Puede sonar a una idea romántica, pero no lo es, la limerencia o enfermedad del amor es tan real que muchas mujeres y hombres la sufren, han sufrido o la sufrirán en alguna etapa de su vida; se sabe que se padece porque existe una necesidad incontrolable de estar en cierta relación amorosa con determinada persona, porque es como si ese ser amado hubiese acampado en la cabeza y no parece que se irá, ¿te suena?
Quien ha trabajado con este tema de la limerencia es la psicóloga estadounidense Dorothy Tennov , comenzó a finales de los70 y llegó a este término tras entrevistar por diez años a más de 500 pacientes enamorados; los resultados la llevaron a teorizar sobre este estadio físico, anímico y mental.
El trabajo de Dorothy Tennov puede leerse en el libro ‘Love and Limerence: The Experience of Being in Love’ , donde se acuñó por primera vez este término.
Su definición a la llamada enfermedad del amor es: “un estado involuntario interpersonal que implica un deseo agudo de reciprocidad emocional; pensamientos, sentimientos y comportamientos obsesivos-compulsivos, y dependencia emocional de otra persona”.
¡Está en el cerebro!
El estudio de Tennov también habla del aspecto bioquímico. Explica que estar locamente enamorado se puede traducir en una señal que va del hipotálamo hacia la glándula pituitaria para que ésta libere norepinefrina, dopamina, feniletilamina -una anfetamina natural-, estrógeno y testosterona.
Este batido químico es el resultado del nuevo amor y tiende a normalizarse cuando aparecen las hormonas del apego -vasopresina y oxitocina-, normalmente entre los seis y 24 meses de relación (de ahí esos inicios tan pasionales al comenzar algo en pareja).
En el cerebro este batido funciona igual que una droga, por lo que puede conducir a la gente a conductas extremas en la búsqueda del objeto de su afecto.
¿Cómo identificar la limerencia?
La limerencia tiene algunas características o síntomas muy puntuales que explica Tennov.
- Lleva a la idealización de las características positivas y negativas de la otra persona, lo cual acarrea pensamientos incontrolables e intrusivos sobre la persona amada. Sin embargo, es solo un autoengaño.
- Se experimenta una timidez extrema, tartamudeo, nerviosismo y confusión sobre la otra persona.
- Hay un miedo extremo al rechazo, incluso desesperación o ideas de suicidio si existe un rechazo por parte del amado.
- Existe un aumento de la euforia cuando también hay un interés de la otra persona.
- Hay fantasías de encuentros con el individuo amado.
- Se recuerda a la persona deseada en todo momento y actividad.
- Armar la agenda de modo de forzar encuentros con la otra persona.
- Se tiende a reproducir en la mente una y otra vez los encuentros con el otro.
¿Enamoramiento o limerencia?
Ambos estados podrían confundirse porque tienen características muy similares, pero a diferencia del enamoramiento ordinario, la limerencia tiene su lado oscuro: es un desorden obsesivo-compulsivo que puede terminar mal, con daño hacia la propia persona o el ser amado.
Si bien el enamoramiento es un campo normal, que baja de intensidad con el tiempo y es reconfortante para ambas partes, el otro un terreno sinuoso donde lo que importa es la reciprocidad y esta no existe.
Cuando el amor es correspondido en una relación saludable, el proceso natural es que se construya ese amor en torno al respeto, la intimidad física y el compromiso. Pasado el enamoramiento, esta relación se afianza en el vínculo amoroso. Cuando el deseo no es mutuo, el tiempo y el duelo harán su trabajo natural.
Claro, también existen parejas con un miembro limerente, ahí, el proceso se vuelve antinatural ya que el enfermo buscará aferrarse a la otra persona, incluso por encima del amor que tienen.
La enfermedad del amor no suele tratarse por muchas personas, prefieren ignorarla o vivir con esos demonios, pero lo recomendable es ayuda sicológica o siquiatra (hay quien requiere tomar medicamentos) como se trataría un problema de desorden obsesivo-compulsivo.
(FUENTE: vidayestilo.terra.com.pe)