Pedro Escribano
El maestro Machicado posa ante una de sus pinturas que recrean la festividad de la Virgen de la Candelaria. La pintura parece desbordar, igual que la fiesta, movimiento, color y alegría. Juan de la Cruz, que es el artista, pero más conocido como Machicado (Yuguyo, Puno, 1935), inaugura hoy a las 12 del mediodía una serie de cuadros con la muestra “La festividad de la Virgen de la Candelaria” en la galería del Museo de Minerales Andrés del Castillo.
La muestra, además de un tributo a la Mamacha Candelaria, es una celebración de que la Unesco recientemente declaró a esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
¿Usted es devoto de la Mamacha Candelaria?
No soy devoto de la Virgen de la Candelaria, pero admiro la fiesta porque es una fiesta pagana y es una gran tradición del pueblo. También me gusta la festividad de la Virgen de Copacabana y la Virgen del Socavón, en Bolivia.
El maestro Machicado dice que no cree en milagros, tampoco en promesas.
“La ministra de Cultura Diana Álvarez-Calderón llegó a Puno a presentar un libro sobre el ekeko. Allí dijo que deseaba apoyar a los artistas que querían hacer algo en Lima. Yo levanté la mano y le propuse esta muestra. Me pidió que en Lima la busque. Vine a Lima con ese fin, pero todo quedó en nada.
¿Pero usted la buscó?
–Sí, claro, yo fui al ministerio a reclamar, pero creo que se puso de acuerdo con su jefa de actividades y todo fue un bamboleo. No se concretó nada. Pero gracias a una colega, María Chávez, me puso en contacto con el Museo Andrés del Castillo y puedo exhibir esta muestra.
El arte de Machicado tiene larga trayectoria y reconocimiento internacional. Ha expuesto en Estados Unidos, Japón, Argentina, Bolivia y España. Ha residido cuatro años en Europa. “Tuve una acogida segura por mis motivos peruanos”, afirmó.
Los orígenes
Su historia de artista comienza en Yunguyo, cuando tenía ocho años y aficiones de pintor. Su padre, que era un artesano de sombreros, a tanto afán le permitió pintar la puerta trasera de la casa. “Pinté lo que vi en ese instante. Pinte un toro que embestía a un burro, pinté la realidad”, enfatiza.
“Mi motivo –agrega– siempre es el Perú. Soy consciente de la labor que hago, porque tomo como fuente la vivencia cotidiana de la gente”.
Así, la realidad siempre ha sido parte de su credo de artista.
¿O sea, se asume como artista comprometido?
En mi caso, no me veo comprometido con el tiempo, más bien me veo comprometido con esta sociedad en donde he tenido la suerte de nacer.
¿Apostar por uno mismo?
Creo que América tiene que ser sincera con la realidad en que vive, no podemos parecernos a franceses, tampoco parecernos a norteamericanos, europeos y menos podemos pensar que somos orientales, porque hasta nuestro andar, nuestra sombra, nos dicta que somos distintos.
Ese es el arte y la porfía de este artista que una vez fue invitado a exponer en Heidelberg, Alemania, en una muestra internacional. Ofreció el cuadro “Balsa de totora”, pero meses después el embajador alemán le mostró el afiche donde se leía, por desconocimiento de la planta, “Balsa de tortura”.
Machicado pidió que corrigieran el nombre de su cuadro y para la fecha de inauguración llevó totora desde Yunguyo a Heidelberg y allí, ante los ojos de los anfitriones, hizo una balsa como se hace en Puno, y, para mayor asombro, la hizo navegar con estudiantes bajo el puente del río Neckar. Yunguyo navegaba en Heidelberg.
(FUENTE: larepublica.pe)
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