«En los pueblos del entorno del Moncayo, levantas una piedra y te sale un gnomo». Lo dice el periodista y escritor Alberto Serrano Dolader, mientras hojea entre las manos un ejemplar de su libro Moncayo, el laberinto legendario. Un libro en el que, a lo largo de más de 400 páginas, recorre la historia, cierta e imaginada, de brujas, diablos, tesoros escondidos..., de gentes y parajes míticos que han hecho de esa montaña lo que hoy es: una referencia real y mitológica, un icono.
Serrano, colaborador de HERALDO, lleva décadas estudiando, con un ojo de periodista y otro de historiador, todo lo que tiene que ver con las leyendas populares. Fruto de ese trabajo investigador son libros ya clásicos, como sus guías mágicas de las provincias de Huesca y Teruel. Al Moncayo y su comarca ya se había acercado en 1996, con un libro que ahora ha aumentado.
«Todas las montañas tienen un magnetismo especial, pero el Moncayo, además, está ubicado en un cruce de caminos, tiene cerca localidades importantes como Tarazona y Borja, con sus focos eruditos; y cuenta también a su alrededor con varios pueblos pequeños. Es un microclima espiritual en el que cabe de todo. Y a sus condiciones naturales hay que añadir la influencia de Bécquer, que fue quien le dio proyección internacional a todo eso».
Gnomos, personajes mitológicos, brujas, paisajes encantados y tesoros ocultos desfilan por las páginas del libro. Y lo hacen sin pausa, hasta el punto de que el autor casi no puede destacar una leyenda por encima de las demás. «Una de las que más me gusta es la del dragón de Ambel -señala-. Vas a la localidad, con su halo sanjuanista, y a dos kilómetros te enseñan la que dicen que es la guarida del dragón, y te muestran luego los agujeros en los que el animal guardaba la sal y la pimienta con que aderezaba a sus víctimas.
Y luego, a otros dos kilómetros, te enseñan el lugar donde cayó al suelo el dragón tras pelear con San Sebastián, en un combate aéreo que duró 1.000 días... Y en el mismo Ambel, en el palacio de los sanjuanistas, hay un grafiti antiguo con un dragón pintado que tiene, en lugar de brazos o patas, pinzas de cangrejo... Y todo esto te lo pueden contar en el casino antiguo, porque Ambel es uno de los pocos pueblos que tiene aún, o al menos tenía hace unos meses, un casino de los de toda la vida».
Enfoque periodístico
Serrano se acerca al tema con planteamientos periodísticos, y en su trabajo es clave la conversación atenta, el oído amable, la disposición del que sabe hablar de tú a tú con cualquiera. ¿Tienen estos conocimientos, estas leyendas, fecha de caducidad?
«No creo que se vayan a perder -subraya-, aunque son conocimientos que cambian y evolucionan. La esencia, la pulsión y la motivación de las leyendas mutan con el paso del tiempo, pero tampoco hay que lamentarse de que no exista ya el dragón de Ambel. Los valores que antes se trasmitían a través de una celebración tradicional o un sermón, hoy se transmiten por la televisión o por internet. Es imposible parar el mundo. El mundo sigue».
Serrano advierte, una y otra vez, de que «no hay que creerse todo lo que sale en este libro, aunque todo forma parte de la realidad». ¿Cree en gnomos, tesoros ocultos, animales mitológicos...?
«Es imposible no creer en ellos cuando, por ejemplo, recorres el barranco de la Morana y tu acompañante de dice que tal piedra es una esfinge, que en esta losa hubo un asesinato y la caballería de la víctima regresaba allí cada año... Pero que las cosas existan no quiere decir que uno pueda tocarlas. Lo de menos es la realidad, lo que cuenta es la percepción que uno tiene de ella. Que no haya habido aquelarres no quiere decir que la gente no haya creído en ellos y se haya asustado».
(FUENTE: heraldodesoria.es)
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