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sábado, 2 de septiembre de 2017

Los misteriosos geoglifos gigantes de Acre, puerta al mundo de los espíritus


Antes aún de que los europeos llegaran a América, los indígenas que vivían en lo que hoy es el estado de Acre, al oeste de la Amazonía brasileña, modificaron el paisaje de una forma extraña. Trazaron sobre el terreno cientos de gigantescos geoglifos, misteriosas estructuras geométricas cuya función ha despertado el interés de la comunidad científica y del público en general. ¿Por qué los construyeron? ¿Qué sentido tenían esos grandes círculos, cuadrados u octógonos?

El enigma de los geoglifos ya pertenece al imaginario colectivo, hasta el punto de que ha recibido las más variadas explicaciones, incluso algunas tan fantásticas y delirantes que incluyen la colaboración de civilizaciones extraterrestres, como se ha llegado a decir de los dibujos de Nazca. Sobre los de Acre -hay registrados más de 500 que podrían ser propuestos para su inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO- estudios anteriores descartaban que fueran aldeas, ya que los arqueólogos recuperaron muy pocos artefactos durante las excavaciones. La disposición tampoco sugería que fueran construidos por razones defensivas, así que la hipótesis de un lugar de reunión para realizar rituales parecía la más apropiada.

Ahora, un equipo de científicos ha examinado los trabajos precoloniales de Acre, muchos sacados a la luz debido a la deforestación y, según explican en la revista American Antropologist, los trazados tienen, en efecto, un fuerte componente espiritual. Según han concluido, eran espacios de comunicación ritual tanto con el más allá como con los seres que habitan la naturaleza.

El período de construcción y uso de los geoglifos abarca unos 2.000 años y comenzó hace unos mil años antes de Cristo. Las zanjas de tierra forman patrones geométricos, como cuadrados, círculos, formas de U, elipses y octógonos. Pueden ser de varios metros de profundidad y encerrar áreas de cientos de metros cuadrados.

Seres no humanos
El estudio, llevado a cabo por investigadoras de la Universidad de Helsinki, en Finlandia, y la de São Paulo, en Brasil, explica que a través de los diseños geométricos, ciertos miembros de la comunidad se comunicaban con otros seres del ambiente, como espíritus ancestrales, animales y cuerpos celestes. Así se recordaba constantemente a la gente que la vida humana está entrelazada con la naturaleza y las generaciones anteriores. Las personas no se distinguían de la naturaleza, pero los no humanos eran quienes permitían y producían la vida.

Los geoglifos fueron utilizados especialmente por los sabios de esa época, quienes se especializaron en la interacción con los seres no humanos. Esas construcciones eran importantes para los miembros de la comunidad en ciertas etapas de la vida y los diversos patrones geométricos actuaban como «puertas» y «caminos» para adquirir el conocimiento y la fuerza de los diferentes seres del ambiente.

Lugares sagrados
Los patrones geométricos inspirados en las características y los patrones de la piel de los animales todavía materializan el pensamiento de los indígenas de la Amazonía y están presentes en su cerámica, tejidos, joyas y arte modernos. «Como también muestran las teorías del arte visual amerindio, los patrones geométricos pueden proporcionar a las personas las cualidades y habilidades deseadas, como fertilidad, fuerza, conocimiento y poder», explican en la investigación.

Los pueblos indígenas contemporáneos de Acre aún protegen los geoglifos como lugares sagrados y, a diferencia de otros residentes brasileños de la zona, evitan usarlos para actividades mundanas, como la vivienda o la agricultura. De esta forma, protegen a su manera estos peculiares restos antiguos.

(FUENTE: abc.e)

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