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martes, 17 de diciembre de 2013

Las parejas aburridas se besan muy poco



Si las personas supieran que un beso pone en funcionamiento 30 músculos faciales e induce la producción de oxitocina, una hormona relacionada con el enamoramiento, el afecto, la ternura y las ganas de tocar, sin duda, besarían mucho más.

“El beso en la boca es un momento clave para evaluar la atracción o el rechazo hacia la pareja. Anticipa la compatibilidad sexual. Es una forma de mantener la vida erótica. Por eso, podría decirse que la pareja que se besa poco tiene un erotismo aburrido”, apunta Ezequiel López, especialista en sexología clínica y quien vino a Bogotá a principios de diciembre para hablar del beso, en un ciclo de conferencias científicas organizado por el centro Maloka.

Detrás del simple acto de besar, que podría tener una cierta connotación baladí, hay muchas implicaciones científicas. Un estudio de la Universidad de Viena demostró que, cuando los labios de dos personas se unen, el ritmo cardiaco se duplica –pues se aceleran las pulsaciones del corazón–, se libera adrenalina, se induce a la producción de colesterol bueno y, como se intercambian millones de bacterias, se refuerzan las defensas. En síntesis, besar es bueno para la salud.

Pero hay más. Otro estudio, de la Universidad Wilfred Laurier (Canadá), comprobó que las parejas que se despiden con un beso en las mañanas aumentan su esperanza de vida en cinco años, se ausentan poco del trabajo e, incluso, tienen un 25 por ciento menos de riesgo de sufrir accidentes laborales y de tránsito, comparadas con aquellas que se despiden de forma indiferente o, incluso, agresiva.

Se ha comprobado, además, que el cerebro libera endorfinas (hormonas de la familia de la morfina), que disminuyen el estrés, alivian el dolor, relajan los músculos e inducen a un sueño reparador.

Según el neuropsicólogo Alfredo Valderrama, el beso es un indicador infalible en términos de aceptación o rechazo de la pareja. En otras palabras: es un determinante sobre la calidad de la relación y la cercanía entre las personas.

Es tan claro lo anterior que un estudio de la Universidad de Albany (Nueva York) demostró que para las personas el primer beso es una especie de filtro para definir si la relación continúa o no.

“Detecta desde el subconsciente incompatibilidades que, incluso, lindan con lo genético”, dicen los investigadores. Es como una selección natural de la misma especie.

El papel del cerebro El beso, desde el punto de vista neurológico, es placer. De ahí que la boca, particularmente los labios, sea una de las áreas más ricas en terminaciones nerviosas del cuerpo, lo que la ubica dentro del grupo de los órganos erógenos.

De hecho, la boca tiene una imagen representada en el cerebro muy cercana anatómicamente a las áreas que comandan las sensaciones y las emociones, y su tamaño en la representación mental es mayor que la zona cerebral relacionada con los genitales.

De ahí que estas áreas estén involucradas directamente con el erotismo, el deseo, la actividad sexual y los orgasmos. Además, el beso es un inductor importante de la producción de neurotransmisores como la adrenalina y la dopamina.

Esta última, en particular, tiene acciones directas en las zonas del placer, al punto que, cuando se intensifica la acción de besar o se prolonga, se puede convertir en una adicción.

El impacto en el organismo del beso genuino entre parejas es tal que incluso es un símbolo de intimidad, tanto, que algunas prostitutas jamás besan a sus clientes porque le otorgan un valor muy superior al de la misma relación sexual.

“Cuando besamos, gustamos y saboreamos, involucramos tacto, olfato, visión. Muchas veces el beso es el camino para recuperar la relación de pareja”, agrega Ezequiel López. Por eso, según Valderrama, no hay que perder la costumbre de besar, pues, mientras la pareja lo hace, se mira a los ojos, se toca y se dice cosas al oído, lo que configura un punto de encuentro de sentidos, sensaciones y juegos claves para mantener viva la llama del placer.

Intercambio de información química

“Besar es parte de un ritual de cortejo evolucionado”, señala Gordon G. Gallup, uno de los investigadores del estudio ‘Las diferencias entre sexos en el romanticismo de los besos’, publicado en la revista ‘Evolutionary Psychology’.

El científico explica que, durante el beso, se produce un intercambio de información sobre la composición química, táctil y otras señales posturales, que puede activar mecanismos para disuadir la reproducción entre individuos con genes incompatibles.

El beso se convierte así en un medio para iniciar la excitación sexual y la receptividad, señala.

(FUENTE: el-nacional.com)

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