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domingo, 18 de marzo de 2018

La historia real detrás de "Verónica", la película de terror que impacta en Netflix



No es difícil deducir qué pasa cuando se mezclan una adolescente, una familia disfuncional, un colegio católico, una monja ciega y una tabla ouija. Claro que en manos del director Paco Plaza, el experto en terror del cine español, el resultado puede ser mucho más que otra película del montón.

Así lo demuestra Verónica, la cinta que está aterrando al público alrededor del mundo desde su estreno en Netflix a comienzos de este mes.

Plaza ingresó a los anales del género con REC (2007), película que escribió y dirigió con Jaume Balagueró y que en su momento revitalizó el manoseado recurso del found footage o metraje encontrado. El éxito de la cinta se reflejó en tres secuelas, cómics y un pálido remake norteamericano llamado Cuarentena (2008).

10 años después, ya consagrado como el especialista ibérico en cine de terror, Plaza trae una nueva entrega que ha puesto los pelos de punta a nivel global. Tanto así que medios como el periódico británico Metro o LADbible no han dudado en plantear que se trataría de una de las películas más aterradoras del año.

Cinemanía, el suplemento dedicado al séptimo arte del diario español El Mundo, informó a comienzos de este mes cómo medios de diversas partes del planeta se rendían ante el fenómeno Verónica, y que incluso el mismísimo Dwayne “La Roca” Johnson había declarado en Twitter su interés en verla.

La película narra lo que ocurre con la protagonista, cuyo nombre es (aviso de spoiler) Verónica (fin del spoiler), una adolescente de 15 años que asiste a un colegio católico de mujeres en Madrid.

Es 1991 y los Héroes del Silencio es la banda del momento. Cuando todas las alumnas suben al techo del establecimiento para ver un eclipse solar, Verónica y dos amigas se escabullen y bajan al sótano para hacer lo que cualquier adolescente preferiría hacer en vez de presenciar un fenómeno astronómico que puede poner en peligro la vista del observador: comunicarse con muertos por medio de una tabla ouija.

Por supuesto, las cosas salen mal. Hay velas que se apagan, objetos que se mueven solos, y convulsiones y desmayos. A partir de aquí, la adolescente comenzará a ser perseguida por una presencia maligna que pone en riesgo a ella y sus hermanos. La madre ausente no alcanza a enterarse de lo que ocurre y sus amigas se alejan. Por suerte, una monja sin ojos, anciana y fumadora compulsiva, apodada Hermana Muerte, la ayudará a comprender lo que está ocurriendo.

Es cierto que ningunos de los elementos parecen demasiado novedosos. Películas con tablas ouijas, espíritus molestosos y religiosas enigmáticas abundan. Pero la experiencia de Plaza le da un peso y un ritmo a la cinta que la ubican en lo alto del género de terror.

Verónica alude a los conflictos de una familia disfuncional y del despertar de una adolescente que debe cuidar a sus hermanos menores, reprimida por las obligaciones que su madre, siempre ocupada y ausente, pone en sus hombros, y los integra sutil pero poderosamente en una trama que avanza con fuerza hasta el enfrentamiento final.

Aunque haya elementos paranormales, en el corazón de la película se halla el difícil proceso de crecer y de convertirse en alguien más, en un extraño. “He hecho películas de zombis y de hombres lobo, pero el monstruo más aterrador es el adolescente”, explicó Plaza en una entrevista al portal español 20minutos.es.

La crítica internacional ha avalado sus cualidades y su poder de aterrorizar, destacando el talento de Plaza para construir imágenes sugestivas y perturbadoras y la actuación del elenco infantil, todos debutantes.

Especial atención ha recibido la joven actriz que da vida a la protagonista, Sandra Escacena, quien por éste, su primer rol en la pantalla grande, fue nominada al premio Goya a Mejor Actriz. Aunque no lo ganó, la nominación se sumó a otras seis, incluidas Mejor Película, Dirección y Guión, de las cuales sólo se quedó con Mejor Sonido.

Todo ello ha ayudado a que Verónica, desde su estreno en agosto del año pasado en España, se convirtiera en un éxito que se replicó y multiplicó con su llegada a Netflix. Pero hay un elemento que podría hacer que sea aun más aterradora: la película se basa en una historia real.

EL CASO VALLECAS
La inspiración de Paco Plaza proviene de un famoso caso policial-paranormal, el único en la historia española en el que un expediente oficial de la policía registra hechos calificados de inexplicables. Fue bautizado como el Expediente Vallecas por la zona de Madrid en la que pasó.

Fue el 27 de noviembre de 1992 que la familia Gutiérrez llamó a la Policía Nacional solicitando ayuda porque en su casa, en el número 8 de la calle Luis Marín, los muebles se movían solos sin control y una figura oscura los acechaba en el pasillo. Sin embargo, los pesares de los Gutiérrez habían empezado el año anterior: el 11 de agosto de 1991 había muerto la hija mayor, Estefanía Gutiérrez Lázaro, producto de una asfixia repentina.

La muerte de Estefanía había sido el final de una historia que había comenzado cuando ella había jugado a la Ouija con un par de amigas en el colegio. Un día, una profesora las sorprendió y destruyó el tablero. En ese momento, de acuerdo con las amigas, un humo negro emergió del tablero roto y fue absorbido por Estefanía.

Según los testimonios de la familia, desde ese momento la adolescente presentó síntomas que ningún médico puede explicar. Pesadillas, visiones, convulsiones y alucinaciones. Ataques de ira en contra de sus hermanos. El componente religioso de la familia los llevó a creer que se trataba de una posesión.

Pero también circuló la idea de que el responsable era el abuelo, quien había muerto sin resolver sus desavenencias con Concepción, la madre de Estefanía, por factores económicos. Así reportó en esos días el canal español Antena 3 en un registro que hoy se puede encontrar en Youtube, en el que se explicaba que “se viene manifestando la presencia de espíritus desde que el abuelo murió y expresó como último deseo hacer la vida imposible a la familia desde el más allá”.

También se mostraron psicofonías (grabaciones de audio de espíritus y entidades del más allá) en las que, aparentemente, se oye una voz que podría ser la de Estefanía diciendo “cuidado con el abuelo”.

Mientras el proceso de Estefanía desde su experiencia con tabla ouija hasta su muerte duró meses, la película lo condensa en sólo días. En la realidad, la llamada de los Gutiérrez a la Policía se dio más de un año después de la muerte de Estefanía, periodo en el que la familia vivió extraños episodios de presencias inexplicables, sombras que se arrastraban por los pasillos y artefactos eléctricos que se prendían solos.

El inspector jefe de la policía de aquella época que investigó el caso, José Pedro Negri, ha dado innumerables entrevistas comentando lo que entonces le tocó presenciar. Según consigna el periódico digital Huffington Post de España, el informe policial de Negri menciona muebles que se abrían solos, paredes desgarradas, ruidos inexplicables en la casa, un crucifijo de madera con el Cristo metálico separado de su base y manchas en una mesa que parecían babas.

Además, Negri incluyó en el informe que sintió un frío inexplicable cuando entró al baño de la habitación que ocupaba Estefanía.

Finalmente, la familia vendió el departamento, se mudó y encontró la tranquilidad que buscaba. Los nuevos inquilinos del 8 de la calle Luis Marín, en tanto, han afirmado que nunca han oído ni visto nada extraño.

EL FACTOR PERSONAL
“Es el único caso en el que un policía se ha sentado delante de una máquina y ha escrito que ha sido testigo de fenómenos paranormales, es lo que lo hace tan atractivo y único”, explica Plaza en una entrevista a la cadena española Abc.

Este elemento único es el que le agrega interés a su propuesta, más allá de las diferencias entre su película y el caso que lo inspira. Para Plaza, lo importante era contar la historia desde la perspectiva de ella, de Verónica, sin tomar partido por una teoría u otra.

“El caso ha sido una excusa argumental”, asegura el director, quien insiste en que no se trata de un documental y que, además del Expediente Vallecas, hay otros dos casos paranormales acaecidos en Madrid a mediados de los 90 de los que tomó inspiración.

Plaza también ha confesado que hay para él un ejercicio de nostalgia: “(El personaje de) Verónica es lo más cercano a un alter ego que he tenido nunca. Yo tenía su edad más o menos en el 91, era fan de Héroes del Silencio, jugaba a la Ouija con mis amigos y atravesaba bloques de ladrillo rojo con ropa tendida cuando iba al colegio”.

Nostalgia, terror, buenas actuaciones; los motivos para ver Verónica sobran. A estas alturas, terrorífico sería ser el único que no la ha visto.

(FUENTE: biobiochile.cl)

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