Una calavera asentada sobre dos tibias cruzadas y dotada en la parte superior de una especie de ranura –parece que se empleaba como urna–: Christie’s la subasta el próximo 22 de enero y abre de nuevo el cajón de los rumores, las conjeturas, los comentarios malintencionados y bienintencionados sobre la misteriosa, siempre morbosa, con esos aires de conspiratoria sociedad secreta Skull and Bones. Traducido: Calavera y Huesos. Un grupo, no tanto una secta, más bien una cofradía (estadounidense), marcada por detalles significativos como que tiene su sede en la elitista Universidad de Yale, que han pasado por ella hombres que más tarde fueron presidentes o jueces del Tribunal Supremo, y que los relojes dispuestos en el lugar donde se reúnen, una antigua construcción del campus universitario conocida popularmente como la tumba de los Bones, están sistemáticamente adelantados cinco minutos con respecto a la hora oficial: porque ellos son hombres aparte. Viven en otro mundo, y en otro tiempo.
La calavera macabra, al parecer del siglo XIX, más un libro que contiene las fotos y los nombres de 50 hombres que pertenecieron a la sociedad entre 1831 y 1877 (un elemento cautivador: se supone que esos nombres son secretos) serán subastados en Nueva York por un precio de partida de 10.000 dólares (7.000 euros) aunque los responsables esperan que la puja llegue al doble. «La urna y los documentos constituyen un raro acercamiento a una organización cuya lista de miembros ha sido un secreto celosamente guardado», señala la conocida empresa de subastas en su web.
Se sabe que entre el medio centenar de nombres figuran el de William Howard Taft, a la postre presidente de EEUU (1909-1913); el de Morrison Remick White, presidente del Tribunal Supremo a finales del siglo XIX, y el de William Maxwell Evarts, secretario de Estado entre 1877 y 1881. Que la sociedad tiene una indisimulable querencia por el poder es una afirmación preñada de mitos y verdades: tanto el expresidente George Bush (hijo) como el senador demócrata, y candidato a la presidencia, John Kerry, acosados desde jóvenes por el rumor de pertenecer a la cofradía, respondieron evasivamente cuando en el curso de sendas entrevistas les preguntaron al respecto: «Es tan secreto que no puedo hablar de ello», dijo el primero; «No puedo decir mucho porque es secreto», dijo Kerry. Se da por sentado que ambos son bonesmen; y que viven, por lo tanto, cinco minutos por delante.
Menos apegadas a la verdad son, al parecer, conjeturas como que solo se puede ser director de la CIA si se es miembro de la sociedad; la agencia estadounidense, en un gesto que retrata ampliamente la importancia que tienen estos asuntos en EEUU, se tomó en el 2007 la molestia de publicar un informe para desmentirlo, poco después del estreno de una película, El buen pastor, que volvía a meter el dedo en la llaga. Los más escépticos (e insobornables) subrayan con todo que es desmesurado el número de antiguos alumnos de Yale que se convierten en directores de la CIA.
Demanda de un nieto de Jerónimo
La subasta en Christie’s vuelve a poner a Skull and Bones en la agenda informativa estadounidense un año después de que el nieto del indio Jerónimo demandara a la sociedad para recuperar los restos de su abuelo. Sostiene que fueron sus miembros –hombres que se dicen a sí mismos caballeros, y que por defecto consideran bárbaros a todos los demás, que al parecer suelen cenar con platería nazi en la misma casa donde los relojes están adelantados– quienes en 1918 o 1919 profanaron la tumba para robar los huesos.
(FUENTE: elperiodico.com)
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