La ciudad francesa de Estrasburgo, al este de Francia, acoge desde este mes de enero un Museo del Vudú, centrado en este rito africano, que lo convierte, según sus responsables, en "único en el mundo".
El museo se encuentra en un depósito de agua del siglo XIX totalmente rehabilitado y recoge unas 220 piezas relacionadas con el vudú, de las más de mil que ha reunido Marc Arbogast, a lo largo de 50 años de viajes al Golfo de Guinea.
Apasionado del África occidental, Arbogast (Alsacia, 1942) comenzó a los 21 años a ir anualmente a África para cazar leones. Allí recogía máscaras y fetiches vudús del suelo, después de que los africanos se desprendieran de ellos "obligados por los misioneros blancos".
"En uno de mis viajes sufrí un dolor horrible en un pie. Un sacerdote vudú me aplicó unas hierbas y realizó un rito. A los pocos días el dolor desapareció. Yo no creo en ello, pero algo hay...", recuerda Arbogast, ingeniero, químico y expresidente de la empresa cervecera Fischer.
Aparte de la peculiaridad de ser un depósito de agua construido en 1878, durante uno de los períodos alemanes de Estrasburgo, el edificio del museo fue diseñado como un torreón, con escalera de caracol, almenas, vidrieras y ventanas, con espacios abiertos de 700 metros cuadrados.
El director de Programación y Actividades del Museo, el antropólogo y etnólogo Bernard Muller, describe las diferentes plantas como un espacio de acogida polivalente, descubrimiento didáctico, con un aspecto misterioso y de sombras y, finalmente, en la última planta el espectáculo de los trajes de danza.
Lo primero que se encuentra el visitante son los restos de un rito reciente de vudú, con sus cuerdas y telas llenas de cera, un vaso y una botella de ginebra.
"El alcohol siempre está presente en los ritos de vudú. Es como la palabra líquida", afirma Muller.
Se trata del único objeto "activado" para el vudú, recuerda, porque el resto de las figuras expuestas están "desactivadas", es decir, fueron sometidas a un rito con hierbas para quitarles su poder.
El sacerdote que realiza el rito regularmente es el togolés Azé Kokovivina, quien asegura que el vudú africano es muy diferente al haitiano. "Nosotros no pinchamos muñecos con alfileres", asegura.
Pero en este museo, hay, por ejemplo, algunos objetos para conseguir que una pareja se separe.
El vudú procede del siglo XVII del antiguo reino de Dahomey, actual Benin.
Desde esa región africana, que engloba a Togo, Benin, Ghana y Nigeria, partieron tres millones de esclavos que adaptaron el vudú a su nueva situación en Brasil y el Caribe.
Aunque el Museo del Vudú abrió sus puertas el pasado 10 de enero, fiesta nacional del vudú en Benin, la sesión inaugural se realizará la próxima primavera.
La planta de entrada acoge la exposición temporal "El vudú: el arte de ver más allá", mientras que en el resto se exponen talismanes (saquitos de hierbas, conchas y otros materiales) y objetos "cierra la boca", hechos con una cabeza de pato, cuyo pico se cierra con cuerdas para evitar que hablen mal de uno.
Además, hay numerosos exvotos, que recogen deseos escritos para emigrar a Europa o tener éxito en el matrimonio, y "objetos poema", para ganar poder social, que reúnen varios elementos, como una cuchara de madera para hacer pasta de maíz, llaves, una cabeza de perro..., acumulados a lo largo de varias generaciones de una familia.
La última planta, donde aún es visible una inmensa cuba de agua, muestra una colección de trajes-máscara con los que se realizan danzas.
Algunos de ellos se utilizan para confirmar que un fallecido ha llegado bien al país de los muertos.
(FUENTE: larazon.es)
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