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miércoles, 11 de julio de 2012

Cinco mitos en torno al caso de las feministas rusas del grupo Pussy Riot



El caso de las tres integrantes del grupo Pussy Riot, que llevan más de cuatro meses detenidas en espera del juicio, ha dividido a la sociedad rusa.

Las tres mujeres están encarceladas desde principios de marzo, por su supuesta participación en una “oración-punk” a fines de febrero en la Catedral ortodoxa de Cristo El Salvador de Moscú.

La acción de Pussy Riot es reprobada por muchos rusos, pero sin embargo también son muchos los que creen que las protagonistas del espectáculo están siendo castigadas con una dureza insólita. El expediente judicial contra ellas se basa en la acusación de gamberrismo por la que pueden ser condenadas a siete años de prisión. Con la ayuda de los expertos religiosos y abogados intentaremos desmentir los cinco mitos más extendidos sobre el caso de Pussy Riot.

El papel de la Iglesia Ortodoxa Rusa

El primer mito vincula el arresto de las tres jóvenes a la iniciativa de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que les acusa de blasfemia y ofensa a los sentimientos religiosos de los creyentes. Este supuesto es usado por las dos partes: por los que creen que la iglesia tiene derecho a defender los sentimientos de los fieles y los que están seguros de que tiene que dar prueba de caridad perdonando a las muchachas, pues un proceso penal contra ellas es muestra de oscurantismo e intolerancia religiosa.

Sin embargo, el pasado jueves 5 de julio el jefe adjunto del servicio de prensa del patriarcado de Moscú, Alexandr Vólkov, rechazó que la Iglesia Ortodoxa Rusa tuviera que ver con el arresto de las activistas de Pussy Riot: “Es absurdo creer que tras la escandalosa acción de Pussy Riot el patriarca Kiril o sus representantes hubieran llamado al ministro del Interior, o al fiscal, o a quien fuera, para exigir que se tomaran las medidas represivas”, subrayó Vólkov. En realidad, ninguna confesión religiosa en el territorio de la Federación de Rusia tiene poder ejecutivo para iniciar un arresto o un proceso penal.

Vólkov declaró, además, que el Patriarca dará a conocer su propio juicio respecto a lo sucedido solo después de que se dicte el veredicto judicial: “Pedimos paciencia a todos porque hasta que el tribunal dicte su fallo, la Iglesia rusa se abstendrá de cualquier comentario oficial sobre el caso”. En el caso contrario, según el portavoz del Patriarcado, la intromisión del patriarca podría ser calificada como un intento de presionar al tribunal.

No obstante, el máximo jerarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa el 24 de marzo, un mes después la acción de Pussy Riot, se pronunció con respecto a la misma tachándola de profanación y sacrilegio. Mientras tanto, a las integrantes del grupo feminista no se les acusa de “sacrilegio” o “profanación” ya que el Código Penal ruso no contiene artículos que prevean castigo por este tipo de “crímenes”.

“En un estado laico y democrático serían imposibles estas normas legales. Para que se introdujesen en el Código Penal ruso habría que cambiar de régimen estatal e introducir nuevos artículos en la Constitución que establezcan que el Estado se compromete a proteger la Iglesia ortodoxa y los sentimientos religiosos de los creyentes”, explica Román Lunkin, director del Instituto de Religión y Derecho de la Academia rusa de Ciencias.

Perturbación del orden público

El segundo mito afirma: las activistas del grupo Pussy Riot que irrumpieron en la Catedral y, con ayuda de megáfonos, entonaron una irreverente canción en contra del jefe de Gobierno, Vladímir Putin, desde el altar, perturbaron el orden público, por lo cual se les acusa de “gamberrismo”. Es un crimen tipificado en el Código Penal y no tiene nada que ver con los sentimientos religiosos de nadie.

“El descaro con el que actuaron las activistas de Pussy Riot subiendo al altar de la Catedral ortodoxa no puede ser aceptado desde el punto de vista de las reglas de urbanidad ni de la ley", afirma en su bitácora el abogado Guenri Réznik. La ley, en concreto el Código Administrativo, califica la acción como una infracción administrativa sancionada con una multa de hasta 1.000 rublos (unos 30 dólares) o 15 días de arresto administrativo.

Sin embargo, a las infractoras se les imputa el delito de “gamberrismo” previsto por el artículo 213 del Código Penal, un delito que comprende una “perturbación grave del orden público” y una pena de hasta siete años de prisión. El gamberrismo como delito penal se califica como tal en los casos de “grave perturbación del orden público con el uso de armas, o por motivos de odio o enemistad política, ideológica, racial, nacional o religiosa”.

Las jóvenes feministas no usaron armas, por lo tanto, se entiende, se les acusa de “odio y enemistad religiosa”. Pero la canción que interpretaron no contiene nada que permita formular esta acusación, señala Réznik.

El abogado Dmitri Agranovski no ve delito en la actuación de las mujeres: “Si alguien se comporta de manera indecente no es instigación al odio o enemistad. Es una mala educación, el deseo de atraer atención, desviaciones psicológicas, otra cosa. Pero esto no representa un delito penal”.

La Catedral convertida en un centro de negocios

El tercer mito: la acción de Pussy Riot es justificable ya que tuvo lugar en un sitio que muchos no consideran realmente sagrado. La Catedral de Cristo EL Salvador, siendo una de las catedrales principales de la Iglesia Ortodoxa Rusa, no pertenece a la Iglesia sino que es propiedad de la alcaldía de Moscú. El complejo de la Catedral es tan grande que da espacio a un estacionamiento público, una sala de reuniones, varias tiendas, por lo cual más parece a un centro de negocios que a un templo.

Es verdad que la Iglesia Ortodoxa Rusa, al igual que el resto de las organizaciones en el territorio adyacente, alquila parte del edificio de la Catedral al gobierno capitalino (aunque, a diferencia de los demás, a título gratuito).

No obstante, el Patriarca Cirilo, al condenar la acción de Pussy Riot, recordó que en el templo se guarda una gran reliquia ortodoxa: el fragmento de la Santa Túnica de Jesús, que según el prelado fue objeto de profanación por parte de las activistas.

Pero desde el punto de vista de la ley es absolutamente irrelevante dónde tuvo lugar el acto de gamberrismo ya que la iglesia, en un estado laico, es una institución pública, como una oficina, una universidad o un museo.

“Imaginémonos que alguien se subió al Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja y se puso allí a bailar. Para una gran parte de población de nuestro país es un lugar sagrado, se sentirían ofendidos e indignados si pasara algo semejante. Esta indignación, al igual que la indignación de los creyentes, está muy justificada" comenta el abogado Agranovski. "Es un acto indecente, indignante, pero no representa un delito penal”.

El artículo 329 del Código penal de Rusia establece responsabilidad penal por la profanación de dos símbolos patrios: el escudo y la bandera nacionales, recuerda el letrado. Lo demás queda en el lado de los sentimientos. Si la sociedad necesita normas legales para proteger otros símbolos, habrá que redactar primero las leyes al respecto, afirma.

De mezquitas y sinagogas

El cuarto mito: se suele afirmar que si las jóvenes feministas hubieran montado algo parecido en una mezquita o sinagoga, los musulmanes y los judíos acto seguido les habrían administrado 'justicia' a pedradas y puñetazos. Es uno de los puntos que, aunque no prueba nada, provoca reacciones impetuosas. ¿Cómo reaccionarían los creyentes de otras confesiones si presenciaran una “oración-punk” del estilo de la de Pussy Riot? Los expertos responden a esta pregunta.

El secretario de prensa del primer rabino de Rusia, Andrei Glotser, dijo a RIA Novosti que en las sinagogas de Moscú las gamberradas suceden con frecuencia. En estos casos los guardias expulsan a los infractores del lugar de culto avisando a la policía en los casos en los que hubieran causado daños materiales.

“Sin embargo, no les apedrearían. Solo si acaso los judíos ultraortodoxos de los grupos religiosos cerrados que existen en Israel”, aseguró Glotser. Además precisó que “nadie tiene derecho a castigar o a perdonar por la ley judía. El derecho judío es un concepto puramente teórico y no se aplica en ningún país del mundo, ni siquiera en Israel”.

El orientalista Leonid Siukiyanen admite que una acción semajante a la de Pussy Riot llevada a cabo en una mezquita hubiera provocado una reacción muy negativa, pero es improbable, según el experto, que los creyentes musulmanes se hubieran tomado la justicia por su mano. “Si alguien hubiera intentado hacerlo le habrían detenido. Lo más probable es que a los infractores les hubieran entregado a la policía”.

Otra cosa es que en algunos países islámicos, a diferencia del caso de Rusia, exista una legislación específica que prevé castigos graves, incluso la pena capital, por sacrilegio y profanación de reliquias, añade el experto.

“Por ejemplo, en Pakistán existe un artículo que establece la pena por el delito de sacrilegio. Este artículo se aplica con bastante frecuencia, lo cual provoca una reacción muy negativa de la comunidad europea, que lo califica como muestra de intolerancia religiosa y de amenaza a la libertad de expresión.

Sin embargo, algunos países de mayoría musulmana son estados laicos, como Turquía. En la capital turca el 8 de marzo de este año ocurrió un caso parecido: las activistas del grupo feminista ucraniano Femen realizaron una de sus habituales protestas en topless en las inmediaciones de la mezquita Santa Sofía. Pese a que la acción atrajo la atención de numerosos viandantes y un gran número de medios, las integrantes del grupo ucraniano fueron arrestadas y trasladadas hasta dependencias policiales, donde quedaron bajo custodia. Posteriormente fueron enviadas a su país sin ser acusadas formalmente.

Artistas libres

El quinto mito: fue una acción artística. En los países democráticos el artista puede expresarse cómo quiera y dónde quiera sin que esto dé lugar a un proceso judicial.

Sin embargo, en Europa también se dan casos cuando los creyentes piden respeto a sus sentimientos religiosos. Así, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que conoció por primera vez de este tipo de colisión de derechos en la conocida sentencia 'Otto Preminger Institut contra Austria', de septiembre de 1994, entendió que, el secuestro y confiscación por las autoridades austríacas de la película 'El concilio del amor' (Das Liebeskonzil), no violaba la libertad de expresión. El motivo del secuestro era la lesión, apreciada por los jueces austríacos, de las convicciones religiosas de una mayoría de la población del Tirol. En su sentencia el Tribunal Europeo señaló que en una sociedad democrática “puede juzgarse necesario sancionar, e incluso prevenir, ataques injuriosos contra objetos de veneración religiosa, siempre que la sanción sea proporcionada al fin legítimo perseguido”. Claro, hay que hacer diferencia entre el arresto de una película y el de sus autores e intérpretes.

El secretario general del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland, en una entrevista concedida el 5 de mayo al diario ruso Védomosti, dijo a proposito del caso de Pussy Riot: “Considero inadmisible la acción que las integrantes del grupo llevaron a cabo en la Catedral. Todos los ciudadanos deben respetar la religión y los lugares de culto de la confesión que sea. Yo diría: sí, los artistas tienen que tener la libertad de expresión, pero también tienen que pensar cómo y dónde expresarse”. Al mismo tiempo subrayó que le parece excesivo “encarcelar por esto a la gente”.

En 2009, la comision Democracia a través del Derecho del Consejo de Europa aprobó una recomendación para los países europeos: “Las sociedades democráticas no deben convertirse en rehenes de la sensibilidad de algunos individuos. Tiene que existir la posibilidad de criticar las ideas religiosas”.

Para no ir más lejos, cabe recordar otra acción del grupo ucraniano Femen (tienen mucho en común con Pussy Riot, unas feministas que organizan acciones provocativas). En abril de este año varias militantes del grupo protestaron a torso descubierto en una catedral de Kiev contra un proyecto de ley que prevé la prohibición del aborto en el país eslavo. Las jóvenes se subieron semidesnudas al campanario de la Catedral de Santa Sofía para hacer sonar las campanas y desplegar una pancarta negra en la que se leía "Stop". Los guardias avisaron a la policía, que detuvo a las participantes, y se abrió un proceso penal contra las mismas por el delito de “gamberrismo”. Sin embargo, el 15 de mayo el Tribunal del Distrito de Kiev archivó el caso por falta de indicios del delito.

“Al analizar los materiales presentados al juzgado y considerando que la protesta en topless como una de las formas de manifestación durante las acciones ciudadanas y mítines que no está prohibida por la ley, mientras el derecho del individuo a expresar su protesta ciudadana durante las acciones públicas es garantizado por el artículo 39 de la Constitución de Ucrania, el juzgado llega a la conclusión de que el juez instructor no tuvo motivos suficientes para iniciar un proceso penal contra las activistas del grupo FEMEN, por lo tanto se procederá a archivar el caso abierto”, dice la sentencia judicial.

(FUENTE: sp.ria.ru)

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