“Es una mujer muy alta, delgada y erguida. No se le puede ver el rostro completo, pero sí sus ojos oscuros que emanan una profundidad que estremece”, contó Luis, un vecino que se topó con el espectro.
Fuentes municipales confirmaron que varios trabajadores del Matadero, ubicado en las afueras del casco urbano, cerca del campo santo, tuvieron la espeluznante experiencia de cruzarse con la mujer, a quien llaman la “Viuda de la calle Güemes”.
“Cuando uno la ve, no sabe si avanzar o volverse al pueblo. La sensación es muy fuerte. A mí cuando me apareció se me erizaron los pelos y sentí un frío estremecedor, que me subía desde la quintar vértebra hasta el cuello. Pero hay que ir a trabajar, así que tomé coraje y avancé. Luego la mujer y el animal desaparecieron”, contó un empleado de la comuna, quien prefirió reserva de nombre para no ser sujeto de burlas.
El obrero aclaró: “Esto no es algo que se lo pueda contar a cualquiera o que la gente lo pueda entender de buenas a primeras, sin tomar la situación en solfa. Pero lo cierto es que este fantasma aparece y el susto que se lleva uno es mayúsculo. Los que frecuentamos estos lugares de noche sabemos muy bien de qué se trata”.
En los últimos días, Antonio P. también fue testigo de otro hecho sobrenatural en el Camino al Cementerio. El jueves último, cuando se dirigía en su Renault 12 a altas horas de la noche por calle Güemes, pudo observar la silueta de un gaucho parado en medio del camino.
Al acercarse le llamó la atención la altura del cristiano. “Medía mucho más de dos metros y lucía un atuendo elegante con sombrero de ala ancha, el más grande que he visto. Cuando cruzamos miradas dibujó una sonrisa tétrica y no se movió del camino. Tuve que esquivarlo. "Banquinié' cerca de los alambrados y aceleré a fondo”, relató Antonio.
El hombre recordó, además, que luego de sortear la humanidad del gaucho miró por el retrovisor del vehículo y ya no había nadie. Solo potreros desérticos y árboles sombríos permanecían inertes a ambos lados del camino que conduce al cementerio local. Admitió que en los minutos subsiguientes rezó como nunca antes lo había hecho, pidiendo la protección del Altísimo.
“Esa noche la luna estaba muy clara e iluminaba todo el paisaje. Miré para todos lados, pero del gaucho ni noticias. Me quedó grabada la sensación de temor que me produjo la aparición. Es como que me hubiera dicho con la mirada: te estaba esperando”, manifestó el hombre, quien aún padece secuelas del susto.
La leyenda de la Viuda de la calle Güemes cuenta que se trataría del alma en pena de una mujer que en vida fue maltratada y engañada constantemente por un hombre perverso, miembro de una de las familias tradicionales del Valle de Lerma. Es por eso que suele deambular por los caminos buscando venganza y se aparece a cuanto cristiano se cruza de noche o de madrugada, para ver si se trata de su marido.
Tiene como preferencia subirse en el asiento trasero de los vehículos, sea moto, bicicleta o automóvil. Pero a veces solo se deja ver o llora a un costado del camino esperando que alguien le pregunte qué le sucede.
Pero lo cierto es, según los entendidos, que hay que continuar viaje sin decir nada porque de enfurecerla espanta de tal manera que pocos quedan cuerdos tras la experiencia.
En cuanto al gaucho, los lugareños afirman que se trataría de mandinga que comienza a recorrer el departamento Cerrillos, ante la próxima llegada del carnaval.
(FUENTE: eltribuno.info)