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jueves, 21 de agosto de 2014

Anuptafobia, la adicción al amor o el miedo a la soltería


Sin duda que conoces a alguien que nunca ha estado sola, siempre con novio o amigo con ventaja, o peor es nada, como quiera llamarlo.

A nadie le falta Dios, dicen, pero puede que esa envidiable mujer más allá de la suerte, tenga una especie de pánico: anuptafobia.

La anuptafobia o adicción al amor es el temor irracional a perder a la pareja o que la soltería se prolongue por siempre, lo que puede llevar a elegir mal tus compañías, incluso a permanecer en una relación que no te hace feliz.

Sostener una pareja durante muchos años no significa necesariamente que todo ande bien. Contar con alguien en quien confiar y que te acompañe en tu crecimiento enriquece la vida, por lo que debes ser prolija al momento de elegir.

La psiquiatra argentina Graciela Moreschi las describe como “mujeres que todo lo centran en conseguir una pareja, que cuando alguien se casa se deprimen; a veces temen ir a reuniones donde se reúne gente que hace tiempo no ven por temor a que les pregunten por su estado civil. Sienten que el balance de su vida es negativo porque no han formado pareja y la desesperación por encontrarla las pone en desventaja porque se vinculan mal con ellos”.

La doctora explica también que es una fobia que se manifiesta en las mujeres ya que “los hombres solteros no son condenados, casi se le ve como si fuera un mérito: “No lo cazaron”. La edad del hombre juega a favor, más experiencia, posición económica y prestigio, no tienen el reloj biológico y su identidad va más por lo profesional que por la familia que hayan construido”.

Cambio cultural

Estas mujeres son incapaces de elegir buenos compañeros, sostener relaciones amorosas constructivas y felices o poner fin a situaciones de maltrato en la pareja. La búsqueda y la vida con un compañero y todo lo que tenga que ver con el universo de los dos, ocupa el lugar más importante de sus vidas, desplazando sus logros y deseos relacionados con otras áreas de desarrollo personal.

Otra de sus características es que se obsesionan con la obtención de una pareja o con el riesgo de perderla. Lo peor, es que todo les parece válido con tal de no caer en el bando de los solteros.

Pero a pesar de los cambios de la idiosincrasia en la sociedad, esta fobia persiste. La mujer actualmente tiene todo tipo de posibilidades siendo soltera, no sólo de desarrollo social y laboral, sino que puede ser madre sin ser prejuiciada.

Una forma de mantener este paradigma es la creencia de las mismas mujeres quienes piensan que no hay hombres.

“Las mujeres no ponen límites a los hombres con los que se relacionan, (les toleran cualquier falta de compromiso, de respeto, de interés) por miedo a perderlo. Son excesivamente complacientes y esto hace que el hombre termine sintiendo que no hay alguien del otro lado. La relación termina por ser aburrida”, dice la psiquiatra.

Situaciones para alarmarse

Javiera (nombre ficticio) lleva un año de pololeo y se casará el próximo. Ella cree que sufre de anuptafobia debido a un hecho concreto: “El temor de perder a mi pareja nace de muchas infidelidades que he tenido que pasar por parte de otras relaciones y por maltratos que sufrí también”, cuenta.

Además, dice que nunca antes le había pasado porque no había conocido a nadie como su pololo ni tampoco le habían pedido matrimonio. “No creo que me pase nada terrible si es que termináramos, lo pasaría mal obvio, pero probablemente intentaría volver con él por siempre”, dice.

Según la autora del libro “Si el otro cambiara”, pueden existir tres casos que ponen en evidencia este trastorno emocional:

Si tu novio te dice que quiere estar solo por un tiempo. La verdad es que esto tiene una sola interpretación: quiere terminar contigo. Te lo dice como puede y trata de ser lo menos hiriente contigo, pero tú estás convencida de que la relación puede mejorar y no paras hasta conseguir que dé un paso al costado.

Aparentemente todo está bien, pero ninguno habla. Te preguntas si son felices, si todavía tienen cosas en común y notas que carecen de proyectos juntos y que pasan más tiempo discutiendo que riendo. En este caso, ¿serías capaz de plantear un diálogo sincero para saber qué está pasando, o no lo haces por miedo a que escarbar demasiado pueda desembocar en una ruptura?

Agresiones y violencia. Aguantas que te diga mil pesadeces disfrazadas de chiste, que te ponga en ridículo frente a los demás contando intimidades o tus defectos y te deja plantada dándote excusas baratas. Te prohíbe hacer actividades que te gustan o te fuerza a hacer cosas que no quieres. Ni hablar si te levanta la voz o te pega, pero no te quejas.

(FUENTE: emol.com)

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