Según la fe del pastor Randy Wolford, la mordedura de una serpiente venenosa solo tendría efecto sobre él si Dios así lo quería. Por eso, cuando el pasado domingo 27 de mayo una serpiente le mordió en el muslo, en vez de buscar ayuda médica, decidió guardar reposo en casa de un familiar hasta recuperarse. Pero su sanación nunca tuvo lugar.
Wolford, un vecino del Estado de West Virginia en Estados Unidos y uno de los predicadores más conocidos de la región, formaba parte de una pequeña fe dentro del pentecostalismo que incluye entre sus ritos el manejo de serpientes como vía para ahuyentar al diablo. De ahí que durante el servicio que Wolford ofreció el domingo en un parque zoológico de la zona, además de él en el escenario había una serpiente de cascabel amarilla.
Ese reptil que el pastor había pasado entre los feligreses unos minutos antes fue el que lo picó una vez que, confiado, la dejó campar a sus anchas en la habitación donde estaban congregados.
Quienes se encontraban con Wolford en el momento de la mordedura y durante las horas de dolor que la siguieron compartían su fe, por lo que respetaron la convicción del pastor de esperar la decisión divina.
Lauren Pond, una fotógrafa del «Washington Post», presenció la defunción y lo compartió en un artículo para dicho diario. Según su relato, Wolford falleció frente a su madre, Vicie Haywood. Vicie ya había perdido a su marido, también predicador, 29 años atrás después de que este siguiera la misma oscura tradición. Para Pond, quien había fotografiado a Wolford durante el último año en múltiples ocasiones, el pastor fue «víctima de su fe inquebrantable, pero también un testamento de ella».
La fe de Wolford ha sido extensamente criticada por su literal interpretación del versículo 16:18 del evangelio según san Marcos: «Tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán».
(FUENTE: abc.es)
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