Gary Sherrill, residente en la ciudad de Phoenix, en el estado de Arizona (EEUU), dio la bienvenida al Año Nuevo matando a su hijo de 13 años a hachazos.
El hombre, de 51 años, explicó a la Policía que lo hizo porque pensaba que era un demonio y temía que se lo fuera a comer, tal y como da cuenta 'Daily Mail'.
Su ex esposa había llamado a la Policía después de que no llevara de regreso al chico, que estaba con su padre dentro del habitual regimen de visitas, tras haber intentado contactar infructuosamente por teléfono.
El perturbado, que ha sido detenido acusado de asesinato en primer grado por un homicidio que ha conmocionado incluso a los más veteranos agentes que han intervenido en el caso -y que contemplaron el casi descuartizado cuerpo del joven-, trató en un primer momento de despistarles.
Así, tras abrir la puerta, dijo no saber nada sobre el paradero de su hijo, aunque las manchas de sangre en su casa le delataron.
"UN TIPO RARO"
Los vecinos han señalado que Sherrill era un tipo muy raro", ya que tenía las ventanas siempre tapadas con papel de aluminio y "usaba estatuas religiosas y velas en los quicios" a modo de amuletos.
Líder de un grupo de boy scouts, este parado asegura una y otra vez que no tuvo más remedio que matarlo "porque estaba en riesgo de ser devorado y no me quedaba otra. Era un demonio y me iba a comer vivo".
Durante estos últimos días había intentado atacar además a una vecina:
"Estaba paseando por la calle y se me echó encima como un loco diciendo unas cosas muy raras; menos mal que eché a correr y no pudo alcanzarme. No sé qué hubiera pasado".
(FUENTE: periodistadigital.com)
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