Esta leyenda se cuenta que ocurre en la carretera que conduce de la ciudad de Toluca a la ciudad de Ixtapan de la Sal, en México. Para ir entre estas dos ciudades, antes era obligado transitar por una carretera bastante sinuosa y peligrosa, que bordea un precipicio sumamente profundo. Actualmente existe una autopista.
La historia cuenta que un autobús partió de Ixtapan de la Sal con rumbo de Toluca. El viaje era de lo más normal y era por la noche: muchos de los pasajeros habían hecho ese viaje muchas veces. El autobús inició el viaje lleno, subió por la cuesta sin problemas, inició a llover, también como tantas veces en esa parte del camino, entonces alcanzó el punto más alto y desde luego inició el descenso e iniciaron las curvas de Calderón, un tramo de carretera, en el cual las curvas son sumamente cerradas y peligrosas y que además se caracterizan porque sin importar si se va a Toluca o se viene de ella, esa parte es de bajada y donde hay un puente en el cual sólo cabe un auto (aún existe y se usa), y está además al salir de una curva muy cerrada.
En ese puente habían ya pasado accidentes muy fuertes y muchos de ellos mortales. El autobús en cuestión inició su descenso, con lluvia y pavimento mojado. De repente los pasajeros se percataron de que el autobús estaba ganando velocidad y se asustan, reclamando al conductor quien no dice nada en absoluto,... hasta que llegó a decir “están fallando los frenos”.
El autobús se precipitó al vacío: muchos murieron; el autobús se incendió y en poco tiempo fue consumido por las llamas. Nadie escuchó los gritos de los pocos pasajeros que pidieron ayuda.
Sólo fue noticia por poco tiempo, pero a partir de esa fecha y por las noches, se dice que si te encuentras en la carretera de Ixtapan de la Sal, con rumbo a Toluca por la noche, y le haces la parada a un autobús, es posible que sea este autobús número 40 el que se pare y te abra la puerta. Al abordarlo notarás que es un autobús antiguo, pero en buenas condiciones, y como algunas líneas de autobuses usan autobuses no tan nuevos, no te importará mucho, pero entonces te percatarás de que aun cuando va lleno, con personas de pié, hay siempre un lugar vacío, o dos o tres, siempre de acuerdo con el número de personas que le hacen la parada y lo abordan. Nadie se sienta de modo que te sientas aun cuando te parece raro, y sientes un vacío en el estómago.
Te percatarás de que a pesar de la hora nadie va dormido, mujeres hombres y niños van despiertos, pero nadie habla, ni siquiera los niños, es un silencio pesado, además todos van bien arreglados ¿Por qué? Nadie sabe, entonces el cobrador (auxiliar del chófer que revisa los boletos o te cobra el pasaje) inicia pocos minutos a revisarlos, preparas el costo de tu pasaje pero, jamás pasa a tu lugar para solicitar el costo, eso es aun más raro, pero piensas que al bajar en la Terminal pagarás. Llegas a Toluca sin contratiempos, pero pasada la media noche, entonces el chófer detiene la unidad antes de llegar a la Terminal y te dice que debes bajar en ese momento, aunque no entiendes la razón obedeces.
Entonces al llegar a la altura del chófer, el único que habla y, al intentar pagar tu pasaje, te dice que no es nada y añade “Baja ahora y no voltees hacia atrás antes de que cierre la puerta o jamás dejaras el autobús”. Quienes obedecen, bajan y no voltean, si no hasta que se escucha el sonido de la puerta al cerrar y se escucha el motor del autobús arrancar, sólo para darse cuenta de que no hay autobús, este mismo ha desaparecido. Los desobedientes al bajar voltean y lo que ven es un autobús hecho pedazos, dentro esqueletos descarnados y el chófer mirándote sin decir nada. El autobús desaparece y la persona en cuestión muere unos días después.
Se dice que a partir de ese momento su fantasma sube al autobús y viajará eternamente en él por causa de su desobediencia. Si por casualidad algún día viajas a Ixtapan de la Sal y de regreso tu auto no funciona, es mejor buscar la forma de regresar a Ixtapan, pero si te arriesgas y por la noche haces la parada a un autobús, quizá sea el número 40. Si es así sólo obedece las instrucciones de ese modo podrás contarlo, de lo contrario serás condenado a viajar por esa ruta en ese autobús por la eternidad.
Me contaron esta leyenda urbana hace algunos años un huésped del hotel en ixtapa donde estaba trabajando y todavía me da miedo cada vez que me lo cuentan.
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