La primera mujer corresponsal de TVE, que con sus viajes junto a Juan Pablo II dio 29 veces la vuelta al mundo, corre una nueva etapa de su particular «Giro» de sábanas y cadenas con su libro «Los fantasmas de Italia».
-Vuelve a escribir de fantasmas. ¿Por qué tanto interés por los muertos?
-Desde pequeña he creído en fantasmas. Me parece gente buenísima que ayuda. Como dijo San Agustín, son «seres invisibles, pero no ausentes», que los puedes sentir cerca, hablarles...
-¿Usted lo ha hecho?
-Solo con un fraile, de lo que se deduce que hasta con los fantasmas estoy predestinada. Se trata de fray Piccolo, que habita la embajada de España ante la Santa Sede. Yo iba a una cena, no sabía dónde llamar entre cinco puertas, y de pronto vi al fraile pequeñito, en un rincón, y le dije: «Qué gusto que está usted ahí, ¿sabe dónde vive el ministro consejero?». Me señaló la puerta y llamé. No recuerdo su mirada, porque los ojos los tuvo siempre bajos, ni su voz, porque no me habló. Le di las gracias, entré y comenté: «Menos mal que está ese fraile fuera, porque si no llego más tarde». «¿Qué fraile? —dijeron—, si fuera no hay nadie...».
-Algunos de sus amigos conviven con espectros.
-Muchos, muchos. Por ejemplo, en Venecia mi amiga Fiora Gandolfi, la viuda de Helenio Herrera, el famoso HH del fútbol, tiene varios. Durante una temporada tuvo a Casanova, contra el que le previne: «Ojo con ese, que hasta muerto puede dar guerra».
-¿No será el espíritu que desabrocha pijamas?
-¡Ese es fray Piccolo! Le sucedió a mi querida Magda Salarich, invitada por su tío el embajador, que se acostó y por la mañana no tenía ni un botón encima. Los encontró muy colocaditos en un cenicero.
-¿Y qué halló usted en ese vértice del triángulo mundial de magia negra que es Turín, junto con Londres y San Francisco?
-La mayor cantidad de exorcistas de Italia y más fenómenos de misas negras. Allí habló Juan Pablo II del maligno y hasta se sintió mal físicamente. En la Universidad Pontificia Regina Apostolorum, de Roma, se hacen cursos para luchar contra Satán.
-Cuenta que hasta Madre Teresa pasó por el trance.
-Según aparece en los documentos de la Causa de los Santos, estaba muriéndose y empezó a agitarse. El médico dijo que no era normal; entonces alguien hizo un exorcismo, y se apaciguó. No nos quieren decir mucho, pero a mí me lo contó Saverio Gaeta, experto en Madre Teresa que tuvo acceso a los documentos de la causa de beatificación.
-A usted Satanás le entró por una ventana.
-Mi marido, que lo toma a broma y me enfada mucho, porque de broma nada, lo llama «el diablo pío-pío». Yo venía de entrevistar a monseñor Balducci, demonólogo, que me avisó: «Verás cómo te va a costar hacer el reportaje, porque el maligno nunca quiere que se descubran sus cartas y que no se crea en él para poder actuar mejor». Puse las fotocopias de su libro «El diablo existe. Cómo identificarlo» y las cintas con el magnetofón en la mesita de lo urgente, y sobre las 11 de la noche entró por la ventana una especie de mirlo negro que empezó a golpearse contra las paredes dejándolo todo manchado de sangre. Llamé a mis hijos, subimos a cogerlo, pero se metió tras la librería que recorre toda la pared y nunca más se supo. Con él desaparecieron el bloc de notas, las fotocopias y cintas, y el magnetofón lo encontré roto. Llamé a Balducci y me dijo: «Ya se lo advertí».
-¿Sigue en venta el palacio veneciano Ca Dario?
-Creo que sí, pero le aseguro que ni regalado lo quiero. Allí ha ocurrido todo lo malo, sobre todo suicidios. Los que lo adquirieron y vivieron en él, que yo sepa, han acabado muy mal, desde Mario del Monaco al «manager» de Who, Christopher Lambert, o Raul Gardini... Un lugar, cuando menos, inquietante.
-Sin embargo, nos escribe que de quien hay que cuidarse es de los vivos más que de los muertos.
-Y especialmente de esa categoría que yo no trato, pero que el Espasa debería recoger: los fantasmones.
-A la cabeza de Italia hay uno de manual.
-Este Berlusconi, que un día se nos muere de sobredosis de viagra; pero en España podría hacer una lista interminable, donde tantos políticos caminan entre el ruido de cadenas arrastradas.
Entre fantasmas
Gómez Borrero (Madrid, 1936), primera mujer corresponsal de TVE y que con sus viajes junto a Juan Pablo II culminó el trecho de 29 veces la vuelta al mundo, corre una nueva etapa de su particular «Giro» de sábana y cadenas con «Los fantasmas de Italia» (Plaza&Janés). En Roma, donde vive con su marido, nos descubre el museíto de las almas del purgatorio, en la iglesia del Sufragio, o los velados del Palacio de San Severo en Nápoles, esclavos momificados bajo el mármol y que tanto interesaron a la Reina Doña Sofía. Un recorrido que no acaba aquí: espera que su nieta Paloma le ayude a escribir sobre los fantasmas del siglo XXI.
(FUENTE: abc.es)
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