Una de las leyendas que circulan entre los pobladores de Cerocahui (Chihuahua, México), habla sobre del padre Jesús Hielo Vega, el primero y el único sacerdote de raza tarahumara que ha habido.
Al padre Hielo Vega lo había ordenado, en 1975, el obispo de la recién constituida Diócesis de la Tarahumara, José Alberto Llaguno.
Vega falleció en su cuarto de la parroquia de Cerocahui, cuando una lámpara que usaba para alumbrarse se quedó encendida mientras dormía y se apagó al cuajarse el conducto de gas por el frío glacial que esa noche cayó sobre la tierra.
Como sucede siempre con quienes mueren por el gas, el cuerpo del sacerdote se descompuso rápidamente, y para la tarde del nuevo día, ya estaba putrefacto.
Entre la feligresía, hubo quienes exigieron que al padre Hielo se le enviara por tren a su pueblo, de la misma forma como vino a Cerocahui, pero el párroco de Sisoguichi, don Felipe Ruiz, fue de la idea de enviar el cuerpo lo más rápido posible en avioneta.
Optaron por contratar un vuelo que trasladara al difunto a una aeropista que está a dos kilómetros de El Salto, la ranchería donde nació y donde lo esperaba su madre.
Así le hicieron, y como homenaje al esforzado sacerdote muerto, la avioneta pasó dos veces por encima de Cerocahui, con gran número de gente que abajo se congregó para despedirlo.
Mientras que el obispo Llaguno enviaba a otro sacerdote a cubrir la vacante, se quedó como emergente para Cerocahui, al mismo tiempo que para Sisoguichi, el padre Felipe Ruiz.
Cuenta don Felipe que la madre del padre Hielo Vega vino un día a reclamarle, sumamente enojada, que no había cumplido con la costumbre de regresar los cadáveres por el mismo camino por el que salieron de su pueblo. Ruiz no se acordó, o no le dio importancia, a esta arraigada tradición de los rarámuris.
“El cuerpo de un rarámuri siempre tiene que regresar por donde vino, así ha sido siempre, y así tendrá que ser hasta que el mundo se termine” -Explicó la mujer, quien apenas desquitó su coraje contra el sacerdote.
Y en efecto, al haber enviado por aire al padre Hielo, el “espíritu” se extravió y, de acuerdo a la madre, andaba vagando todavía y molestando a los vivos.
La gente de El Salto asegura que el espíritu del padre Hielo Vega se les aparecía en el camino, y que les jalaba los pies durante la noche, y que los molestaba de mil formas, y que a su misma madre no la dejaba en paz.
Dicen, nunca ha encontrado el camino, está extraviado, porque los muertos son ciegos.
(FUENTE: diario.com.mx)
No hay comentarios:
Publicar un comentario