichos para colocar las urnas con cenizas, nos parece pastoralmente lo más apropiado el sepultar las cenizas o el conservarlas en un nicho de una iglesia, como un signo de la espera de la resurrección final”, dijo. Esto también se sugiere, como una imitación de Jesucristo que fue sepultado, además de ser un recordatorio de que se puede ir a lugares especiales “santos y sagrados”, como son los cementerios o a una iglesia.
Cremaciones
En la Iglesia católica la cremación de los cuerpos estaba prohibida.
El cristianismo primitivo —que retoma las prácticas del judaísmo—estableció que los difuntos deberían de ser enterrados y se observó a la cremación como un acto fuera de la norma.
De hecho, en la edad media, los herejes eran castigados en la hoguera y sus cenizas eran esparcidas como un castigo póstumo.
Dentro del cristianismo, la Iglesia Anglicana y otras confesiones evangélicas aceptaron la cremación de los difuntos hasta 1902 bajo la premisa: “Dios puede resucitar a un difunto de un tazón de cenizas tan fácilmente como puede resucitar a uno de un tazón de polvo.
”
Fue hasta el año 1963 cuando el Papa Paulo VI levantó la prohibición de la cremación para los fieles católicos y en 1966 se permitió a los sacerdotes la posibilidad de oficiar ceremonias de cremación.
La Iglesia católica sí permite la cremación, pues sólo es acelerar el proceso de descomposición mediante el fuego, aunque en el pasado había creyentes que lo consideraban sacrílego.
La cremación es un proceso mediante el cual un horno especializado usa el calor para deshidratar y reducir el cuerpo humano a pequeños fragmentos, cuyo resultado final se denomina cenizas.
La cremación es una alternativa cada vez más popular para la disposición final de un cadáver, debido a la sobrepoblación de los panteones.
De acuerdo con datos de la Asamblea Legislativa del DF, a finales de 2011, 20 por ciento de los cementerios de la capital están a su máxima capacidad, y poco más de 30 por ciento de los cadáveres son incinerados en la Ciudad de México.
(FUENTE: vanguardia.com.mx)
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