Todos los países tienen sus supersticiones: los gatos negros, la sal, romper un espejo… Lo más increíble es que unas supersticiones tan reales para unos, son desconocidas para otros.
La superstición es la creencia en poderes mágicos atribuidos a hechos cotidianos sin ninguna evidencia científica. Pero mientras que ahora en Europa la gente se deshace de esas creencias adquiridas desde la Grecia Antigua, en el África más profunda se sigue creyendo firmemente en el poder metafísico de según qué cosas… Silbar por la noche da mucha mala suerte, poner las dos manos en la cabeza puede significar invocar alguna desgracia, arrastrar cosas por el suelo te puede atraer alguna enfermedad de la piel… supersticiones, miedos y fe ciega.
Aunque para los blancos puedan parecer excéntricos, para nosotros los negros, nuestras supersticiones nos resultan creíbles y aunque no tengan explicación científica alguna, tienen unas sabías explicaciones ancestrales. Una de estas supersticiones es la del zapato.
En Europa los zapatos son sólo un complemento más y se ponen en la misma categoría que los bolsos, los cinturones.... Pero lo que la gente no sabe es que los zapatos no se pueden regalar entre personas ligadas por un lazo íntimo o fuerte. Dicen las experiencias antiguas que los zapatos no se pueden considerar como los demás complementos.
No se puede regalar zapatos.
Si regalas un zapato a tu novio, lo más probable es que la relación no dure.
Si regalas un zapato a tu amiga o a un amigo tuyo, en breve dejareis de ser amigos.
Si regalas unos zapatos a tu novia, más temprano que tarde la relación se acabará.
Cualquier relación que no sea de familia directa y en la que ha habido regalos de zapatos, nunca dura.
Los zapatos separan a la gente.
Dicen los sabios que los zapatos son los complementos que peor se tratan. Un zapato se quita y se deja de cualquier manera o en cualquier sitio. Unos lo dejan allí donde están, otros lo tienen hecho polvos y otros lo dejan abandonado en cuanto ven a otro más bonito. Incluso los hay olvidados en la oscuridad de algún cajón… Por mucho cariño que tengamos a un zapato, siempre acabamos tratándolo igual que cualquier otro zapato.
En los reinos del antiguo Dahomey, regalar dichos complementos es considerado como una apostasía, un sacrilegio y una maldición. Por lo que si alguien nos regala unos zapatos, le damos una pieza de moneda simbólica como si lo pagáramos, como si no fuera un regalo.
Las costumbres de los demás siempre nos pueden parecer raras, pero no hay que tratarlas como necedades incongruentes. Todas tienen un origen y una base atávica.
Dicen que cuando no lo sabes, no te afecta. Ahora ya lo sabéis. No se regalan zapatos.
(FUENTE: El armario de Yaïvi, yaivi.blogspot.com)
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